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martes, octubre 1, 2024
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La rebelión de Las Cañadas

En memoria de Sabino Arellano, defensor del Parque Benito Juárez.

 

El café frente al Parque Central de San Cristóbal, el Zócalo (Plaza 31 de marzo), es una construcción de arcos; a lo largo de la acera encuentras nieves, café, platillos regionales, lotería, viajes, ropa, farmacias y vendedores ambulantes.

Ahí se ve a parroquianos fumando y leyendo periódicos, acompañados con una taza de café con canela y chorritos de tequila, en amenas conversaciones, murmullos y carcajadas.

Chiapas tiene sabor a Centroamérica. Una visita guiada por el casco histórico de San Cristóbal, las encumbradas familias que peleaban; unos para prohibir el consumo de alcohol, por su letalidad; y otras por liberarlo.

El tema es el subcomandante “Marcos”, ahora “Galeano”, el sociólogo de la UNAM oriundo de Tamaulipas: guerrillero, líder simbólico de la lucha de los pueblos indígenas, abandonados a su suerte en un lodazal de corrupción de los gobiernos del PRI y luego del PRD (que en la realidad son casi lo mismo).

Escuchamos versiones muy contradictorias de Galeano; por ejemplo, de los encuentros en las residencias de poderosos del pueblo. Cita con Raúl Salinas de Gortari, procesado en el sexenio de Zedillo por la desaparición del diputado Manuel Pérez Rocha.

¿Cuál era la agenda de temas de un encuentro y conversación entre los dos supuestos antípodas? En aquel momento, el hermano del Presidente espurio, que ganó manipulando la caída del sistema de conteo de votos en 1988. Hablando, negociando con el vocero de los pueblos que por siglos han sido invisibles a la revolución, la educación, la salud, el trato digno.

No es el único caso, ¿pero a quiénes beneficia un estado rico en producción hidroeléctrica, café, artesanías, cultura ancestral, turismo, diversidad étnica, lenguas vivas, talento e inteligencia de su pueblo? Chiapas continúa a oscuras en ilustración, tecnología, modernidad y enaltecer su cultura, usos y costumbres propias.

Se invirtió en programas sociales -pero insuficientes paliativos- por los resultados de faltas de proyectos productivos generadores de empleo y distribución de riqueza, por el potencial de exportación que tienen los recursos y la cultura de los altos de Chiapas.

Esa expectativa no se ve en ningún lado, no existe ni en las ideas; no se ha pensado siquiera. La realidad es el dominio caciquil, la ausencia de derechos humanos, con barbaridad de las guardias blancas, los paramilitares, el abuso, la imposición y la violencia como la “respuesta y solución represiva social”.

Este estatus no cambia en medio de la injusticia social crónica. En el cinema “Casa del Pan” vi un documental del canal 6 de julio; las escenas derivan en preguntas.

Si detrás de policías pueblerinos estaba la maquinaria del ejército mexicano, ¿con qué argumentos convencieron a miles de indígenas para lanzarse a una guerra con pocas armas modernas, muchas escopetas y rifles de madera pintados con betún? La toma de Ocosingo fue una muestra de lucha desigual. Rota la estrategia militar, ¿cómo y por qué lanzarse a una guerra el 1 de enero de 1994? ¿Provocar una guerra sin expectativas ni mínima correlación de fuerzas, donde el “Ejército” de los pueblos originarios se lanza al abismo?

Aislados del contexto nacional, y con una única arma en la mente de miles de indígenas: la solidaridad por el amor, por la dignidad y la liberación; pero sin poder materializar un combate ajeno al adoctrinamiento. Solos, con el coraje de siglos de explotación y abandono de la clase política Prianista, disfrazada de “nacionalismo revolucionario”.

Sin pisar la cruda realidad, apostado a una fiebre intelectual irresponsable. No fue el momento de la “rebelión de las masas”, ni siquiera de todas las Cañadas.

La dirección del EZLN no tuvo clara su ruta. No medió una reflexión para cuidar la vida de la gente en que se influía. Surgen muchas preguntas.

¿Por qué se planeó y decidió esa matanza hace 26 años? ¿Para qué declarar la guerra sin estrategia? Porque la miseria moral y material continúa. Suicida ante un ejército profesional que sacrificó a cientos de indígenas inocentes, política, social y humanamente. La matanza de enero es una herida abierta; cientos de guerrilleros campesinos ofrendaron su vida ante una oligarquía sin piedad, que nos aplastó… Porque perdimos muchos.

Salinas y su clan -sin apersonarse ni molestarse en la zona- necesitó dos semanas para “tomar nota y conciencia” de que en Chiapas encabezaron un genocidio más del sistema de la oligarquía, a cientos de los fundadores y dueños de México.

Felicidades.

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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