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jueves, febrero 15, 2024
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La migración en el 2020

Durante las últimas tres décadas, la migración creció en un 78 por ciento, mientras que la población en el mundo aumentó en un 46 por ciento. Cada vez nos mudamos más de nuestras comunidades; salimos, huimos, escapamos, nos desplazamos y buscamos establecernos en ciudades más seguras o menos amenazantes para la vida y la subsistencia.

En diversas ocasiones -y en este mismo espacio que el Semanario ZETA, de manera generosa, me ha compartido- he abordado el tema de la migración, tema que da origen a nuestro estado y que ha formado la vocación de muchas personas activistas sociales de esta frontera de México. Pero esta vez quiero abordar la migración en el marco del Día Internacional del Migrante, día que se conmemora después de que el 4 de diciembre del 2000, la Asamblea General de la ONU proclamara esta fecha con la Resolución 55/93, reconociendo -en ese momento- un aumento importante en los flujos migratorios.


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No obstante, hoy la migración es mucho mayor que en aquel tiempo. En 1990, la población en condición de migración, asilo y refugio en el mundo era de 152,500,000; a la década siguiente había crecido. Treinta años después, llega a aproximadamente 272,000,000, mientras que la población mundial pasó de 5,327,231,000 a 7,794,799,000.

En los noventas, la Asamblea General adoptó la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, que nuestro país propuso en aquel tiempo y que después refrendó el año pasado, sumándose también al Pacto Mundial sobre la Migración Segura, Ordenada y Regular, que tiene como base 23 objetivos a los que se comprometen los gobiernos de casi todos los países (con excepción de Estados Unidos de Norteamérica).

La cooperación para abordar las casusas que motivan la migración o mejorar las vías de migración legal son dos grandes pilares del Pacto; de ahí se desprenden la adopción de medidas contra la trata y el tráfico de personas, medidas para evitar la separación de las familias, evitar la detención de personas migrantes y solo hacerlo como última opción, además de otras medidas para que las personas en esas situaciones reciban servicios de salud y tengan acceso a la educación en los países de destino.


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Los países firmantes también se comprometieron a salvar vidas de personas en contexto de movilidad, con estrategias de búsqueda y rescate, y garantizando que no se perseguirá legalmente a las personas y asociaciones civiles que brinden apoyo de carácter humanitario.

Además, los gobiernos que firmaron prometieron garantizar un regreso con seguridad y trato digno a las personas deportadas, así como no expulsar a quienes se encuentran con riesgo de muerte, tortura u otros tratos crueles e inhumanos.

Evidentemente, a poco más de un año de este importante Pacto, hay muchos pendientes. Me parece que se deben empezar por difundir las obligaciones que cada gobierno -de cada ciudad, de cada Estado de la República Mexicana- ha contraído y replantear los discursos institucionales; llevar a la migración a agendas distintas a las de seguridad nacional y seguridad pública, para incorporar el fenómeno en políticas públicas transversales, como temas de justicia y bienestar social, desarrollo económico y cultura, por mencionar algunos.

La migración creció en el mundo, pero también se transformó; no solo con caravanas o grupos grandes de personas, que muchas veces se unen para sentirse protegidas y dejan el anonimato, que les hace más propensas a ser víctimas de delitos. Los rostros de la migración han cambiado, rejuvenecieron; cada vez más niñas y niños migran en el mundo -acompañados o no, pero cada vez con menor edad- se están moviendo de un lugar a otro.

Y esta realidad la podemos observar en los albergues y casas de asistencia que dirigen con gran compromiso las asociaciones civiles de Tijuana y Mexicali, y que este mes de diciembre requieren más dulces, golosinas, piñatas y juguetes que en otras temporadas, pues cientos de niños y niñas migrantes esperan la llegada de Santa Claus o los Reyes Magos.

México es un país de origen, de tránsito y de destino de personas en contexto de movilidad, de norte a sur y de sur a norte. Todos los días llegan muchas personas que quizás se quedarán en esta solidaria ciudad nacida de la migración; nos corresponde respetar su dignidad y generar las condiciones para que cada persona pueda incluirse de manera plena y positiva en la sociedad, siendo partícipe del desarrollo de la gran región en la que vivimos.

 

Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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