Las medidas preventivas tomadas a partir de marzo, ayudaron a retardar la saturación de servicios de salud en la Capital del Estado. Sin embargo, se espera que el peor escenario impacte en la última semana de abril, según el análisis del doctor Rodolfo Ruiz Luján, infectólogo del Hospital General, hoy convertido en Hospital COVID-19, trasladando todas las atenciones a otros nosocomios como ISSSTE e Issstecali. Un escenario distinto vive la clínica 30 del IMSS, donde la situación está en riesgo de colapso. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Mexicali endurece las acciones contra las omisiones ciudadanas
La ola del coronavirus comienza a impactar la Capital del Estado, y aún se desconoce la magnitud de las consecuencias que se generarán a raíz de las medidas y omisiones cometidas por los tres niveles de gobierno en la entidad.
Para el miércoles 15 de abril, Mexicali contabilizaba 207 casos de coronavirus y 20 defunciones, ubicándolo como el segundo municipio de mayor incidencia en Baja California por debajo de Tijuana, cuya densidad poblacional es superior.
Mexicali se vislumbraba como el epicentro del coronavirus donde apenas el 17 de marzo -es decir, hace un mes- se registraron los primeros dos casos de coronavirus importados de dos mujeres que viajaron a Washington, Estados Unidos. Esa semana, la alcaldesa Marina del Pilar Ávila endureció las acciones preventivas para reducir la afluencia en las calles, con el cierre de algunos negocios, la suspensión de actividades multitudinarias y la reducción de atenciones en instituciones públicas.
Sin embargo, las medidas de aislamiento no obtuvieron los resultados esperados, pues el pasado fin de semana -11 y 12 de abril- se duplicó la cifra de reportes por música a alto volumen, lo que es el equivalente a fiestas, generando más de 100 multas y 290 acciones de inhibición de convivios, según el reporte de la Policía Municipal.
Por ese motivo, la alcaldesa tomó la decisión de presentar ante Cabildo la creación de una sanción administrativa durante la contingencia, la cual se otorgará a quienes incumplan con el aislamiento recomendado por la autoridad y hagan convivios; las multas rondarían entre 3 mil 500 y 17 mil pesos.
La omisión de la ciudadanía y la falta de planeación de algunas políticas públicas de gobierno, generaron ya la saturación en uno de los pilares más importantes para la atención de salud, como la Clínica 30 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que se encuentra a tope, además de contar con un déficit de insumos médicos para todo el personal, al grado que durante la primera semana de marzo, varios médicos protestaron para exigir mayor equipo y una estrategia para atender la contingencia; uno de ellos llegó al grado de ampararse para que un juez federal obligara a la institución dotarlo de todas las herramientas de trabajo.
A diferencia del IMSS, el Hospital General de Mexicali tomó sus precauciones desde el mes de enero, donde definieron un protocolo de actuación. Además, la Secretaría de Salud del Estado decidió convertirlo en el Hospital COVID-19, por lo que desde la primera semana de abril, se impidió el tránsito y se canalizó a todos los pacientes que no fueran respiratorios a los nosocomios adyacentes, como Issstecali y el Hospital 5 de Diciembre del ISSSTE, los cuales ya registran saturación.
IMSS, AL BORDE DEL COLAPSO
La Clínica 30 del IMSS no requería de una contingencia para estar saturado. Su administración padece de carencias desde siempre y su atención no cuenta con el personal suficiente para atender la demanda, puesto que -según el delegado único del Gobierno de México, Alejandro Ruiz Uribe- el 70% de la población en BC está afiliada a ese Instituto.
Dentro de los hospitales de la Capital del Estado, este fue la primera línea de batalla, el cual, acorde con médicos y enfermeros de la institución, hasta estructuralmente es deficiente para la atención de pacientes de COVID-19.
Y es que las áreas de urgencias y de consulta general, donde se recibe a todo tipo de enfermos, se encuentran justo frente al área establecida para coronavirus -en el primer piso-, lo que representa un riesgo permanente porque no los separa realmente una pared, sino un pasillo.
“Si llega una persona con una fractura de pierna, o con las defensas bajas, puede adquirir coronavirus”, narró un trabajador de la institución que se ha mostrado preocupado por la falta de atención por parte de funcionarios.
Al cierre de esta edición, la Clínica 30 del IMSS -cuya capacidad máxima supera por poco los 200 espacios- contaba con 37 pacientes en el primer piso con coronavirus, otros 13 se encuentran en una sala llamada Anexo y otras seis camas se habilitaron en la sala 8 de urgencias para recibir pacientes con el mismo padecimiento, ya sean confirmados o probables. En otras palabras, está a su máxima capacidad.
Los otros dos pisos de atención son para padecimientos ajenos a la contingencia y se encuentran en la misma situación, al grado que tienen a ocho pacientes en espera de ingresar a cuarto, por lo que permanecen en el área de urgencias.
Dicha clínica solo cuenta con diez ventiladores, todos son utilizados para coronavirus o neumonías atípicas, las cuales no se han podido determinar, ya que el IMSS no tiene equipo para su diagnóstico.
Para las zonas de COVID se ha designado a dos enfermeros y un médico para cada seis pacientes, ritmo menor al que están acostumbrados en el resto del hospital. Sin embargo, esta especial atención para pacientes de COVID-19, agravó la saturación del servicio para el resto del personal en otras áreas especializadas, donde normalmente se trataba a siete u ocho pacientes por enfermero.
Pese a la división que se ha hecho, alrededor de 34 profesionales de la salud han sido confirmados o sospechosos de coronavirus, por lo que fueron retirados de sus labores diarias; ocho se encuentran internados, pero no graves, y el resto cumpliendo su aislamiento en casa.
La situación ha generado ausentismo entre el personal, como ejemplo, solo el miércoles 15 de abril, veinte enfermeros y médicos faltaron de manera injustificada a su turno, debido a la situación precaria en que se encuentran. Otros optaron por interponer demandas de amparo para exigir al IMSS les otorgue la protección mínima indispensable, como goggles, cubre bocas, overoles, gorros y guantes.
Este amparo tiene el número de expediente 293/2020-2 y fue otorgado por el Juez Primero de Distrito con sede en Mexicali, Roberto Antonio Alcoverde Martínez, el cual amagó con una pena de hasta siete años de prisión y 500 días de multa en caso que funcionarios del IMSS no cumplieran con los requisitos mínimos de protección.
En entrevista, el delegado federal Alejandro Ruiz Uribe aseguró que ya contemplan sitios para la atención de enfermos no graves de la Clínica 30 del IMSS, con el objetivo de liberar espacio. Entre los inmuebles revisados, se encuentra el Auditorio del Estado y el albergue de migrantes de Calle 11, que se habilitaría para la recepción de repatriados de Estados Unidos que buscaban visa humanitaria. Dado que nunca operó formalmente y ya se encuentra habilitado, se contempla trasladar a enfermos que no requieran ventilador o se encuentren estables.
Al ser cuestionado si se adquirirán frigoríficos o tractocamiones fríos para cadáveres, el funcionario federal dijo que es una de las posibilidades que ya se analiza, sobre todo en Tijuana, pues les preocupa la saturación que pudiera presentarse pese a que los cuerpos se están entregando a familiares de manera regular.
HOSPITAL GENERAL, DESPEJADO PARA ATENDER CORONAVIRUS
La realidad de la Clínica 30 y el Hospital General son opuestas. Desde el 1 de abril, la Secretaría de Salud determinó que dicho nosocomio ubicado en el Centro Cívico de la ciudad, sería el epicentro del coronavirus, por lo que se ordenó redirigir todos los nuevos ingresos a otras clínicas, del Issstecali e ISSSTE.
Esta acción despejó de manera sustancial la atención en el Hospital General, pero saturó sobremanera las otras dos clínicas, al grado que la enfermera Maritza Olivas instaló una mesa de recepción de donativos, a las afueras del Issstecali; todo lo que obtiene es entregado diariamente para sus compañeros.
El Hospital General de Mexicali tiene una capacidad de atención de 200 espacios, los cuales fueron despejados para la atención de coronavirus y hasta la última información rondaba en los veinte pacientes de COVID-19 o de neumonías atípicas, a los que se suman otros 30 de otro tipo de padecimientos, los cuales no pudieron ser trasladados ni dados de alta.
Además de los espacios ya determinados, el Hospital 5 de Diciembre del ISSSTE, ubicado a un costado, habilitó su área de consultas para incluir 60 camastros para pacientes no graves de COVID-19 que serán utilizados cuando el Hospital General llegue a su tope.
A estos se deben sumar 40 que ya están habilitados por parte del Ayuntamiento de Mexicali y la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), los cuales acordaron la instalación de dos hospitales campaña en el patio interior de la Facultad de Medicina, detrás de ambos nosocomios.
Según el infectólogo Rodolfo Ruiz Luján, del Hospital General, la última semana de abril podría llegar el momento más grave del coronavirus en la Capital del Estado, y en ese momento se pondría a prueba la preparación.
Consideró que la curva de contagios es superior a la que se tiene contabilizada, puesto que una gran cantidad de personas son asintomáticos, lo que significa que han generado contagios que aún no se identifican, pues como es sabido, se requieren 14 días para la incubación del virus. En su opinión, la población está un poco engañada con las cifras que se han registrado en Mexicali, y por ello, estimó que el momento de crisis será la última semana de abril, cuando se podrán evaluar los resultados de la política pública.
En entrevista telefónica para ZETA, el ex director del Hospital General, Édgar Castillo López, habló sobre las condiciones del nosocomio al momento de su salida, y refirió que durante los primeros tres meses del año, la Secretaría de Salud no dotó de equipo para la contención del coronavirus. De hecho fue hasta el miércoles 8 de abril que recibieron los primeros insumos. Es decir, después de 24 casos confirmados de coronavirus y cuatro decesos, solo en esta institución.
ZETA cotejó las órdenes de compra del Gobierno del Estado durante el primer trimestre del año en su página de internet, y se confirma que no hubo adquisiciones de insumos médicos básicos. Previendo esta situación, Castillo López dijo que desde marzo instalaron filtros en el área de urgencias a los pacientes sospechosos, además de solicitar apoyo de empresarios, de otros hospitales y de agrupaciones civiles para que donaran insumos elementales como cubre bocas, caretas, overoles, guantes, goggles, o bien, dinero en efectivo para la compra de productos necesarios.
Con ello -asegura- se logró sacar adelante la primera etapa del coronavirus, pero coincidió en que lo más complicado es lo que viene, puesto que el costo de los insumos mínimos indispensables es sumamente alto y se gastan varios equipos diariamente.
“Ningún apoyo será suficiente para atender la contingencia que se viene”, refirió el médico, quien permanece bajo cuidados en su casa por el coronavirus. Por ello, pide apoyo a la ciudadanía para que siga apoyando al hospital.
En total, trece médicos y enfermeras fueron retirados de su cargo por sospecha o confirmación de COVID-19, cuyo contagio -aparentemente- se dio dentro de las instalaciones. Además, la mayoría de los estudiantes de Medicina y Enfermería de la UABC que resultaron positivos (18) o sospechosos (29) de coronavirus, participaban en los hospitales estatales.
No conforme con estas bajas, desde el mes de marzo, el Hospital General trabaja con un 20% menos de personal, debido a que son parte de los grupos de riesgo al padecer diabetes, hipertensión u obesidad, por lo que se les solicitó recluirse en sus viviendas.
Esto reduce la capacidad de operación a 300 médicos y 600 enfermeros divididos entre los turnos y especialidades. De hecho, aún no se solicita al personal de otras áreas que atienda pacientes de COVID-19, pues gran parte de los enfermos solo requieren aislamiento y tratamiento de síntomas.