Columna invitada
Este fin de semana pasado, un niño se hizo viral en redes sociales a través de un video escalofriante: Erick, un menor de 10 años de edad originario de Minatitlán, Veracruz, por pedir a AMLO que ayude a los menores que se encuentran librando una guerra contra el cáncer y que actualmente enfrentan el desabasto de quimioterápicos. En el video, el pequeño manifestó: “Tengo leucemia linfoblástica aguda de grave riesgo; mi tratamiento lo estoy llevando en la Ciudad de México, en el Hospital Infantil de México. Le pido, Presidente, que nos ayude con las quimioterapias en el Hospital Federico Gómez. No me quiero morir”.
Este lunes 25, padres y familiares de niños con cáncer bloquearon los accesos 3 y 4 a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM); esto para exigir a las autoridades que no se suspendan la quimioterapia y medicamentos para sus hijos. Con una cadena humana, cerca de 50 padres de familia denuncian que la vida de sus hijos está en peligro, ya que ni en el ISSSTE, ni en el Hospital Infantil Federico Gómez, ni en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre se cuenta con estos apoyos médicos.
El miedo a la muerte es experiencia, conciencia y claridad. Un niño o una niña deberían desconocer la fatalidad del tiempo. Pero el cáncer supera cualquier lógica; consume sus cuerpos, vida, ánimo e inocencia. Y la leucemia destruye. No sólo por las fiebres, el dolor en diferentes partes del cuerpo y el agotamiento crónico; también el cóctel de marginación al que se enfrentan los niños y niñas, sus familias, amigos y conocidos, es amplio: centros de salud lejanos, transporte incosteable, mala alimentación, economía deficiente para el acceso a los medicamentos y trayectos prolongados que, para Erick, implican un agotamiento crónico después de las quimioterapias.
La leucemia linfoblástica aguda es la neoplasia más frecuente en la infancia, constituyendo el 80% de todas las leucemias agudas de la edad pediátrica. La supervivencia de los pacientes con este tipo de leucemia se ha incrementado notablemente en las últimas décadas, pasando de una supervivencia de menos del 10% en los años sesenta a presentar -con los tratamientos actuales- una supervivencia (libre de enfermedad) superior al 80% en la mayoría de los casos.
Es conocido que, en el sector farmacéutico, los ciclos de producción son planeados con muchos meses de anticipación. El abasto al sector público se define desde un año antes; ahora eso es más claro con las compras consolidadas, concretadas a fin de cada año para surtirlas en el año siguiente. Ante situaciones de emergencia como la actual, no adecúan su producción de un día para otro, máxime que deben esperar a que les surtan las sustancias químicas procedentes de otros países. Aparte, los quimioterápicos son medicamentos especializados, cuyas líneas de producción son más complejas o delicadas que la de otros fármacos más comunes, y requieren ciertos procedimientos con más estrictos controles. La compra consolidada de medicamentos en 2019 ha sido fuertemente criticada por el desabasto que ha generado en el área de cáncer infantil, debido a sus retrasos. ¿Pero realmente es la única causa del desabasto de medicamentos, o también contribuyen al desabasto los recortes presupuestales?
Particularmente en el rubro del cáncer infantil, en los últimos dos años se han reportado faltantes en Ciclofosfamida, Purinethol, Vinblastina y Vincristina; todos estos son medicamentos estructurales que forman parte de la columna vertebral del tratamiento de diferentes cánceres infantiles (entre ellos la leucemia linfoblástica aguda, el cáncer infantil más común en el mundo).
Los recortes deberían de hacerse luego de un análisis minucioso de la situación en particular. Sin embargo, en los tratamientos de los niños con cáncer no es válido hacer ningún recorte. Al momento en que se quiere utilizar la compra consolidada, se tiene que analizar muy bien la estrategia administrativa para que no haya faltantes en ningún hospital del país.
La razón de la sinrazón es que los funcionarios -que ordenan este tipo de recortes- deben ser castigados por su incapacidad. La lucha contra la corrupción está bien; pero no con recortes, cuando estos se hacen de manera precipitada, sin pensar en las consecuencias, sin importar las vidas humanas. Nuestro gobierno actual debe meditar sobre las medidas que aplican de manera autoritaria (y torpe) algunos de sus colaboradores.
Los tiempos de la 4T y los tiempos de los niños enfermos no son iguales; estos últimos no entienden de burocracia ni de compras consolidadas. Esperemos que exista sensibilidad en un tema de vida.
Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla
Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, A.C.
Correo: andale941@gmail.com