Actualmente, más de 60 casas están catalogadas con la etiqueta roja de protección civil, lo que significa que están asentadas en una zona de riesgo; en la última semana, las grietas en las casas han incrementado de manera alarmante. Durante 16 años, los residentes han padecido el deterioro de la zona que fue declarada, por aquellos años, como zona de desastre, tras un estudio elaborado por el Cicese
Los vecinos de Cumbres del Rubí están sufriendo las consecuencias de las omisiones de autoridades estatales y municipales de años anteriores (y la lentitud de las actuales); como resultado, están a punto de perder sus casas a pesar de tener más de 30 años en ellas.
Juana Hernández tiene más de 30 años viviendo en esa colonia; ahí formó una familia, educó a sus tres hijos, invirtió sus ahorros, y justo un mes después de obtener por completo su título de propiedad, le informan que tienen que desalojar porque su casa está en zona de desastre.
“Yo no me voy a salir. Esta es mi casa, no tengo porque ir a dar molestias a otro lado. Aquí tengo toda mi vida, mi dinero, mi historia. Ni siquiera saben qué hacer con nosotros”, dijo a ZETA.
La casa de Juana es una de las más de 60 que se encuentran catalogadas con la etiqueta roja de Protección Civil, lo que implica que es zona de inminente riesgo. El problema empezó aproximadamente a mediados de febrero, pero desde la última semana se intensificó porque las grietas avanzaron con mayor velocidad.
A simple vista se pueden ver, desde la entrada, las grietas que dividen las paredes; al interior, se observan en el piso, en el techo. Incluso es visible la separación de las paredes con el techo, dejando ver la luz que entra de fuera.
También es el caso de otras 100 familias de la zona, que se están viendo afectadas por la pérdida de sus viviendas a causa de fallas geológicas, así como por las lluvias que actualmente han caído en Tijuana.
“A mí me tocó desmontar, por ahí de 1983. Llevaba a mis niños a la escuela y me venía al predio a limpiar, y poco a poco fui construyendo mi casita. Ahora estoy sola; mis hijos están en Estados Unidos, soy de la tercera edad y vivo de lo que puedo vender o de la ayuda que la gente me da. No puedo empezar de cero a estas alturas de la vida”, comentó a este Semanario, Juana Ávila de la Torre.
Sin embargo, hay otros colonos que, ante la gravedad de la situación y la falta de acción de las autoridades, ya han comenzado a sacar sus cosas o desmantelar sus casas, entendiendo que perderán todo. Al menos así, la madera del techo la pueden emplear para construir una pared, mencionaron algunos.
Declaratoria de desastre natural
El 24 de febrero de 2003, la colonia Cumbres del Rubí fue declarada como Zona de Desastre Natural, tras un estudio realizado por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), después de diversos deslaves que acabaron con varias casas en 1998, y otras más en 2002.
La declaratoria fue solicitada durante la administración estatal de Eugenio Elorduy Walther, y aprobada por Santiago Creel, secretario de gobernación en ese entonces, para canalizar recursos del Fonden y ayudar a los afectados; pero los movimientos telúricos cesaron y todo continuó como si no hubiera pasado nada.
En 2018, durante la administración municipal de Juan Manuel Gastélum Buenrostro, el Instituto Metropolitano de Planeación de Tijuana (Implan) realizó un anteproyecto llamado “Declaratoria de Usos y Destinos de las Zonas de Alto Riesgo en las colonias Cumbres y Lomas del Rubí”, en el que se informa que se tiene conocimiento de derrumbes en 1992, 1998, 2000 y 2002, respectivamente, en esa colonia.
En el documento se informa que en febrero del 2004 el Implan, en coordinación con el Cicese, emitió un Reporte Técnico en el que se delimita el área no apta para asentamientos humanos e infraestructura en las colonias Cumbres del Rubí, Anexa Ramírez y Tejamen.
Asimismo, señala que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) diagnosticó que existe el factor geológico de suelo con características de permeabilidad en la superficie e impermeabilidad en el interior, lo que da como resultado suelos no aptos para asentamiento humano.
Se ha ido dejando de lado: DAU
Al respecto, Patricia Peterson Villalobos, secretaria de Desarrollo Urbano y Ambiental de Tijuana, admitió a ZETA que desde 2003 hubo actividad sísmica en la zona y posteriores; pero de repente pararon y estuvieron “en reposo”.
“Se fueron dando en otras (colonias), más fuertes, como la de Lomas del Rubí y la de la Sánchez Taboada y la de División del Norte; entonces, como esa estaba en reposo, se ha ido dejando de lado para atender lo más urgente. Hasta que de repente dijo ‘ya desperté, atiéndanme’”, explicó.
Agregó que continúan analizando la situación, y confesó que no la pueden contener, por lo que Protección Civil Municipal ya ha estado clasificando las casas que tienen mayor riesgo. La secretaria pidió a la población que tome sus precauciones y “esperen a que pase la temporada, para ver cómo reacciona la zona”.
Destacó que están alertas porque otras fallas en la ciudad también pueden despertar, las cuales no se tenían contempladas, como en la zona de Torres del Lago.
Marco Antonio Sánchez Navarro, subdirector de Protección Civil Municipal, aseguró que desde la primera semana de marzo han hecho recorridos por las calles para poner las etiquetas rojas, de las cuales ya van más de 65.
Esperando la coordinación
El alcalde Arturo González Cruz mencionó que entiende el malestar de los vecinos, pero afirmó que sí lo están atendiendo; están conscientes de que el problema ha avanzado, y están esperando la coordinación con el Estado y la Federación.
Por su parte, Alejandro Ruiz Uribe, delegado único federal en Baja California, declaró que está esperando el dictamen de Protección Civil para saber las circunstancias; sin embargo, que es un tema local, por lo que solo intervendrá si se le solicita apoyo a la Federación, justificó.
Karen Postlethwaite, secretaria de Infraestructura y Desarrollo Urbano del Estado, comentó a ZETA que apenas se están coordinando con el municipio para ver qué apoyo necesitan del Estado.
Mientras, los vecinos continúan en la incertidumbre de lo que pasara con sus viviendas y pertenencias, pues a diferencia de Lomas del Rubí o la Sánchez Taboada, donde ya se tiene un procedimiento establecido y tienen la certeza de que recibirán ayuda, con ellos apenas inician las coordinaciones; en tanto, las grietas están cada vez más grandes y profundas.