“Para lograr que una mentira sea aceptada por el pueblo, como si fuera verdad,
hay que repetirle esa mentira muchas veces”.
–Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolfo Hitler.
Por lo que podemos ver, la burguesía internacional ha aprendido muy bien las lecciones del nazifascismo. Sin duda alguna.
Noche y día, de una forma y de otra, los portavoces de la clase capitalista en el poder, repiten y repiten de forma machacona los reaccionarios slogans: “Quédate en casa”, “Sana distancia”, “Lávate las manos”, “Usa tapabocas”, etc., etc. Todas estas prácticas “profilácticas” son con el fin, asegura el régimen de AMLO, de que los 130 millones de mexicanos paupérrimos no sean presas del “maligno coronavirus”.
Son todos esos slogans, pura hipócrita y demagógica propaganda goebbeliana, con el fin de mantener aterrorizado al pueblo.
Estimado lector, ¿considera usted que Carlos Slim, propietario de Telmex, Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, y Ricardo Salinas Pliego, mandamás de TV Azteca, y otros sátrapas de igual pelaje, permanecen en sus ostentosas mansiones noche y día encerrados, esperando que la “epidemia” termine? ¿Dejarán de realizar sus escandalosas bacanales? ¿Evitarán todas estas familias burguesas el abrazarse y besarse mutuamente? Claro que no.
No lo hacen ni en público ni en privado.
Hemos sido testigos cómo -descaradamente- los todopoderosos politicastros y capitostes burgueses se saludan de mano, se abrazan y se palmotean las espaldas sin freno alguno. Ni tan siquiera bozal utilizan. Las “medidas antivirus” son para los pobres, no para los millonarios.
Hace apenas unos días atrás, los mastines del imperialismo norteamericano, Barack Obama y Joe Biden, ante las cámaras televisivas, sonrientes y sin preocupación alguna, se abrazaron calurosamente. ¿Cuál temor al coronavirus? Ni en China, ni en Italia, ni en España, ni en Estados Unidos. Ni en nuestro país existe coronavirus.
Lo que en realidad existe es el cerval miedo de la burguesía a los motines obrero-populares, que meses y días atrás de la aparición del fantasmal engendro habían estallado (o estaban a punto de estallar) en varios países de Europa y de América.
No fue casualidad que la susodicha “epidemia” brotara en Wuhan, China; en París, Francia; en Nueva York, EEUU; en Teherán, Irán; etc., etc. Todas esas ciudades antes mencionadas, eran una hoguera de indignación y rabia popular a punto de abrazar a todo el país.
En Francia, los motines populares estaban pronto a convertirse en una guerra civil. En Irán y en Ecuador, los déspotas en el poder se tambalearon en su trono (Lenin Morales, el tirano “socialista” de Ecuador, compinche de AMLO, tuvo que salir huyendo de la capital, ante la sublevación popular desatada en ese país). En Bolivia, los golpistas eran fuertemente repudiados por el pueblo. En Chile, el discípulo de Pinochet, Sebastián Piñeira, era atacado con violencia por el pueblo insurreccionado. En México, las protestas populares iban en crecimiento, en número y en calidad.
La farsa de la “epidemia del coronavirus” fue un baño de agua fría a los levantamientos populares. En todo el mundo. La invención del coronavirus fue la tabla de salvación para una burguesía que se ahogaba.
El movimiento de las mujeres, de los universitarios, del campesinado, y otras luchas populares indicaban, a todas luces, que iban a confluir y a unirse; hecho que las hubiera convertido en colosal fuerza. Titán que hubiera estremecido al gobierno “socialista” de López Obrador… Agitación febril a la cual la clase obrera no permanecía sorda y quieta. Y se iba a levantar. Por seguro.
La clase proletaria es la clase mayoritaria del país y la que más sufre bajo el capitalismo. Es la clase social que nada tiene que perder en un movimiento revolucionario, a no ser sus cadenas de esclavos contemporáneos.
Los marxista-leninista sostenemos que fue la crisis mundial capitalista de sobreproducción la que hizo aparecer al coronavirus. Crisis que, aunada al descontento generalizado, que ya existía, sublevaría a todo el pueblo no solo a algunos sectores disgregados.
Es alentador ver cómo la clase obrera y la gente pobre, de hecho, aún sin contar con su valeroso estado mayor revolucionario (esto es, sin Partido Comunista al frente), ha pisoteado de forma espontánea las ordenes hitlerianas de López Obrador. De allí los estruendosos y amenazadores rugidos de la bestia fascista.
Las masas inconscientes, atrasadas y, sobre todo, un sector de la clase media pequeñoburguesa que han acatado las ordenes nazifascistas del régimen, van a salir -más tarde o más temprano- del engaño y van a mandar mucho al diablo el maldito encarcelamiento “voluntario”. Y van lanzar a la lumbre los bozales y caretas “profilácticos”.
Lo que en realidad trata de hacer la reacción burguesa es retrasar y atenuar el estallido popular, con el fin de organizar y preparar a sus fuerzas armadas (ejército y policía), in situ., para el estrangulamiento de los motines populares, una vez que estos se desaten. De seguro las cifras de supuestos enfermos y muertos se elevarán… A discreción. Manipularán altos números de muertos y enfermos a su antojo para acrecentar el pánico entre las masas.
Las espantosas imágenes de la televisión de pacientes agonizantes y de cadáveres tirados en el suelo (o en plena calle, como lo hizo Lenin Morales, en Ecuador) de los hospitales se multiplicarán. Todo muerto en el Imss o en el Hospital General, será calificado como “muerto por coronavirus”.
La carnicería, en los hospitales públicos, de gente pobre y de ancianos paupérrimos será atroz; cosa que han estado haciendo, desde hace semanas, todos los sátrapas de los diferentes estados del país. La lista de “miles y miles” de muertos serán dadas a conocer, día tras día, durante la “tercera fase”, el próximo mes de mayo, con la finalidad de meter el miedo, hasta los tuétanos, a las masas atrasadas.
Tratará la dictadura morenista, como ya lo ha empezado a hacer, de enfrentar al estrato pequeñoburgués, “fino y educado”, sobre todo a la despreciable burocracia gubernamental (al cual el Estado burgués no les ha dejado de entregar su mesada, su abultado pago quincenal) con las masas proletarias, “ignorantes y sucias”, que no acatan las medidas “antivirus” y que “esparcen el microbio”. Es decir, que no se rinden a las órdenes hitlerianas de AMLO y compañía.
Los revolucionarios comunistas de la clase obrera continuaremos, como siempre, en la primera línea de combate. Contra todo y contra todos. Denunciaremos, sin fatiga alguna, la criminal engañifa del coronavirus, y llamaremos al pueblo a desobedecer las órdenes de los fascistas con careta de socialistas en el poder.
Llamaremos a todo el mundo, y en particular a la clase obrera, a protestar ruidosamente este próximo 1ro. de mayo, Día Internacional de la Clase Obrera. A protestar con ánimo y valor. A levantarnos airados contra La Ley Marcial y el Estado de Sitio decretado, de facto, por el dictadorzuelo López Obrador. Asimismo, pondremos en la picota a todos aquellos hipócritas que se hacen llamar “socialistas” y hasta “comunistas”, que se han unido al coro de la reacción burguesa.
Malditos sean esos despreciables traidores al pueblo. Y mucho más malditos, sus patronos, los capitalistas explotadores.
Atentamente,
Javier Antuna
Tijuana, B.C.
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