El pasado domingo 15 de los corrientes, falleció en la Clínica 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social el señor Adrián Navarro, rondando ya los 80 años. Tenía bastante tiempo con un severo padecimiento en el esófago, que le impedía poder ingerir alimentos; se armó de valor y, creyente como era, se puso en manos de Dios y aceptó someterse a una operación (no sin antes estar en un proceso de nutrición). Algo se complicó y estuvo algunos días en Cuidados Intensivos. Finalmente falleció.
Adrián Navarro Medina era conocido en el ámbito del béisbol como “Navarrito”. Gozaba de grandes simpatías por su abierto carácter y bonhomía. Fuimos rivales deportivos, si bien en diferentes trincheras: él, como jugador activo en el terreno de juego en los torneos de su querida Liga de Béisbol Amateur de Tijuana; yo, como parte de la directiva de la Liga Municipal, viéndole en ocasiones en los enfrentamientos a nivel de Selecciones, en los torneos estatales.
El béisbol nos dio la oportunidad de iniciar un trato continuado desde que se integró el equipo de Plato de Oro, que empezó a jugar hace más de cinco años en la Liga de Béisbol Intersemanal del Último Suspiro, que se juega en Rosarito. A la postra, ese trato continuado se tornó en una sincera amistad. Compartíamos, por otra parte, una situación parecida: ambos fuimos expulsados de nuestras respectivas ligas; él por atender a sus valores personales de lealtad hacia un personaje relacionado con la Liga Amateur, yo (de la Liga Municipal) por razones que, después de 20 años, no les encuentro fundamento.
“Navarrito” fincó su prestigio dentro del béisbol al haber sido encargado de promover este deporte dentro de la Universidad Autónoma de Baja California, y presumía con orgullo haber conducido a los equipos de la institución a la conquista de 19 Campeonatos Universitarios consecutivos; además, fue manejador de varios equipos de su Liga Amateur. Antes de su deceso, “Navarrito” enfocó sus afanes y esfuerzos a integrar una competencia entre peloteros de 70 años de edad, afanes y esfuerzos que se vieron coronados con la integración de un torneo entre equipos de Tijuana, Rosarito y La Mesa (reitero, todos jugadores de 70 años).
Nunca supe el grado académico que “Navarrito” hubo tenido porque era poseedor de una increíble inspiración. Me contaba haber escrito cerca de 50 canciones, de las cuales ya tenía al menos cinco registradas en la Asociación Nacional de Escritores y Compositores; le compuso temas a Nayarit, a Sinaloa, y un himno a su querida alma máter, la UABC. En las reuniones que solemos tener en el negocio de Arturo Espinoza, escribía las calaveras de todos y cada uno de los asistentes a las reuniones. Recuerdo que a principios del año, en ocasión de un homenaje efectuado a los periodistas Juan Manuel Martínez Pérez y René Mora, les escribió unos hermosos y sentidos conceptos, ponderando sus trayectorias. Ahí estuvo presente su colaborador, Rafael S. González.
Termino, pues, mis estimados directores, expresándole a su ahora viuda Teresa, a sus hijos, nietos y bisnietos mis condolencias más sinceras. Y agrego: apenas la semana pasada había muerto Jaime Niebla González, otro jugador de béisbol que además fue Comandante de los cuerpos policiacos del Estado.
El béisbol de Tijuana está doblemente de luto.
Muchas gracias, señores directores.
Atentamente,
José Carlos De La Trinidad.
Tijuana, B.C.