La autora entregó a Seix Barral “Yo misma”, una antología de aforismos y escritura fragmentaria. “Ser escritora era una locura, a nadie se le ocurría ser escritora, yo estaba organizada para ser esposa”, reflexionó en entrevista con ZETA la narradora que este año celebró su 70 aniversario
Los aforismos y otras escrituras fragmentarias pululan por los libros de Ángeles Mastretta, mismos que sus lectores han subrayado o entresacado, pero que ahora se pueden encontrar en un solo volumen titulado “Yo misma”, antología publicada este año por el sello Seix Barral de Grupo Editorial Planeta.
“‘Yo misma’ es un libro que está hecho de otras cosas de otros libros; es un libro que yo espero convoque una emoción general. Es un libro para jóvenes que quieran empezar a leer o para viejas que quieran releerme, es un libro con juegos, con tamaños distintos de letras, con tuits, con párrafos de Facebook o de mi blog”, expresó a ZETA la escritora mexicana.
Con “Yo misma”, Mastretta celebró este año su 70 aniversario de vida, ocasión en que también compartió con este Semanario su vocación por la literatura desde niña y su predilección por el aforismo y la literatura fragmentaria desde antes del surgimiento de Twitter.
LOS PRIMEROS ACERCAMIENTOS A LA LITERATURA
Hija de Carlos Mastretta Arista y Ángeles Guzmán Ramos, Ángeles Mastretta nació el 9 de octubre de 1949, en Puebla. Para conocer sobre su ambiente familiar, primero se le citó una frase incluida en “Yo misma”, donde se lee: “La escritura y la felicidad me fueron enseñadas como una misma cosa”, entonces argumentó:
“Mi papá escribía una columna sobre automóviles por la que no le pagaban nada, que eran su adoración, en un periódico poblano; la escribía los domingos y salía los lunes. Mi papá tenía cinco hijos, hazte de cuenta que cerraba la puerta y escribía. Yo me ponía en el suelo a oír cómo tecleaba y estaba tan contento, por eso es que escribí ‘la escritura y la felicidad me fueron enseñadas como una misma cosa’”.
— ¿Cómo fue su acercamiento a la literatura?
“Fíjate que era una cosa muy rara, porque yo no leía a Salgari, no leía libros de aventuras, pero leí por ejemplo libros de Jane Austin y a ‘Mujercitas’ (Louisa May Alcott). De niña leía historias de amor, lo cual era muy raro. Y luego leía desde ‘Vidas ejemplares’ hasta Verónica-Archie, o sea, leía los cómics y leía ávidamente el ‘Tesoro de la juventud’ (Walter Jackson, editor), creo que son 15 libros que todavía están en el librero que fue de mi mamá.
“Más tarde, a los 15 y a los 18 años, leí toda la novela de la Revolución Mexicana y el resumen de novelas de Aguilar del Siglo XIX español. Leía la novela de la Revolución Mexicana y al mismo tiempo Benito Pérez Galdós, leí Balzac de más chica, leí todo Jane Austin de muy chica. Para ‘Arráncame la vida’ leí la novela de la Revolución Mexicana, lo cual era muy raro. Y ya luego, claro, leí lo que leyó mi generación: Gabriel García Márquez, leí ‘Rayuela’ (Cortázar) con gran devoción y la subrayé”, compartió.
“UNO NO PENSABA QUE PODÍA SER ESCRITOR”
En la entrevista con ZETA, Ángeles Mastretta trajo a la memoria sus primeros textos, escritos antes de su primer poemario titulado “La pájara pinta” (1978):
“Empecé a escribir muy chica. Escribía poemas que mal rimaban, haz de cuenta: ‘con dos raspones en la rodilla / y dos moretones en la espinilla, / representaba Magy mi prima, / la viva estampa de una gran pilla’. Y eso lo escribí como a los 9 años. Pero a los 9 años yo no decía ‘quiero ser escritora’, o sea, ser escritora era una locura, a nadie se le ocurría ser escritora, yo estaba organizada para ser esposa, ése era el destino de una mujer en esas épocas, no se me ocurría que iba yo a ser escritora; nadie era escritor a mi alrededor, más que mi papá, que era una persona que escribía, pero que no le pagaban nada, pero que se ganaba la vida vendiendo coches durante la semana”.
— En “Yo misma” advierte que ‘A los 20 años quería ser escritora”…
“No sé si lo tengo tan claro, o sea, yo no quería ser una escritora que viviera de sus obras, no me imaginaba que eso era posible. Es más, muy poca gente a mi alrededor vivía de lo que escribía. Ricardo Garibay vendió muchos libros y no vivía de eso, tenía que hacer otras cosas, vivía de los artículos de periódico, de hacer televisión, de hacer conferencias. Los demás escritores vendían dos mil, cinco mil ejemplares. Carlos Fuentes vivía de hacer entrevistas y de dar conferencias.
“El propio Carlos Fuentes fue de los primeros escritores que empezaron a vivir de escribir libros, pero daba clases en una universidad, luego fue embajador, o sea, no era fácil vivir de lo que escribías. Yo ahora puedo vivir de lo que escribo, pero durante un tiempo, cuando vendía muchísimos libros, vivía mejor que ahora, porque escribo menos”.
DESDE “ARRÁNCAME LA VIDA”
Cuando tenía 29 años Ángeles Mastretta publicó el poemario “La pájara pinta” (1978), aunque su trayectoria despegó con “Arráncame la vida” (1985).
— ¿Por qué optó finalmente por la narrativa cuando inició escribiendo poemas?
“Porque me di cuenta que hacer poesía es una cosa muy seria. Hacer poesía es como rezar. A mí me gusta encontrar frases que resulten elocuentes, finalmente de lo que se trata la poesía es de concretar la elocuencia; es decir, de contar una historia en un renglón: ‘Los amorosos callan’ (de Jaime Sabines), ¿cuántas cosas caben ahí? Pero lo que yo descubrí es que necesitaba más palabras para decir ‘quiero jugar a las montañas, a los árboles’, y que además me gusta contar, me gusta hacer historias”.
— ¿Cómo escribió “Arráncame la vida”?
“Andrés León estaba fundando la editorial Océano México, yo trabajaba en el Museo El Chopo y me dijo que si no me interesaba ayudarle a encontrar escritores que quisieran escribir en su editorial. Yo le dije: ‘yo no quiero buscar escritores, yo quiero que alguien me encuentre, yo quiero escribir un libro’. Entonces me dijo ‘Ah, pues yo te leo en el periódico’, yo escribía todos los días en Ovaciones. Me propuso: ‘Si quieres escribir un libro, yo te lo publico’. Le dije ‘Bueno, lo voy a escribir’.
“No tenía dinero para sentarme a escribir. Después de un tiempo me dijo: ‘¿Cuánto te tardas en escribir el libro?’; ‘pues como seis meses, le contesté’. ‘Ah, bueno, ¿cuánto ganas en El Chopo?, yo te pago seis meses y me entregas el libro’. Me pagó seis meses y me tardé año y medio, pero estiré el dinero y luego me lo publicó. ‘Arráncame la vida’ la escribí pensando que iba a vender dos mil ejemplares”, recordó Ángeles Mastretta de su éxito.
“Luego escribí ‘Mal de amores’ (Alfaguara, 1996) con muchísima felicidad y tuvo mucho éxito, se ganó el Premio ‘Rómulo Gallegos’ (1997). Después he escrito mucho de eso que ahora se llama autoficción, que no es más que hablar de uno mismo contando lo que le pasa, de esos libros he hecho muchos”.
Y trajo a la memoria algunas de sus obras como “Puerto libre” (Cal y Arena, 1993), “El mundo iluminado” (Seix Barral, 1998), “El cielo de los leones” (Seix Barral, 2003), “La emoción de las cosas “(Seix Barral, 2013) y “El viento de las horas” (Seix Barral, 2015).
DE AFORISMOS Y OTRAS ESCRITURAS FRAGMENTARIAS
Su libro más reciente se titula “Yo misma”, donde junto con sus editores de Editorial Planeta seleccionaron de sus libros algunos aforismos y otros retazos escriturales.
En la obra de Mastretta se aprecia que ha practicado la escritura fragmentaria mucho antes de la aparición de Twitter en 2006, que entonces ofrecía a los tuiteros 140 caracteres; plataforma que se tornó como algo “novedoso” en sus primeros años, como se le planteó a la autora y evocó:
“Mucho antes de que se inventara Twitter ya escribía textos fragmentados con mucho gusto, además me divertía, es cierto, y hay frases que están sacadas de ocurrencias que yo ponía en un artículo y que de repente dices ‘ah, es bueno para volverlo chiquito’”.
— ¿De dónde viene su predilección por el aforismo?
“Yo creo que me sale, más que lo busque yo. Por ejemplo, ‘La escritura y la felicidad me fueron enseñadas como una misma cosa’ (incluido en ‘Yo misma’), la puse en un texto sobre mi papá y de repente dije ‘Ah, esto sirve para hablar de la escritura, aunque no salga mi papá’”.
— ¿Hay aforistas a los que Usted recurre como lectora?
“Óscar Wilde es el rey de los aforismos, el día que yo acuñe un aforismo como Óscar Wilde ya sería yo muy feliz. ¿Sabes qué otro era el rey de los aforismos aunque no los hacía deliberadamente? Renato Leduc. Si buscas en sus poemas, de repente en cuatro líneas hay un aforismo, aunque luego se conviertan en un soneto, porque ‘Sabia virtud de conocer el tiempo; / a tiempo amar y desatarse a tiempo…’, pues puede ser un aforismo”.
— Finalmente, en “Yo misma” convergen el aforismo, la sentencia, poesía y relato corto. ¿Ha llegado a alguna conclusión sobre los géneros literarios?
“Yo no escribo pensando en un género literario, yo escribo y alguien decidirá qué es lo que escribo. Por supuesto, he escrito novelas, pero ahora tenía mucho más interés en escribir textos que fueran fragmentados y que alguien en su cabeza los uniera, permitirme más hacer un rompecabezas”.
Para concluir, Ángeles Mastretta adelantó algunos detalles de su próximo libro: “Ahora estoy inventando cuatro mujeres, pero me gustaría que sus historias bailaran por diferentes lugares y a ver cómo se juntan, estoy jugando a ver qué pasa. Quisiera tener una historia lineal y contar una novela que dijera ‘Había una vez’ y luego dijera ‘Colorín colorado’, es lo que más se me antoja, pero no necesariamente es lo que voy a poder hacer”.