Conzultoría Matrimonial y Familiar
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No cabe duda que los tiempos están cambiando respecto a muchas cosas debido, principalmente, a las nuevas generaciones y a tecnologías que día a día nos abruman y nos sacan de quicio; en especial a quienes somos del siglo pasado, en donde las cosas no eran como ahora y que difícilmente volverán. Aunque no se quiera, muchos de los cambios están siendo respaldados por las propias leyes (lo que hace que se queden para siempre); para ejemplo, el aborto, que en el siglo pasado aun cuando se trataba y se pretendía que se despenalizara, no sucedía; ahora ya no tan solo es lo primero, sino que se autorice el mismo.
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A estas nuevas generaciones se les llama de forma coloquial “millennials”. Genéricamente, se les reconoce a aquellos que nacieron entre los 80 y 2000; no se diga a los nacidos en este siglo, que aunque todavía no llegan a sus 20 años, también empiezan hacer ruido. Las grandes manifestaciones en el mundo ya no son propias de los adultos mayores; la mayoría pertenecen a esta nueva generación, si no vean las que se están llevando a cabo en Hong Kong, que luchan por sus derechos civiles; en Estados Unidos, por no estar considerando su gobierno los llamados para atender el cambio climático; y sin ser excepción México, las que luchan por la vida (que aunque incluyen a adultos mayores por su descendencia, la mayoría son jóvenes de la nueva generación). Como lo digo al principio, generan actos jurídicos que se están contemplando en nuevas leyes o reglamentaciones.
Esta generación, como cualquier otra, ha y seguirá generando actos jurídicos y produciendo consecuencias jurídicas a un corto y largo plazo dentro de la sociedad. Tal es el tema que hoy traigo a colación, sobre si esta nueva generación -o la de los llamados “millennials”- piensa en el matrimonio; en su mayoría, han decidido esperar más tiempo para contraer matrimonio (o abandonan esta idea por completo), pues se consideran libres e independientes y prefieren disfrutan su juventud en aventuras y diversión. Esto no quiere decir que han dejado a un lado sus relaciones amorosas; al contrario, se generan a edades muy tempranas, pero sin necesidad de compromisos que los hagan sentir atados (situación que va de la mano con no tener hijos, pues muchas veces influye el aspecto económico).
No hay que perder de vista que el matrimonio en algún tiempo se consideró como la base y fuente de la familia; sin embargo, en estos tiempos, dicha percepción ha cambiado y pasado a un segundo término. Hay relaciones que se forman con todas las formalidades que exige la ley, pero su estabilidad dura poco, sin perder de vista el gasto que hicieron principalmente los padres de los novios (puesto que los susodichos ni capital tienen); por otro lado, cuando desean casarse, la pretensión de una boda formal es demasiada cara.
Ante esta situación, y conscientes, algunas veces no piensan en el matrimonio desde el aspecto religioso y jurídico; esto se da por múltiples razones, entre ellas las siguientes:
1. Casarse es caro y prefieren invertir ese dinero en amueblar la casa y cosas personales.
2. La Iglesia, con sus múltiples requisitos, tiende a perder fieles. Aparte, lo caro que cobran para cumplir con los mismos; de hecho, debería darse cuenta la Iglesia de que esa es una de las principales razones de no casarse, ni seguir con los preceptos religiosos, ni inducir a los hijos -cuando estos crezcan- a pensar igual.
3. El matrimonio es una opción, pero no obligatorio en el ámbito social, dejando de ser un estigma sobre las parejas que viven en unión libre.
4. Ya las leyes dan la misma protección a los matrimonios que a los que viven en unión libre.
5. Las parejas dan mayor importancia a viajar y tener una vida de comodidades. La familia ya no es el principal círculo de la convivencia porque los amigos toman un papel muy importante.
Gracias como siempre a mis dos que tres lectores por sus consultas y comentarios al e-mail: bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista reside en Tijuana, B.C
