Provinciana es el alma mía
que se viste de mirasoles,
entre las espigas doradas
de los barbechos de mi tierra.
La luz de la luna es el velo
con el que mi tristeza cubro,
mientras camino junto al río
descalza y corazón desnudo.
Un sorbo de aguamiel bendita
acaricia mi paladar,
y entonces me parece ver
las pencas de un maguey azul.
Las golondrinas por el viento
van bordando mil deshilados
y las campanas acompañan
el canto de blancas palomas.
Por el tejado brota el humo
desde aquella cocina oscura,
cuando la abuela atiza el fuego
y nos prepara el desayuno.
El aroma de la canela
incita a los bajos instintos,
al mezclarse al del chocolate
besos y caricias paganas.
Provinciana es el alma mía
como es el águila real
y la plazuela con su quiosco
vibrando al son de mil violines.
Con sus alas de mariposa
va el espíritu hasta los campos,
cubiertos de hermosos maizales
bajo el cielo azul de mi tierra.
Hoy en el patio de mi casa
mientras cantan los pajaritos,
van desfilando los recuerdos
acariciando al corazón.
Provinciana es el alma mía
con trenzas y moños de seda,
hace el amor con los recuerdos
de orgásmicas melodías.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California