Cuando en el Ayuntamiento de Tijuana nombraron a Néstor Nicolás Alarcón Morales encargado de despacho de la Dirección de Bomberos Tijuana, presumieron contar con una investigación suficiente para suspender de ese cargo al Capitán José Luis Jiménez González por supuestas irregularidades. De manera extraoficial, se informó investigarían si los bomberos continúan promoviendo servicios de consultoría y capacitación privada a empresas, pues han hecho de esta práctica un negocio. Tanto, que algunos promovieron el amparo 525/2019-III ante el Juzgado Quinto de Distrito en Materia de Amparo y Juicios Federales en el Estado de Baja California, para protegerse de una reforma al Reglamento de Protección Civil, que prohíbe que servidores públicos en la materia sean consultores en el ramo privado. Alarcón Morales encabeza esa lista de amparados. En Bomberos comentan que Alarcón es de los que deja de lado sus labores para impartir las capacitaciones privadas o regresarse a su domicilio a descansar. Por esta razón, el resto de sus compañeros no lo acepta como jefe, a lo que suman falta de experiencia en el campo, dado a que se ha dedicado solo a lo “administrativo”. También refieren que mantiene cercanía con el ex director de Bomberos, Carlos Gopar, a quien acusan de haber “metido mano” en la remoción de Jiménez de la silla de la Dirección para poner a uno de sus allegados y continuar beneficiándose del negocio de las capacitaciones y la presunta venta de agua al sector maquilador. A Alarcón, en las tres semanas que tiene en el cargo. Le adjudican el regreso de aquellos bomberos que fueron despedidos durante la gestión de Jiménez, quien para limpiar la imagen de la corporación, hizo una depuración de los elementos. Además de afectar la colaboración que se mantenía con los distintos grupos de atención a emergencias, con la excusa de que no hay recursos para trabajar en equipo. En plena pandemia, los bomberos se quedaron si un líder que sepa buscar la manera de hacer las cosas, aunque no tengan con qué.
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