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domingo, febrero 18, 2024
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Viajero en el tiempo

Hola mi apreciable lector:

Si tu niñez, tu adolescencia o vida adulta fue a partir de la década de los sesentas, quizá hayas visto un programa televisivo semanal llamado “El túnel del tiempo”.


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Fue una de mis series predilectas donde a los dos protagonistas los enviaban a través de un túnel giratorio, a distintas etapas históricas de la humanidad, y la misión que tenían encomendada era evitar o hacer que sucedieran determinados hechos; es decir, viajaban al pasado para cambiar la historia.

Ahora bien, es mi deseo compartir contigo algo muy personal: un sueño imposible para mí, mi fantasía anhelada, es poder realizar muchos viajes a tiempos pretéritos. No para tratar de cambiar la historia, sino con el único fin de ser testigo presencial de los hechos, los más importantes o de mayor trascendencia, esos que dejaron perdurable huella para bien -o para mal- de la humanidad.

Fíjate, lector mío, que el primer viaje que haría sería hacia el comienzo del año 1 en Belén de Judá, para estar presente en el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo; para conocer personalmente a sus padres -José y la virgen María-, escuchar de viva voz las enseñanzas de Jesús y admirarme de sus milagros. Platicar con Él y también estar presente en su pasión, muerte y resurrección; conocer, además, a sus apóstoles, convivir con ellos y saber más de las costumbres y de la cultura de los habitantes de esos lugares. Sería para mí el más grande honor y un viaje muy enriquecedor.


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Mi segundo viaje en el tiempo lo dirigiría al año 1492, durante la gran travesía por mar de Cristóbal Colon y los marineros a su mando, en las tres carabelas que los condujeron hasta llegar al continente americano. Aprendería el idioma italiano para conocerlo y dialogar, hacerle muchas preguntas.

Decirle, a él, que admiro muchos la valentía de los navegantes marítimos de esta época y anteriores, que afrontan grandes peligros en sus viajes, con el riesgo de ser sorprendidos por huracanes o tormentas, donde muchos han naufragado y perecido. Y aunque yo tuviera miedo, estaría decidido a viajar con ellos para sentir esas fuertes emociones. Jamás les diría que soy un viajero en el tiempo y que vengo del año 2019 en el futuro, porque inmediatamente me avientan al mar por creer que estoy bien loco. Jajaja.

Por ser -para mí- Cristóbal Colón uno de los grandes personajes de la historia que más admiro, es para muchos el causante de grandes polémicas en torno a que si su llegada a América trajo beneficios o desgracias a las poblaciones nativas a donde él llegó. Creo que puede haber autores muy poco objetivos o mal informados, por lo que tendría yo la tarea de ser testigo presencial para saber la verdad tal y como sucedió, sin quitar y sin nada inventar. Y así continuaría navegando sin cesar.

Mi siguiente destino es el 24 de diciembre de 1914 en Bélgica, a inicios de la Primera Guerra Mundial. Soldados ingleses y alemanes se encuentran en sus respectivas trincheras después de un día de sangrientos combates. Por ser Nochebuena, ambos bandos pactan una tregua de unas horas y sucede lo más asombroso e increíble: ambos contendientes -dizque “enemigos”- comparten bebidas, comida, cantan villancicos y hasta terminan jugando un partido de futbol. Esos bellos momentos que vivieron -me hubiera gustado estar presente con ellos- habrán de haber sido algo así, como unas horas del cielo en la tierra, para terminar la tregua, volver a sus trincheras… ¡Y a seguirse matando! De nuevo, al infierno de la guerra.

Tendría que tener una máquina del tiempo de excelente calidad, muchos viajes al pasado tengo en mente por realizar. La Segunda Guerra Mundial, Reforma de Lutero, la Independencia de México, la Revolución Mexicana, la Guerra Cristera en México, por citarte algunos; tratándose de guerras, me gustaría mucho tener la certeza sobre qué fue lo que realmente sucedió, por aquello que se dice: “La historia de las guerras, la escriben los vencedores”. Muchos historiadores no se ponen de acuerdo y crean polémicas en varios acontecimientos, generando confusión en los hechos históricos; sin faltar, claro, “la cereza en el pastel”, que son las teorías de conspiración (y más confusión todavía).

Bueno, lector mío, quiero decirte que todas las enseñanzas y vivencias que obtuviera en mis viajes en el tiempo, las compartiría contigo. Claro, ya dependerá de ti si las aceptas o las rechazas; por mi parte, quedaría la satisfacción en haberte dicho la verdad, tal y como sucedieron las cosas, no como las cuentan algunos autores mal informados -o a propósito malintencionados- por conveniencia personal o las del gobierno de sus respectivos países.

Bien, lector mío. Fue un verdadero gusto para mí escribir de todo corazón esta carta, dirigida especialmente para ti. Ya te diste cuenta que mi anhelado sueño de viajar a tiempos pasados -y regresar sano y salvo- ha sido por fin realizado, por lo pronto, en la fantasía de mi imaginación. Todos los viajes fueron gratuitos, incluyendo alimentación y hospedaje; solo gasté en la compra de souvenirs.

 

Atentamente,

Eduardo A. Velarde Vázquez

Tijuana, B.C.

Correo: eduardovpresencia@gmail.com

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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