Cuando de proteger a su familia se trata, las mujeres de la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE) saben cómo actuar. Son un grupo de mujeres, esposas, hijas y familiares de pescadores que luchan por la protección de los recursos naturales.
Lo que hace esta agrupación de vigilantes de la ensenada de La Paz, es proteger tanto el manglar El Conchalito como la Bahía de La Paz, con el fin de que no haya pescadores furtivos que atenten contra la pesca.
“Dentro del proyecto de la organización se prioriza la vigilancia por mar, que la hacían puros hombres; entonces nosotras, como grupo de mujeres, vimos cómo formamos parte de las cooperativas que están dentro de la organización. Queríamos estar activas, ayudarlos en el proyecto; vimos la oportunidad de incluirnos… como vigilantes terrestres. Nos venimos a este sitio, y pues aquí empezó”, así lo dijo Daniela Bareño, quien forma parte del comité de vigilancia.
La vigilancia terrestre está a cargo de mujeres que protegen el recurso pesquero; al ver a sus familiares saliendo a pescar y que cada vez era menor la pesca, decidieron protegerlo con sus vidas.
“Somos familia pescadores, esposas de pescadores, hijos de pescadores. Somos 109 socios, pero ahorita estamos 63 activos aproximadamente”, puntualizó Daniela Bareño.
Parte del trabajo es cuidar que no haya intrusos afectando el producto pesquero, pero también cumplen con la función
de protección al manglar El Conchalito; afirman que gracias a ellas pudieron bajar recursos y que autoridades colocaron piedras para proteger del acceso de autos.
El recurso pesquero se protege por dos vías, marina y terrestre. En el mar son los pescadores; en tierra, las esposas, hijas y familiares.
“Hay unos hombres trabajando en playa que se dedican a lavar las herramientas de trabajo, otros salen a bucear; los que se dedican a la vigilancia, salen de noche, en diferentes turnos. También en el día hacen rondines dentro de la ensenada de La Paz, donde tenemos los otros la concesión. Ver que no haya personas (pescadores furtivos) sacando nuestro producto”, manifestó Daniela.
Rosa María Romero dijo a ZETA que su travesía es con un fin: proteger los recursos naturales y, a su vez, mejorar la economía en el hogar.
Recordó que hay pescadores furtivos que solamente buscan aprovecharse de la cosecha de otros, al contrario de ellos, que cuidan el recurso. Los miembros de la OPRE saben que si se lo acaban, se quedan sin alimento, mientras que otros solo pretenden ingresar al mar y extraer lo que se pueda sin responsabilidad. De ellos protegen al mar. La operación ha resultado de la mejor manera. Han conseguido ahuyentar a los pescadores furtivos y a todas esas personas que acudían a dañar al manglar; ellas acuden todos los días a realizar la vigilancia. Ocultas bajo los pocos árboles, se resguardan del sol.
Los recorridos los costean prácticamente de sus bolsas, ya que es mínima la ayuda que reciben. Justamente en estas fechas continúan sus recorridos. Pocas personas aportan para la protección del recurso, pero ellas son un grupo de mujeres que han dedicado su tiempo para cuidar el recurso de pescadores furtivos; a su vez, protegen que no haya daños en el manglar, trabajo correspondiente a las autoridades, quienes se han mostrado ausentes al no aportar siquiera apoyos a las vigías. Sin apoyo, pero con muchas ganas, es como concluyen este 2019, año en que han estado muy activas; además, mientras deben cuidar a sus familias. Con mucho esfuerzo han conseguido resultados positivos.
“Ahorita nos encontramos más o menos, porque ahorita OPRE casi ya no tiene recursos; pero hay recurso en el mar y es lo que se está cuidando. Estamos viendo cómo, pero vamos a salir. Quizá no muy bien, pero con el favor de dios hacemos la lucha para salir”, finalizó Rosa María Romero.
