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martes, octubre 1, 2024
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La indolencia de Pérez Rico

Existe gran simulación en las estrategias del secretario de Salud, Alonso Pérez Rico, en torno a la pandemia que ya está golpeando a Baja California, y por la que prefiere culpar exclusivamente a los ciudadanos de los malos resultados, que reconocer que sus recomendaciones y mensajes como autoridad, no fueron efectivas.

Pareciera estar más interesado en complacer las exigencias y solapar los infortunados comentarios bufonescos del gobernador del Estado, Jaime Bonilla Valdez, cada mañana en su transmisión en vivo, que por garantizar la salud de los bajacalifornianos.

Pero permítanme justificar los motivos de la reflexión y por qué considero que su indolencia repercute sobre todo en el municipio de Mexicali, donde la contingencia está generando cifras preocupantes desde los primeros días: el 21 y 22 de marzo, comprenden el fin de semana crítico para el control de la pandemia en Baja California, puesto que ya se habían registrado casos y se “tomaban” las primeras medidas de acción. Sin embargo, ninguna autoridad estatal brindó atención para evitar aglomeraciones o recomendar no asistir a una jornada que mostró más de 30 mil votantes que en todo momento incumplieron con los lineamientos de la distancia, salvo una o dos excepciones.

Fue a través de amparos de despachos como el de Peña & Rivera, que el Estado fue forzado a tomar algunas medidas -y muy pobres-, como ubicar una patrulla en los centros de votación, lo cual ocurrió solo uno de los dos días y con la instrucción de no intervenir.

Desde el interior de la Secretaría de Salud, nos comentan que posteriormente el director de Adquisiciones, Carlos Gómez, inexperto en el servicio público, mantiene -por instrucciones de Pérez Rico- una política de economizar y reducir al mínimo los gastos. Pero esto lo ha trasladado a las compras relacionadas por la pandemia, de material como cubre bocas, guantes y todo tipo de productos de primera necesidad, lo que ha retrasado la adquisición de los mismos pese a que desde hace más de dos meses, se tiene conocimiento de la magnitud de la contingencia. Por ello el Sector Salud carece de insumos elementales.

El Ayuntamiento de Mexicali se salió del renglón y tomó acciones independientes a los acuerdos estatales, con la intención de reducir el flujo y aglomeración de personas en las calles, puesto que la Capital del Estado continúa con una conducta incrédula de la crisis de salubridad que se vive.

La inacción de la administración estatal provocó que la alcaldesa Marina del Pilar Ávila decidiera donar el 100% de su sueldo y pidió a sus funcionarios replicar la acción con un porcentaje del suyo, para comprar insumos médicos que serán donados al Hospital General. También invitó a la ciudadanía a donar material médico de ser posible.

En otro momento, la Secretaría de Salud exigió también instalar retenes en garitas y entradas de la ciudad, pero en el único municipio donde no apoyó con personal fue en Mexicali, causando conflictos dentro de las mesas de trabajo sobre este tema, pues pedían que policías tomaran la temperatura de personas que ingresaran a la ciudad, sin brindarles el mínimo apoyo de salud.

El hospital-campaña instalado para recibir la contingencia tampoco fue decisión de Pérez Rico, sino de autoridades municipales con la Universidad Autónoma de Baja California, que ya se preparan para la Fase 3 del contagio.

Una de las únicas medidas coordinadas fue el cierre de la vialidad del Hospital General de Mexicali, pero no hubo un canal de comunicación para informar a la ciudadanía lo que pasaría con sus enfermos, ya sea que tuvieran COVID-19 o de otros casos, lo que causó gran confusión, puesto que los uniformados no supieron canalizar a las personas.

Pérez Rico es indolente porque no le importa llevar la pandemia más allá de lo médico, no le ha importado la gente y prefiere regañar a los mexicalenses cada día en su “mañanera” que analizar por qué la sociedad mexicalense ve tan lejano un virus que ya superó el contagio de un millón de personas a nivel mundial, y ya cobró cinco vidas en sus primeras dos semanas en Baja California.

Lo peor es que el funcionario sostiene que su política ha sido transparente y comunicativa, cuando las transmisiones en vivo que realiza el gobernador solo las ven periodistas, allegados al gobierno y uno que otro desubicado.

Cuando comprenda que su trabajo va más allá de contar muertos y enfermos, entenderá lo que es ser un secretario de Estado.

Autor(a)

Eduardo Villa
Eduardo Villa
Periodista desde 2011 y corresponsal en Mexicali del Semanario Zeta. Participante del Border Hub del International Center for Journalists y coautor del libro “Periodismo de Investigación en el ámbito local: transparencia, Acceso a la Información y Libertad de Expresión”
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