Era el final del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Enrique Peña Nieto ya era Presidente de la República electo, y prácticamente cogobernaba el país. Fue en ese periodo cuando se adquirió el avión presidencial que costó más de 3 mil millones de pesos, que utilizaría Peña como presidente, y ahora Andrés Manuel López Obrador intenta vender en una sede aeronáutica de los Estados Unidos.
Fue también en esa época de transición cuando el todavía presidente Felipe Calderón envió el nombre de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, su Jefe del SAT (Servicio de Administración Tributaria) para ser electo Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Pocos años después, en 2015, el propio Enrique Peña Nieto envió en la terna para elegir a otro Ministro, a Eduardo Medina Mora, quien había sido Procurador General de la República con Felipe Calderón, Embajador de México en Inglaterra en el mismo sexenio y en el siguiente, además Embajador de México en los Estados Unidos en los días previos a que Peña lo nominara a la Corte, y el Senado, solícito, lo eligiera.
En un gobierno de la República cuyo titular, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, dice no ser igual que ellos, como se refiere a los gobiernos pasados, panistas y priístas y a los cuáles califica de neoliberales, su proceder es bastante parecido si no es que igual.
Porque bien a bien, hizo exactamente lo mismo que hicieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, para que el Senado eligiera a un Ministro de la Corte: enviar en la terna a su favorito y marcar la línea con su bancada mayoritaria en el Senado de la República, mayoría que en su momento gozaron también el panista Calderón y el priísta Peña.
Efectivamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió una terna al Senado de la República para que de la misma eligieran una Ministra (las tres propuestas eran mujeres) y suplieran la ausencia por renuncia al cargo de Medina Mora. Y en la terna iba su favorita, quien hasta hace unos días fue su Jefa del SAT, Margarita Ríos Farjat. Igual que Calderón con Gutiérrez Ortiz Mena, o que Peña con Medina Mora, López Obrador logró que le aprobaran en el Senado a una ex colaboradora para integrar la Corte.
Con la elección de la doctora Ana Margarita Ríos Farjat, el presidente de la República ya tiene cuatro Ministro afines en la Corte de Justicia de la Nación: el presidente de la misma, Arturo Zaldívar, el Ministro Juan González Alcántara, y la Ministra Yasmín Esquivel. El presidente tiene cuatro de once votos en la SCJN, más de los que requiere para tumbar cualquier controversia o acción de inconstitucionalidad (como la Ley Bonilla, por ejemplo).
El poder finalmente se impone, y los presidentes siempre sucumben a la tentación de ubicar a los suyos en la SCJN que termina siendo, cada sexenio, la Corte del Presidente. El tema aquí es que López Obrador nos ha dicho que él no es igual a ellos, que con él no habrá corrupción, ni favoritismo, ni amiguismo, ni compadrazgo, y eso es precisamente lo que los mexicanos seguimos observando. Una de sus incondicionales en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, dos de sus amigas en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Yasmín Esquivel es esposa de Rioboó el constructor favorito de AMLO), y lo que seguirá. La Corte estará a prueba los seis años; dada la composición amloista que está conformándose, deberán los Ministros, todos, dejar de ser proclives a las políticas públicas que genere el presidente de la República y que afecten a los ciudadanos. En pocas palabras, deberán sacar autonomía de donde sea para quitarse el mote de una Corte presidencial.
El presidente de la República, la cuarta transformación que representa, y el Senado de la República, perdieron la oportunidad de ser democráticos, analíticos, y demostrar que responden a los intereses de la Nación y no a los de un solo hombre, de un presidente. No se duda de la capacidad de la Ministra Ríos, pero en la terna había otra mujer, la postulada Ana Laura Magaloni, que no solo contaba con el apoyo del círculo académico e intelectual mexicano, sino con la capacidad, la formación y la experiencia para ser una Ministra de la Corte sin sesgos políticos. Pero no, los morenistas se decantaron por quién ocupaba un espacio de preponderancia (la recaudación de impuestos) en la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y quien desde el envío de la terna se vio como la favorita.
Ojalá (la esperanza muere al último), la doctora Ríos corte el cordón umbilical que tiene con Morena. Ojalá olvide quién la llevó a su posición, y responda solo a la justicia, al Estado de Derecho, a la Nación. Porque con esta elección, tal parece que como otros organismos autónomos, el Presidente López Obrador, como sus antecesores, quiere tomar la Corte. Ser igual, pues, a sus adversarios que tanto recuerda y cuestiona.