Acababa noviembre de 2019 cuando se develaron los casos de moches en el gobierno de Jaime Bonilla Valdez. Miembros de primer nivel del gabinete de Baja California, habían solicitado y recibido dinero para “proyectos” del Voluntariado Gente Como Tú con Bonilla por parte de empresarios, a cambio de la promesa de entregarles contratos millonarios desde el Gobierno del Estado.
La cifra de lo solicitado y recibido, superaba los 24 millones de pesos, y al ver incumplida la promesa de la entrega de contratos, a algunos empresarios les fue devuelto parte de su dinero. El caso escaló a la investigación ministerial, y hoy día es parte de una investigación en la Fiscalía General del Estado, de la cual, ciertamente, poco se sabe.
El día que en ZETA se reveló el entramado de los moches en el reportaje “Corrupción en gobierno de Bonilla”, el 29 de noviembre de 2019, poco después del mediodía y en una transmisión vía redes sociales, el secretario general de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano, anunciaba que debido a los señalamientos, la secretaria de Bienestar, Cinthya Gissel García Soberanes, quien era la principal implicada en los moches de acuerdo a testigos, había “caído en coma”.
Más tarde la renunciaría del cargo, no sin antes culpar a los medios de comunicación de la salud de la ex funcionaria estatal. Pero esta no había caído en coma. Efectivamente había ingresado al Hospital Del Prado -días después el propio Gobierno del Estado filtraría una foto de ella en una cama de hospital, con la mirada en un horizonte inexistente-, lo suyo había sido una crisis nerviosa, un ataque de pánico, informarían extraoficialmente en el hospital.
García Soberanes es una sobreviviente de cáncer, “enfermarla” fue para Amador, la salida más fácil en medio de la sospecha de corrupción en la administración de Jaime Bonilla, en la cual el propio Rodríguez Lozano aparecería mencionado más adelante.
Al día siguiente de la conferencia, sábado 30 de noviembre -y sin enfermarse-, el oficial mayor Jesús Núñez, también implicado en los moches, anunciaría su salida del gabinete.
Fuera de esas dos bajas y los espaldarazos públicos de Bonilla para Rodríguez Lozano, nada ha sucedido con el caso de los moches.
En la Fiscalía General del Estado, titulada por Guillermo Ruiz Hernández, dirían que abandonaron la investigación sobre el caso cuando fue creada la Fiscalía Estatal Anticorrupción y fue electa su titular, quien poco más de un mes después, renunciaría al cargo, dejando acéfala la entidad de papel, y la Fiscalía supuestamente retomando no solo la investigación de los moches en la administración del ingeniero Bonilla. También la de la corrupción en el gobierno de su antecesor, Francisco Vega de Lamadrid.
Amador Rodríguez Lozano empezó a ser un funcionario incómodo. A los moches le siguió el haber contratado a un sospechoso en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa en septiembre de 2014, para hacerse cargo de los reclusorios del Estado, el general en el retiro Marcos Esteban Juárez Escalera, quien también será renunciado de su cargo días después de la revelación de su expediente en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Caso también dado a conocer en estas páginas editoriales.
En el círculo del actual gobernador de Baja California cada vez era más reflexionado que Rodríguez Lozano saldría del gabinete. Los cercanos aseguraban que seguía en la estructura de gobierno por el hecho de que fue él quien encabezó los trabajos jurídicos para que Bonilla se quedara cinco y no dos años en el Poder Ejecutivo estatal. La resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que sobre el caso no ha salido, pero la promesa de Amador a Jaime Bonilla Valdez de quedarse cinco años, decían, es lo que lo mantenía en la foto política.
Y entonces, Amador Rodríguez Lozano enfermó. Y al parecer fue un caso real, no como el coma de la ex secretaria de Bienestar. El martes 3 de marzo, desde las seis de la mañana, cuando su chofer pasó por él, el funcionario comenzó a sentirse mal. Tenía dolor en la nuca y comenzaba a decir incoherencias. Su personal avisó de la condición y le hicieron una cita en el Issstecali, a la cual Amador no quería ir dado que al día siguiente, dijo, tenía una con su médico de cabecera. No lo obedecieron y lo llevaron al hospital del Sector Salud. La medida fue tan oportuna como benéfica para el ex priista. Salvó no solo la vida, sino sus funciones motoras. Solo queda un leve seseo en su hablar, expresaría a ZETA un funcionario de manera extraoficial.
Con la enfermedad como parteaguas político, el gobernador ha reculado en sus consideraciones de cambiar de secretario general de Gobierno. La empatía de Bonilla hacia los malestares de Rodríguez le ha alargado la vida al último en el gabinete morenista en Baja California, aunque todavía hay quienes, más por enjundia política que por sensibilidad, le apuestan a que su condición física no le permitirá regresar al gobierno.
Por lo pronto, Amador Rodríguez Lozano se recupera en una cama de hospital, de la extracción de un coágulo en el cerebro, que insisten, fue tan exitosa y oportuna, que no mermó sus capacidades físicas o intelectuales. El padecimiento alcanzó al secretario que enfermó a una funcionaria para sacarla del gobierno.
En política así es, especialmente en las viejas formas de hacerla. Las cuestiones de salud son siempre un buen pretexto para renunciar a funcionarios incómodos a la administración. A ver cómo reacciona el gobierno de Morena en Baja California.