La violencia alcanza a funcionarios públicos y a la clase política
Alberto Osorio/ Partidero.com
Jalisco no ha logrado salir de la franja de entidades más violentas. Contabilizados hasta finales de octubre pasado, se habían registrado 2 mil 428 asesinatos dolosos en Jalisco en lo que va de 2019, según el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
De acuerdo con este número de crímenes registrados oficialmente, se cometieron 8 cada 24 horas en todo el estado. Esta cifra superó, con 410 casos, a las muertes dolosas ocurridas en los doce meses del año pasado cuando se registraron 2 mil 18 asesinatos.
Visto a partir de las propias cifras oficiales, en cinco años y diez meses —de 2013 a octubre de 2019—, los homicidios en la entidad aumentaron 120 por ciento. En seis años hubo sólo 1 mil 99 crímenes dolosos, según el sistema de Monitoreo de Indicadores para el Desarrollo de Jalisco (MIDE).
Para octubre pasado el reporte de los tres estados con mayor número de homicidios dolosos son Guanajuato con una cifra record de 2 mil 865 e inmediatamente después Baja California con 2 mil 428 y Jalisco, con un número igual según el SESNSP.
Aunado a esa realidad se debe observar la manera en que la delincuencia ha levantado la mira en contra de funcionarios de primer nivel o de integrantes del Poder Judicial bajo una situación nunca antes vista en Jalisco; los ejemplos son tétricos en el mismo periodo.
El asesinato del juez segundo en materia civil, en Tlajomulco, Mario Sergio Zúñiga Luján, de su secretario de juzgado y el de un reciente ex secretario de un juzgado de lo familiar, ocurridos la noche del domingo 24 de noviembre en la colonia Heliodoro Hernández Loza, en Guadalajara, marcan un hecho histórico en la vida contemporánea de Jalisco, en donde los delincuentes operan con plena impunidad.
El presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco (STJ), Ricardo Suro Esteves, dijo que ese triple homicidio es el referente de un crimen de carácter histórico para la entidad. El anterior asesinato de un juez había ocurrido hace más de 17 años.
Otro momento que habla del brinco sustantivo, en la forma de operar de los criminales, fue el asesinato del entonces recién designado secretario de Turismo, Jesús Gallegos Álvarez, en la administración del gobernador priista Jorge Aristóteles Sandoval, en 2013, cuando el 8 de marzo de ese año fue acribillado en concurrida avenida de la ciudad a poco de haber salido de la residencia oficial del mandatario. Se le señalaban por presuntos nexos con el narco.
Autoridades locales e internacionales ven en Jalisco el gran laboratorio del narco y sus negocios, los caricaturistas se atreven a dibujar a Jalisco como una gran fosa clandestina inimaginable. Es el territorio que durante mucho tiempo fue una plaza controlada por el Cártel de Sinaloa, hasta el fallecimiento de Ignacio Coronel Villarreal, “Nachito” Coronel o “El Señor”, abatido por el Ejército a finales de julio de 2010.
En julio de 2017 la revista Rollin Stones dedicó un artículo para hablar sobre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y su penetración en las instituciones de seguridad en Jalisco. Basado en información de la agencia Reuters, esos dos medios extranjeros retoman las declaraciones del exgobernador Jorge Aristóteles Sandoval, cuando hablaba de la manera en que, a su juicio, el crimen había penetrado las fuerzas policías y tenía en la nómina a más del 50 de los agentes policíacos.
Jalisco en rojo
Para el investigador de la Universidad de Guadalajara, y coordinador de Derecho Público de la Universidad de Guadalajara, Alfonso Partida Caballero, en Jalisco hay grupos criminales que operan bajo el esquema de gavillas irregulares de hombres armados que aparecen justo cuando sus jefes los requieren para narcobloqueos o ejecutar acciones de sicariato en momentos de alta tensión o para cometer crímenes aislados que requieren de la participación de uno o dos hombres. Hay líderes del narco capaces de congregar en unos minutos a cientos de sujetos armados para lo que se requiera.
En menos de ocho años la violencia en Jalisco registra un notable crecimiento, en cantidad y calidad. En territorio jalisciense según las propias cifras del gobierno de Jalisco, existen 4 mil 800 hombres, señalados como homicidas que gozan de plena libertad, e impunidad, a pesar de la orden de aprehensión que hay en contra de cada uno de ellos, la Fiscalía General del Estado no logra cumplimentar.
La industria del narco en Jalisco se desarrolló bajo el resguardo de un ejército de sicarios de lo que poco hablan las autoridades. Los informes institucionales hablan del líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, por quien el gobierno de Estados Unidos ofrece 10 millones de dólares (200 millones de pesos) de recompensa por su captura. México ofrece 30 millones de pesos.
Además la cadena de errores, omisiones o complicidades y fallas en la investigación y persecución del delito, aunado a los problemas en la administración y aplicación de la justicia, dan como resultado la exhibición del fracaso en la aplicación de políticas públicas en materia de seguridad, dice Alfonso Partida Caballero.
“El número de homicidas libres en Jalisco supera los 4 mil 800, existe un número igual de órdenes de aprehensión contra ese número de personas, en un tema que está totalmente en manos de la Fiscalía del Estado y que no tiene nada que ver con el Sistema de Justicia Penal Adversarial. Esto es admitir que hay 4 mil 800 homicidas libres en la calle, en Jalisco”, explicó.
Las fallas en la estrategia institucional en materia de Seguridad en Jalisco, involucra a gobiernos del PAN, del PRI y ahora de Movimiento Ciudadano, afirma el entrevistado.
Para entender la violencia
En la práctica “El Mencho” desplazó a “Nacho” Coronel, pero con una cuota de sangre nunca imaginada. En 2012 según trascendió en medios de comunicación, el gobierno del panista Emilio González Márquez capturó a Nemesio Oseguera, pero se vio en la necesidad de soltar a esos delincuentes tras el amago de la masacre de policías que supuestamente preparaba el cártel de “El Mencho”.
Una situación parecida ocurrió con la detención y liberación de Ovidio Guzmán López en Culiacán, el 17 de octubre de 2019, durante un operativo que terminó en un fracaso.
Bajo este escenario y por mucho que la realidad asuste a las autoridades locales, Jalisco se ha convertido en gran laboratorio en materia de cambios y reacomodos que viven en su interior varias de las más poderosas organizaciones del crimen en México.
A la sombra de organizaciones como el Cártel de Sinaloa, y su derivación en el Cártel de Guadalajara, desde la década de los ochentas, la zona metropolitana de Guadalajara, la clase empresarial y la élite política, ha dado la bienvenida a los varones del narco, a sus fortunas y a sus familias; ellos conforman una élite de la sociedad que sólo algunos conocen pero donde todo mundo guarda silencio por cuestión de seguridad o miedo.
En la zona norponiente de Guadalajara, en el límite entre Zapopan y la perla de occidente, en ocasiones los hijos de los empresarios, de políticos y narcos acuden a los mismos colegios privados y coinciden en las fiestas anuales o festivales escolares.
En este mismo territorio en menos de diez años, el Cártel Jalisco Nueva Generación se ha convertido en una empresa de orden nacional e internacional que mueve, según medios extranjeros, un capital de más de 20 mil millones de dólares.
Su emporio es producto de la guerra desatada entre el llamado grupo de La Resistencia y Los Torcidos, líneas emanadas desde la entrañas de Cártel de Sinaloa y la figura de Ignacio “Nachito” Coronel, abatido por el Ejército Mexicano a finales del mes de agosto, justo en los límites de Zapopan y Guadalajara, en el exclusivo fraccionamiento de Colinas de San Javier.
Apenas un año después de su muerte, poco antes del inicio de la edición 2011 de la Feria Internacional del Libro, la segunda más importante de todo el mundo en su género, sujetos desconocidos dejaron a unos cuantos metros de la Expo Guadalajara (sede la FIL), tres camionetas con más de 26 cadáveres en la zona del Mercado de Abastos, en los Arcos del Milenio, sobre Lázaro Cárdenas y Mariano Otero.
En 2012 otros 16 cadáveres fueron abandonados en una de las orillas de la carretera a Chapala. En esa fecha cerca de una decena de personas secuestradas lograron escapar de una casa de seguridad ubicada en el poblado de Ahuisculco en Tala, el municipio donde años atrás, Rafael Caro Quintero, llamado por algunos medios como “El Príncipe del Narco”, logró instalar en la delegación de Navajas, un emporio que ofrecía trabajo a decenas de hombres de la región.
Caro Quintero, desde la década de los 80’s sentó sus reales junto con varios de los varones de la droga y conformaron el llamado Cártel de Guadalajara, que no era otra cosa que la migración del Cártel de Sinaloa a territorio Jalisciense tras la famosa Operación Cóndor.
Jalisco, la narcofosa
Ahora, los años de 2018 y 2019 serán recordados por el golpe cualitativo en materia de exterminio entre los enemigos de las bandas rivales. En unas cuantas semanas la zona de La Primavera, en Zapopan y Lagos de Moreno en la zona de Los Altos, son objeto de atención internacional de medios de comunicación por el hallazgo de restos humanos.
En La Primavera, se localizaron cerca de 140 bolsas negras que en su interior contenían restos humanos en una fosa clandestina, mientras que en el municipio alteño, se han encontrado al menos 27 cuerpos también en fosas clandestinas.