Se estremece hoy el corazón
como planta en el desierto,
ante viejas visiones de oasis
y corrientes que siempre se alejan.
No se puede detener al reloj
ni evitar que el amor se termine,
como el fuego al quemar los leños
en una madrugada de invierno.
Ya se acerca la Navidad
y se escuchan los villancicos,
mas no hay sonrisa en los rostros
pues llevan el alma herida.
En el lomo de un borrico
va una joven casi niña,
que lleva dentro del vientre
su tesoro más preciado.
La gente siempre se lamenta
por no tener lo que otros tienen,
sin pensar en las bendiciones
que les caen del cielo con la lluvia.
Algunos le huyen a la noche
por ser demasiado oscura,
pudiendo disfrutar las estrellas
y la luna con su tono de plata.
Hoy quisiera recostarme en tu pecho
y que tu corazón hablara con el mío,
de sentimientos de amor eterno
entre plumas de nieve y candela.
Me niego a creer que el amor no existe
pues siempre que miro tus ojos,
siento que me besa tu boca
y el invierno se convierte en primavera.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California