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lunes, septiembre 30, 2024
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El Presidente sigue sin entender a las mujeres

El Día Internacional de la Mujer es un movimiento, como se advierte en el enunciado, internacional. Se vive y se conmemora en todo el mundo. En distintas épocas, en contextos específicos, es más grande, aglutina a más mujeres, o suele pasar discreto. México no ha sido la excepción. Cuando había menos libertades para las mujeres, las manifestaciones y exigencias en ese día solían ser nulas, mínimas, o minimizadas.

Al tiempo que los mexicanos hemos ido madurando como sociedad, cuando hemos tenido acceso a la democracia, por ejemplo, cuando se ha avanzado a partir de leyes con gobiernos y entornos laborales paritarios o en camino a serlo, las mujeres se han empoderado y en ello va tomar las calles como lo hicieron este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en todo el país, resaltando por su número de residentes y por lo tanto en el nivel de participación de la mujer, la Ciudad de México, la misma que concentra los poderes que integran el Estado mexicano.

Aparte del empoderamiento que la mujer mexicana ha tenido en los últimos años, hechos de violencia recientes, notorios casos de acoso, de feminicidios, de violencia doméstica, acoso sexual y de una impunidad que también pega a las mujeres, este año el movimiento creció hasta convertirse en un hecho histórico.

Cientos de miles de mujeres salieron a manifestarse en una marcha que fue, sin lugar, a dudas en un 99.9 por ciento de la participación pacífica. Aun cuando las autoridades de la Ciudad de México pretendieron minimizar la marcha del #8M obsequiando una cifra de 80 mil participantes, se sabrá en estos días una cifra más cercana a la real, que sin duda sobrepasará esa oficial.

De las cientos de consignas cantadas, gritadas, entonadas, fue rara aquella que trajera una contra el Presidente de la República. En el periódico Reforma hicieron un recuento de 100 consignas, hubo más, la algarabía les dio para más. Pero considerando esas 100 levantadas por el diario, entre las escritas en mantas, en cartulinas o cantadas a toda voz, sólo en dos de ellas se hace referencia directa al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador: “AMLO queremos protección, no que te preocupes por rifar el avión”, y, “AMLO macho”. Sólo esas.

De manera indirecta, tres fueron las referencias al Presidente López Obrador en el conteo de Reforma, y se debieron a sus posicionamientos públicos y las prioridades que, ha demostrado, tiene el Gobierno que encabeza: “A cómo el cachito de justicia”, en relación a la gran venta de cachitos que ha emprendido el mandatario nacional y que incluso consideró y así lo anunció, iniciar la venta el 9 de marzo, día del paro de mujeres, aunque después reculó. Otro, “Las paredes se lavan, nuestras mujeres no vuelven”, en alusión directa a la petición del Presidente para que en las manifestaciones feministas no se pintaran las paredes ni la puerta de Palacio Nacional, su casa.

Hubo otras dos referencias al Estado, no a él directamente: “Fue el Estado” y “México feminicida”.

Fuera de esas pocas pintas directas al Presidente López Obrador, o indirectas a sus prioridades, no hubo consignas para derrocar a su Gobierno, tampoco llamados a la insurrección, a la reacción, mucho menos arengas políticas; ideológicas partidistas tampoco.

La realidad que el Presidente López Obrador no quiere, o no puede entender, es que el Día Internacional de la Mujer fue eso, y no un acto en su contra. No fue una marcha anti-lópezobradorista, como tampoco fue una manifestación contra su Gobierno. Muy pocas -las anarquistas cuya presencia fue mínima en relación a la concentración masiva- de las miles de mujeres que marcharon ese día, entre cantos, bailes, consignas, lo quieren tumbar de la silla presidencial que ocupa desde el 1 de diciembre de 2018 después de una votación tan democrática como histórica.

Pero en la paranoia política, el Presidente López Obrador ve pretendidos golpes de Estado, insurrecciones y acoso, y no entiende que detrás del movimiento de mujeres que este 8 de marzo del 2020 tuvo una participación histórica, está sólo el ánimo de sentirse seguras, libres, respetadas, con acceso a la justicia, al progreso, a una paga justa y ambientes laboral y social, libres de acoso.

No todo en la manifestación social de este país gira en torno al Presidente Andrés Manuel López Obrador, como tampoco él tiene la exclusividad de la toma de la calle y el abarrotamiento del Zócalo capitalino. No es él el protagonista de todas las marchas. Ese domingo 8 de marzo, como con el paro del 9 de marzo, las protagonistas fueron las mujeres. Pero el Presidente las irrespeta con sus manifestaciones verbales, en un foro donde ahí sí, solo él y nadie más es el protagonista, en sus mañaneras, en una de las cuales, por increíble que parezca, soltó esta frase para referirse al movimiento feminista en México: “Tiene varias aristas, son mujeres que luchan contra los feminicidios, pero hay otra vertiente que están en contra nuestra y lo que quieren es que fracase el Gobierno y no se consolide la cuarta transformación. Es el conservadurismo disfrazado de feminismo los que quieren que fracase”.

Nada de eso. Las miles de mujeres llegaron acompañadas de otras mujeres por voluntad propia, porque la tienen y porque de eso se trató la marcha también, de la dignificación de la mujer, de la mujer libre que toma decisiones, que no es alfil de partido político, ni de grupo ideológico o de un Gobierno manipulador. Pero eso no lo entiende el Presidente López Obrador. Para él toda manifestación, así sea en un día de conmemoración internacional, forzosamente tiene que ver con él. Se mete solo a la narrativa social y agrede. Insistió en su conferencia del #9M, un día después de la histórica marcha:

“…de quienes están en contra nuestra y lo que quieren es que fracase el Gobierno y sobre todo que no pueda consumarse la cuarta transformación de la vida pública del país. Es el conservadurismo disfrazado de feminismo o de lo que resulte”.

Agredió también a los medios de comunicación que ante el alcance histórico que ya se previa sobre la marcha hicieron enlaces en vivo, al tiempo que se pretendió erigir como el único que puede –o podía, pues ya es Gobierno y no soporta, es evidente, las manifestaciones- tomar la calle, el Zócalo, y ser noticia:

“Me llamó mucho la atención ayer, porque nosotros venimos de la lucha social, de la oposición, y hemos hecho infinidad de marchas y hemos llevado a cabo muchas concentraciones, yo creo que en los últimos años hemos estado como unas 30, 40 veces en el Zócalo, y hemos luchado, y nunca este, tuvimos cobertura de los medios como ayer, Televisa en vivo, Milenio en vivo, todos, este, muy atentos informando, eh, bueno no todos también, un número considerable de medios”.

Pretendiendo tener un tono más conciliador, cuando ya era tarde, refirió protección para la manifestación; “afortunadamente, repito, se garantizaron las libertades, no hubo represión, hechos aislados…”.

Y en su discurso, una vez más, minimizó a la mujer, a las miles que marcharon las redujo a títeres de los grupos que acusa de conservadores. Lo dijo con todas sus palabras el Presidente: “no pudieron los conservadores articularse, siguen sin poder agruparse para formar todo lo que conocemos como reacción. Siempre que hay un movimiento de transformación como respuesta un movimiento reaccionario… ahora están moralmente y políticamente derrotados, como decía el Presidente Benito Juárez, el triunfo de la reacción es moralmente imposible…”.

No fue así. La del domingo fue una marcha feminista con cantos, con bailes y tambores, con consignas exigiendo justicia, seguridad, un mundo libre de violencia, alto a la impunidad, alto a los feminicidios, valentía femenina. Miles de mujeres que debieron saltar los obstáculos que puso el Gobierno de la Ciudad de México al cerrar calles y avenidas para provocar embudos de manifestantes y retrasar la llegada al Zócalo, mismo espacio que fue cerrado, tapiado, para que no llegaran, para que no se manifestaran ahí, acciones por parte de un Gobierno que paradójicamente está encabezado por una mujer.

Pero las mujeres no se arrendaron. Tiraron las vallas que impedían el acceso al Zócalo y entraron poco a poco como fueron llegando debido a los retrasos por el cierre de calles. Fallaron en su estrategia de minimizar la marcha, en la estrategia de demeritar la denuncia con la participación de muy pocas mujeres haciendo disturbios, vandalizando empresas, o lanzando bombas molotov a un tapiado Palacio Nacional que ya no es la casa del pueblo, sino el hogar y las oficinas privadas del Presidente.

Es una lástima que el titular del Ejecutivo Nacional no entienda a un sector tan importante en la sociedad mexicana como lo son las mujeres. Que no entienda que la marcha fue de ellas, para ellas, que él no es el protagonista de todo, ni el centro de la manifestación pública en el país. Es lamentable que se cierre a cambiar una estrategia para proveer seguridad, justicia e igualdad a la mujer, cuando es evidente, por los acontecimientos de violencia, el acoso y la brecha salarial, que no está funcionando.

Es lamentable que el Presidente no entienda que el movimiento del #8M fue internacional, que debía acompañar en lugar de agredir, en un día que para las Naciones Unidas, se trata de “un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir cambios y celebrar la valentía y la determinación de las mujeres de a pie que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades”.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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