Pepito murió y, al llegar al cielo, vio una enorme pared llena de relojes detrás de San Pedro.
“¿Qué son todos esos relojes?”, le preguntó.
San Pedro contestó:
“Son los relojes de las mentiras, todo el mundo en la Tierra tiene uno; cada vez que mientes, las manecillas se mueven”.
— ¡Oh!, ¿y de quién es ese reloj?
“Es de la Madre Teresa; las manecillas nunca se han movido: ella nunca mintió”.
— ¡Increíble! ¿Y ese otro?
“Es de Abraham Lincoln: las manecillas solo se han movido dos veces, lo que nos indica que Abraham solo dijo dos mentiras en toda su vida”.
— ¿Y dónde está el reloj de López Obrador?
“¡Ah!, ese… lo estamos usando como ventilador de techo, Pepito”.
Autor: Un conservador, derechista, fifí…
La diabla
Cansada de que su marido llega borracho a casa todas las noches, una mujer decide darle un susto para que escarmiente. Esa noche, cuando el esposo todavía no regresa de la juerga, se disfraza de diabla y lo espera en silencio en total oscuridad.
Apenas escucha girar la llave de la puerta, ella se prepara y en cuanto entra el hombre – alcoholizado como siempre- cae encima de él, gritando:
“¡Grrrrrrrrr! ¡He venido a llevarte!”.
El marido voltea con tranquilidad y responde:
“Da lo mismo, ¡hace veinte años que vivo con tu hermana!”.
Autor: Ebrio y soltero.
Nuevas amistades
Estoy tratando de hacer amigos fuera de Facebook, aplicando los mismos principios.
Por lo tanto, cada día camino por la calle y a todos lo que me topo, les cuento lo que he comido, lo que siento en ese momento, lo que hice la noche anterior, así como lo que haré más tarde y con quién. Les doy fotos de mi familia, de mi perro y de mi jardinería, desmontando cosas en el garaje, regando el césped, de pie frente a monumentos, conduciendo por la ciudad, almorzando y haciendo lo que hacen todos los demás.
También escucho su conversación, les doy un pulgar hacia arriba y les hago saber que me gustan. ¡Y funciona igual que Facebook! Ya tengo cuatro personas siguiéndome: dos policías, un investigador privado y un psiquiatra.
Autor: Asiduo a las redes sociales.
Iluso
Un anciano de 90 años llega al médico para su chequeo de rutina:
— ¿Cómo se siente?
“¡Nunca estuve mejor, doctor! Mi novia tiene 20 años, ahora está embarazada y vamos a tener un hijo”.
— Permítame contarle una historia. Un cazador que nunca se perdía la temporada de caza, salió un día tan apurado de su hogar, que se confundió tomando el paraguas en vez del rifle.
Cuando llegó al bosque, se le apareció un gran oso. El cazador levantó el paraguas, le apuntó al oso y disparó. A qué no sabe qué pasó…
“No sé, doctor”.
— ¡Pues el oso cayó muerto frente a él!
“¡Imposible! ¡Alguien más debió haber disparado!”.
— ¡Pues claro, hombre!
Autor: Un geriatra.
Piso 10
Cuatro hombres tenían que subir un piano al piso 10, estaban muy cansados y uno de ellos dice:
“¡Que vaya alguien a ver cuántos pisos nos faltan!”.
Otro se ofrece:
“Okey, voy yo”.
El tipo sube y llega hasta el piso 10. Piensa que, si subió seis pisos, es porque estaban en el piso 4. El tipo baja y dice a sus compañeros:
— Les tengo dos malas noticias.
“Dinos una y la otra la dices cuando lleguemos”.
— Okey, nos faltan seis pisos para llegar.
Ya muy cansados, los hombres llegan al piso 10 y uno pregunta al otro cuál era la mala noticia, a lo que el tipo responde:
“¡Que este no es el edificio!”.
Autor: Tres hombres subiendo un piano.
Alguien toca…
Sue Geshel estaba en casa con su esposo Joe en Fort Myers, Florida, cuando escuchó que alguien tocaba la puerta. La mujer pidió al marido que atendiera el llamado. El hombre se levantó, se dirigió a la puerta y al asomarse antes de abrir, encontró ¡EN ZERIO! a un par de lagartos peleando rabiosamente.
Cuando Joe le dijo a su esposa de qué se trataba, ella pensó que al fin había perdido la razón, pero al echar un vistazo, comprobó la versión. Los reptiles siguieron con el espectáculo hasta que por fin se marcharon 20 minutos después.
