En el marco del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer (25 de noviembre), el cual se conmemora por los hechos acontecidos República Dominicana durante 1960, cuando las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien se sentía “incómodo” con su participación en la vida pública y política, pues ellas formaron parte de un grupo de oposición y resistencia a su régimen. Es importante hablar de las mujeres y las niñas víctimas de violencia, que tienen que desplazarse de manera forzada de su comunidad para salvaguardar sus vidas.
El desplazamiento forzado es un fenómeno difícil de registrar y visibilizar. Actualmente la inseguridad ha tenido, entre sus consecuencias, que las personas cambien su lugar de residencia habitual por temor a ser víctimas de algún delito; así se convierten en víctimas de desplazamiento. Ante esta terrible situación, que cada día crece más, el Poder Legislativo ha omitido avanzar en la normatividad.
En México no se cuenta con una Ley General sobre Desplazamiento Forzado Interno, misma que se ha propuesto en diferentes momentos.
Nuestro país vive una crisis fuerte de seguridad y violencia hacia las mujeres.
Más de dos mil fueron asesinadas dolosamente durante los primeros siete meses del año. En Baja California, el número de mujeres asesinadas es de 144, de enero a julio, debajo de Estado de México, Jalisco, Guanajuato y Chihuahua, y por encima de Ciudad de México.
La violencia en México ha existido históricamente; la situación geográfica es uno de los factores que han ocasionado a lo largo del tiempo altos índices delictivos en nuestro país, por el tráfico de armas y de drogas con el país vecino. Ese factor, sumado a la falta de políticas eficaces de paz y bienestar social, de igualdad y de justicia social, entre otros.
La violencia llega a generar que las personas huyan de forma imprevista, sin poder planear su marcha y sin tener un rumbo o un plan de partida-arribo a un lugar de destino.
Por mucho tiempo he visto a mujeres llegar a esta ciudad fronteriza con sus hijas y sus hijos sin saber lo que les espera, con el temor de ser encontradas por sus agresores, porque muchas de ellas huyen de la violencia de sus hogares y otras por la que hay en sus comunidades. Mujeres de Michoacán han llegado a Tijuana, desde la llamada “Guerra contra el Narco”; después, también de Guerrero y otros Estados, todas con historias desgarradoras (porque perdieron mucho más que un techo y cuatro paredes), la mayoría con la intención de solicitar asilo en Estados Unidos, pero sin lograr su objetivo.
Las mujeres víctimas de desplazamiento enfrentan carencias, al no tener los medios de subsistencia, de vivienda digna, a veces sin documentos de identidad, con limitado acceso a la educación, sin servicios de salud, habiendo perdido y abandono sus propiedades (cuando las tienen), y muchas de ellas con afectaciones psicosociales que generan secuelas difíciles de atender.
De acuerdo con los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos de Naciones Unidas, se entiende por desplazados internos las personas o grupos de personas que se han visto forzadas u obligadas a escapar o huir de su hogar o de su lugar de residencia habitual, en particular como resultado o para evitar los efectos de un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, y que no han cruzado una frontera estatal internacionalmente reconocida.
Las estimaciones al respecto señalan que 25 millones de personas en el mundo se encuentran en una situación de desplazamiento; entre 2 y 2.5 millones de personas se ubican en el continente americano. En México se ha considerado que existen entre 3 mil y 21 mil desplazados, aunque se ha llegado a valorar que ascienden hasta 60 mil.
Las mujeres en contexto de movilidad internacional han sido muy poco visibilizadas, mientras que cifras conservadoras hablan de que solo 38, son 743 mujeres y niñas que huyeron de su país de origen al nuestro por la violencia, persecución o conflicto, en busca de la protección internacional.
México es país de origen, de tránsito y de destino para mujeres y niñas víctimas de desplazamiento por violencia.
Urgen políticas públicas que entiendan y atiendan este fenómeno desde el respeto a los derechos humanos.
Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com