“Todos los seres humanos somos iguales cuando nos quitan la piel; lo que afecta al corazón humano de un país, toca todos los corazones en los demás”. -Lin Yutang (1895-1976), La Importancia de Vivir.
En 1937, el chino Lin Yutang publicó en Nueva York algunos de sus pensamientos, titulados La Importancia de Vivir.
Su intención no fue académica, sino escribir algo que nos ayudara a comprender a los occidentales cómo son los orientales; viviendo en Estados Unidos, Yutang revela algo de la cultura china.
Un amigo chino decía que ahora las nuevas generaciones de chinos que llegan a la frontera con México a trabajar, tienen la cabeza hueca y, sobretodo, el alma vacía de fe y religión, porque el comunismo chino quiso arrancarle a su pueblo una fe de cuatro mil años. Y hoy son presa fácil de las sectas o pseudo religiones cristianas.
Lin Yutang es un pensador admirablemente sencillo.
Muy contento estoy de no sobresalir, de aferrarme al suelo, de ser semejante a la tierra. Mi alma serpentea cómodamente en la tierra y la arena, y es feliz. A veces cuando se embriaga uno con esta tierra, el espíritu parece tan ligero que cree es el cielo. Pero en realidad pocas veces se alza dos metros sobre el suelo.
En Baja California, en particular en Mexicali, los chinos son parte de su fundación y de la vida misma de la región. Incluso, algunos aseveran que la mejor comida china en el mundo se prepara en tierras cachanillas; habrá casi mil restaurantes chinos entre Tijuana y San Luis.
Para Yutang, el ideal más alto de la cultura china ha sido siempre un hombre con sentido de desprendimiento hacia la vida, basado en cierto sentido de sabio desencanto. De Harvard (Estados Unidos) se fue a Francia para terminar en Alemania; respetuoso de la vida norteamericana, quiso que entendiéramos la cultura china respetando la diferencia de razas.
Tengo la seguridad de que los nervios norteamericanos resisten muchas cosas que los nervios chinos no podrían soportar, y viceversa.
¡Qué bueno que así sea! ¡Qué bueno que todos tengamos que nacer distintos! A pesar de todo se trata de un asunto de relatividad. Uno pensaría que, por el supuesto bienestar económico en un país, las cosas marchan bien para el sector popular (la gran mayoría del pueblo).
En 2008 los Juegos Olímpicos fueron en China… creo que la capitalista, porque me parece que hay una china comunista, la popular; atrasada para su gente, avanzada para los comunistas capitalistas. O sea, para los “rábanos”: rojos por fuera y blancos por dentro.
Me dice un amigo chino que no es cierto que haya un supuesto bienestar popular porque China se esté convirtiendo en -o es ya- la primera potencia económica mundial, más que Estados Unidos de Norteamérica. Aquello es una falacia popular, no una realidad nacional.
Cientos de millones de chinos siguen viviendo en la pobreza, sembrando arroz, antes y después de Mao Tse Tung. Por eso, Lin Yutang, que conoce al pueblo chino y comparte su visión con nosotros, dice que es un hecho comprobado que los chinos forman una nación más bien filosófica que eficiente y que, si sucediera de otra manera, ninguna nación habría podido resistir y sobrevivir -por espacio de cuatro mil años- la elevada presión sanguínea que exige una vida eficiente.
Cuatro mil años de vida eficiente o, lo que es lo mismo, de febril actividad, arruinarían a cualquiera nación. Resultado importante, digno de anotar al respecto, es que, mientras que en el occidente el número de locos es tan grande que se necesita meterlos en los manicomios, en China los orates son tan raros que se les venera, como puede confirmarlo cualquiera que tenga conocimientos de literatura china.
Hace más de 80 años, cuando escribiera en 1937 una de sus obras cúspides, La Importancia de Vivir, Lin Yutang consideró que ese pensamiento es lo que ha permitido que el pueblo chino sea uno tan eficiente y trabajador, a grado tal que hoy es la primera potencia económica mundial, teniendo incluso una economía capitalista con un gobierno comunista.
Hay que reconocer la estructura mental que produjo esta filosofía del vivir, que ha traspasado las fronteras de los cuatro mil años de cultura china: un gran realismo, un inadecuado idealismo, un elevado sentido del humor y una impresionabilidad poética muy alta con respecto a la vida y la naturaleza.
Para Lin Yutang, “hay dos maneras de difundir la luz: ser la lámpara que la emite o el espejo que la refleja […] He aquí las cosas que me harían feliz. No deseo otras. Quiero un cuarto propio donde poder trabajar. Un cuarto ni particularmente limpio ni ordenado… sino confortable, íntimo y familiar […] Nuestras vidas no están en manos de los dioses, sino en manos de nuestros cocineros”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com