Conzultoría Matrimonial y Familiar
En una pareja, las relaciones sexuales son una fuente importante de amor y pasión que permite que la relación se mantenga unida, generando un lazo de unión, placer y de buen entendimiento; sin embargo, para algunas personas el sexo no es algo para disfrutar. De hecho, es algo que les da temor, ya que hay personas que encuentran en esos momentos uno de los miedos más grandes a los que debe enfrentarse, ya sea por el pánico al ridículo, no estar a la altura de las circunstancias, los posibles dolores que se pueden presentar durante el coito u otras variantes. Este temor a las relaciones sexuales afecta tanto a hombres como mujeres en diferentes aspectos y es mucho más común de lo que parece.
Existen múltiples tipos de miedos, fobias y ascos en el sexo, causados por la idea de control exagerado que se tiene, el perfeccionismo, la higiene excesiva, entre otros. Hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información -o más bien, desinformación, según expertos- en Internet y, tras ello ,una mayor inclinación a autoterapiarse o el intento de autopsicotratarse.
No obstante, desde la sexología, este temor se puede dividir en varios tipos: por un lado, la fobia real a la sexualidad o a cualquiera de los elementos que la engloba, como el embarazo, la conducta coital o los genitales propios o del otro; por otro, el asco. Este último, como las fobias, tiene en común que se pueden convertir en trastornos si se convierten en miedo irracional.
Es racional sentir asco si toca o saborea algo repugnante, pero no lo es si se deja de tener una relación porque tenga algo de vello en los genitales o se obliga a la pareja a bañarse siempre antes y después de la relación. Otras de las reacciones que se pueden presentar es que la persona se cubra partes de su cuerpo, que pida que no haya luz o se muestre esquiva al momento de intimar.
A pesar de que sean varios los motivos por los que el miedo al sexo puede estar presente en la vida sexual de cualquier persona, las medidas existentes para solucionarlo también son variadas. El primer paso es identificar el problema; una vez que se ha logrado, es importante saber que tratar el miedo a tener sexo sí es posible; para esto, pueden realizar actividades que le permita relajarse y sentirse cómodo, como explorar el cuerpo de su pareja previamente y tener una buena comunicación.
Es relevante que se sienta seguro de su cuerpo y lo explore previamente. Y si definitivamente siente que es un problema que no puede controlar, es vital que consulte a un especialista para que le ayude a controlar la ansiedad, reconocer el origen de ese miedo y para que, con terapias adecuadas, pueda superar esa condición y disfrutar de una vida sexual plena, sin miedo a explorar y aceptarse tal como es.
Además, para que este temor desparezca es necesaria la ayuda y el apoyo de la pareja. Esta juega un papel muy importante. El comportamiento que debe adoptar la pareja es entender que el otro tiene un problema y que no tiene que ser él o ella el culpable o causante. La ayuda ideal que puede ofrecer es, primero, en el convencimiento, y después colaborar en la terapia.
Una vez superado este temor, es conseguir la máxima seguridad en el contexto sexual; para ello hay que eliminar los conceptos de sexo perfecto. Se han creado un miedo e inseguridad o frustraciones al alejar las expectativas de la realidad. En el sexo, como todo en la vida, la seguridad se conquista con la práctica. Jugar previamente y hacerlo sin intentar tener coito, a sabiendas de que están buscando resolver el problema, es muy importante; genera confianza y seguridad. No crean, como muchos: hacer el amor no se circunscribe tan solo a la penetración; se puede llegar al orgasmo sin necesidad de ello, a base de besos, caricias mutuas y profundas.
Como siempre, gracias a mis dos que tres lectores por sus comentarios y consultas al e-mail: bautista46@hotmail.com
El licenciado Roberto Bautista reside en Tijuana, B.C.