Hoy he mirado hacia el cielo
recitando una plegaria,
sin intención literaria
pero pidiendo consuelo.
Está la Tierra de duelo
por las vidas que ha robado
el enemigo malvado,
que llegó de madrugada
con sonrisa despiadada
y su colmillo afilado.
Miden su distancia aquellos
aunque no llevan campana,
un domingo en la mañana
sin el sol y sus destellos.
Quedan recuerdos cual sellos
muy dentro del corazón,
-mas se fue la inspiración-
porque el rapsoda quisiera
que el mal desapareciera
de cada pueblo y nación.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California