La contingencia de salubridad generada por el coronavirus vino a traer una serie de aprendizajes y verdades que permiten replantear diversas problemáticas, entre estas, los índices de contaminación que se registran en Mexicali.
Desde la administración del gobernador José Guadalupe Osuna Millán, cuando se aprobaron las concesiones para la verificación vehicular, se justificó la medida con el argumento que precisamente los autos causaban altos índices de contaminación ambiental.
Su secretario de Medio Ambiente era precisamente Efraín Nieblas, hoy con un puesto homónimo, pero en el Ayuntamiento de Mexicali, dirigido por Marina del Pilar Ávila.
Casi diez años después, la alcaldesa emprendió una nueva campaña contra los peligrosos índices de calidad del aire, y responsabilizó por todos los medios posibles a la cohetera Cachanilla, exhibiéndola y presionándola para reducir su producción y venta, con el objetivo de reducir la polución de la Capital del Estado.
Sin embargo, en tiempos de coronavirus, el flujo vehicular ha disminuido sustancialmente en las calles, la ciudad se encuentra trabajando a la media potencia y, aun así, prevalecen niveles de contaminación insalubres.
Según datos proporcionados por la agrupación Redspira, disponibles en su página de internet, el día que se declaró formalmente la restricción de libre tránsito por parte del gobernador Jaime Bonilla Valdez, Mexicali registró niveles Amarillo y Naranja en partículas 2.5 -las más pequeñas y dañinas para el organismo- en gran parte de la ciudad, lo que ya representa altos índices de contaminación, sobre todo en los puntos donde se aglomera la industria.
Registros recabados del 31 de marzo coinciden con los referidos por el medidor de calidad del aire de Valle Imperial, donde también se contabilizaron niveles de 55AQI para partículas 2.5 -alerta Amarilla-. Sin embargo, los niveles más severos se dan al Sur y al Poniente de la ciudad, donde se superaron los 100 AQI.
La conducta de la contaminación es curiosa, puesto que cada seis o siete días, los niveles se disparan en estas zonas, aunque prácticamente diario algún punto de la ciudad tiene niveles por encima de los saludables.
Curiosamente, las partículas suspendidas PM10, adjudicadas principalmente al polvo, mantienen poca presencia en el aire de Mexicali, al declararse en nivel Verde -menos de 50 AQI-, lo cual sugiere que los altos índices de contaminación pudieran no ser un tema exclusivo de los automóviles o de la cohetera y quizá sea momento de voltear a ver un poco más a industrias como Zahorí, la Siderúrgica, entre otras cuya actividad medioambiental no está debidamente regulada.
Las concesiones otorgadas por Osuna Millán para los centros de verificación vehicular terminarán muy pronto, lo que permitirá replantear el esquema de inspección automotriz, pero la política no debería parar ahí, sino en buscar un nuevo esquema para combatir los altos índices de contaminación. Claro, si es que es una verdadera prioridad para los gobiernos municipal y estatal.
Refilón
La Subsecretaría de Derechos Humanos, dependiente de la Secretaría General de Gobierno, mandará llamar a Juan Guízar, coordinador de Comunicación Social del mandato bonillista, por la restricción de la cobertura informativa contra del autor de esta columna durante el evento encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador el 28 de marzo en las instalaciones del Poliderportivo, donde se impidió el ingreso a los corresponsales de ZETA.
Es la segunda vez que Guízar impide la actividad periodística de este reportero en menos de un mes, por lo que se exhorta al funcionario dirigirse con seriedad, entender que es un servidor público y dejar sus revanchismos en la puerta de su oficina, pues lo único que ocasiona, es empeorar la imagen del gobernador morenista.