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martes, octubre 1, 2024
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“La vida es mejor contada que vivida”: Juan Villoro

El escritor regresa a Baja California con la conferencia-concierto “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica”. Este año Almadía reeditó “Palmeras de la brisa rápida” a 30 años de su aparición. “El ornitorrinco parece una mezcla de muchos animales y no es ninguno de ellos; la crónica tiene influencias prácticamente de todos los géneros literarios”, define el autor respecto a la crónica

En el 150 Aniversario del natalicio de Amado Nervo (Nayarit, 1870-Montevideo, 1919), Juan Villoro comparte la conferencia-concierto “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica” en Baja California. Tras presentarse ayer jueves en Ensenada, el turno para hoy viernes 13 de marzo a las 8:00 pm es para Mexicali, en la Sala Auka del Centro Estatal de las Artes (CEART).

En el marco del ciclo “México. Arte y Cultura en Baja California” que implementó la Secretaría de Cultura de Baja California a cargo de Pedro Ochoa Palacio, Villoro regresa a Baja California junto con Hernán Bravo Varela (voz), Guillermo Zapata “El Caudillo del Son” (guitarra y dirección musical), Armando Correa (bajo) y Pepe Vallejo Jr. (percusión y voz).

“Desde hace mucho tiempo yo quería hacer una conferencia, pero que estuviera ilustrada con canciones sobre la manera en que los versos de Nervo y su impronta poética habían perdurado no tanto en la poesía contemporánea, sino en la canción popular; de ahí surgió la idea de esta conferencia-concierto”, expresó a ZETA Juan Villoro, a la vez que valoró la aportación de Amado Nervo a la canción romántica del Siglo XX y compartió algunos pormenores sobre la reedición de “Palmeras de la brisa rápida” por Almadía.

Cortesía

 

EN EL NATALICIO DE NERVO

En febrero de 2019 se presentó por primera vez el espectáculo “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica”, durante el Festival de las Letras de Tepic, Nayarit. “Nos invitaron justamente para recordarlo con motivo de los 100 años de su fallecimiento, que fue el año pasado, este año estamos celebrando los 150 años de su nacimiento”, rememoró a ZETA el escritor.

“La idea se me ocurrió porque desde hace mucho tiempo había estado siguiendo la pista de la poesía de Amado Nervo en la canción romántica; sin lugar a dudas Nervo fue el poeta más famoso de México en su tiempo, alcanzó una dimensión continental considerable y su entierro fue un auténtico acontecimiento. Se trató de un funeral que recorrió durante seis meses toda América Latina, porque el poeta murió en Montevideo, donde trabajaba en la Embajada mexicana y, al ser trasladado su cadáver a Veracruz, el barco hizo escala en los principales puertos de América Latina, donde se recitaron sus poemas y se convirtió esto en una auténtica apoteosis necrológica”, narró Villoro.

Asimismo, detalló cómo Nervo influyó en los compositores románticos del Siglo XX, entre ellos Agustín Lara “El Flaco de Oro”:

“Nervo es el poeta de la generación de mi abuela, el favorito de muchos declamadores y declamadoras, pero posteriormente la crítica literaria y los poetas consideraron que su sensibilidad había caducado, que era exageradamente cursi, que su enorme capacidad rítmica ya no se ajustaba a las condiciones de la poesía contemporánea que asumió un ritmo más conversacional. Adoptó el verso libre y se decantó por otro tipo de expresiones estéticas, pero curiosamente, quienes recuperaron la herencia de Nervo muchas veces sin saberlo fueron los compositores de boleros y de otras variantes de la canción romántica con Agustín Lara a la cabeza, el famoso músico poeta que tanto le debe a la poesía modernista y especialmente a Amado Nervo”.

En “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica”, Juan Villoro diserta en torno a la vida y obra del homenajeado, mientras los artistas ejecutan diversas obras de compositores como Agustín Lara (“Hastío”), Fidel Ávalos Valadez (“Libro abierto”), Alfredo Lepera (“El día que me quieras”), Gabriel Ruiz (“Usted”) o José Antonio Méndez (“La gloria eres tú”), por citar algunos.

 

LA REEDICIÓN DE “PALMERAS DE LA BRISA RÁPIDA”

Además de compartir por diversos escenarios de México entre 2019 y 2020, “En el jardín azul de tu extravío. Amado Nervo y la canción romántica”, por estos días, Juan Villoro celebra la reedición de “Palmeras de la brisa rápida”, crónica que fue publicada por primera vez en 1989.

“Estoy muy contento de que el libro pueda seguir circulando, han cambiado muchas cosas: las crónicas de viaje escritas en el presente pueden tener el encanto de ver cómo es una realidad, pero 30 años después también tienen el encanto de ver cómo era esa realidad, en una época sin correo electrónico, sin teléfonos celulares, sin la preocupación de estar en zonas que pudieran estar controladas por el crimen organizado. Era un país distinto para viajar”, expuso Villoro en entrevista con ZETA.

En “Palmeras de la brisa rápida”, el autor brinda una crónica escrita en 1988 sobre su viaje a Yucatán, donde narra algunos pormenores de la vida cotidiana en Mérida, mientras cuenta sobre algunos personajes que han determinado la cultura yucateca y pasajes históricos sobre la península, la tierra de su abuela Estela Milán y su madre, Estela Ruiz.

—  En “Palmeras de la brisa rápida” comulga la biografía familiar, la investigación, narración de hechos históricos, crónica literaria, entrevistas a diversos personajes yucatecos, por ejemplo. ¿Qué es la crónica para Juan Villoro?

“La crónica es el ornitorrinco de la prosa, porque el ornitorrinco parece una mezcla de muchos animales y no es ninguno de ellos; la crónica tiene influencias prácticamente de todos los géneros literarios, pero es en sí un género. Entonces, la crónica puede admitir el relato autobiográfico, la investigación bibliográfica, la entrevista con personajes locales, las informaciones de archivos, etcétera. Yo traté que ‘Palmeras de la brisa rápida’ fuera un nuevo códice maya, escrito hoy en día con los recursos de lo que dispone un escritor.

“Yo creo que la crónica siempre se escribe, como dice Martín Caparrós, en primera persona; incluso cuando estamos hablando de otras gentes, esto se debe a que el cronista está viendo el mundo a través de sus ojos y con sus propia voz.

Foto: Enrique Mendoza Hernández

“Cuando nosotros vemos ‘Relato de un náufrago’ de Gabriel García Márquez, escuchamos la voz de un náufrago porque la crónica está escrita en primera persona, como si el propio protagonista hubiera contado su aventura, pero podemos intuir la mirada y la voz de García Márquez detrás de esas palabras; entonces, la crónica tiene algo muy personal y eso es justamente lo que le da su encanto.

“Cuando tú lees los retratos, los perfiles extraordinarios que hace Leila Guerriero te das cuenta de que entras en contacto con una personalidad significativa pero también con el estilo literario, con la mirada, con la voz de quien es su testigo; entonces, yo creo que las crónicas nos seducen por eso, viajas en compañía de una persona que te está contando el mundo”.

A propósito de la biografía familiar, en alguna parte de “Palmeras de la brisa rápida” mencionas: “No pude pensar en mi abuela sin sentir que mi infancia entera estaba escrita con sus ojos”. ¿Qué tan determinante fue la figura de tu abuela en tu vocación de escritor?

“Al escribir el libro me di cuenta de la importancia que mi abuela había tenido para mí, porque ella era una mujer muy fantasiosa, muy fabuladora, muy paranoica y la paranoia es una forma de la imaginación literaria, porque es una posibilidad de buscarle claves y razones a amenazas que no has podido descifrar; entonces, esta mujer que tenía una vida imaginaria mucho más rica que su vida real, fue quien me cuidó de niño, porque mis padres trabajaban todo el día y nosotros vivíamos en un dúplex, entonces, en la casa de arriba yo vivía con mis papás, ahí no había televisión; mi abuela en cambio sí tenía televisión y ella me cuidaba todas las tardes”.

Ante la influencia de su abuela Estela Milán, a quien dedica “Palmeras de la brisa rápida” junto con su madre, Estela Ruiz, Villoro concluyó:

“Cuando yo era niño pues la pasaba jugando con mi abuela, escuchando sus historias y me parecía fabuloso todo lo que ella decía; historias que a mi madre, por ejemplo, le parecían absurdas o incluso incorrectas, en el sentido de que ella consideraba que eran mentiras, que eran cosas incomprobables, pero para un niño es extraordinario vivir en una atmósfera de ficción. Entonces, muchas de las cosas que mi abuela me contó determinaron mi pasión por las historias, ella me demostró que la vida es mejor contada que vivida”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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