La avaricia total es malvada,
quien desea para sí muchos bienes,
cuando muere no sabe ni quienes
lo dejaron desnudo y sin nada.
El amor por las cosas mundanas
que el tacaño guarda con esmero,
sobre todo el maldito dinero
nimiedades fastuosas e insanas.
¡Ay del ser que acaudala fortuna!
que se siente grande y poderoso,
porque piensa que logró su anhelo.
En lugar de ambicionar la luna
con tesoro fatuo y ostentoso,
debe ahorrar para comprar el cielo.
Miguel Ángel Hernández Villanueva.
Tijuana, B.C.
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