El cuento infantil “El niño telescopio” (Lapicero RojoEditorial, 2019), de Miguel Alberto Ochoa García, fue presentado el jueves 8 de agosto en la Sala de Lectura del Centro Estatal de las Artes (CEART) Tijuana, con la participación de su autor y del ilustrador Ángel Castellanos.
La tertulia literaria se llevó cabo durante el círculo de lectura infantil “Los devoralibros” que comparten Miguel Ochoa y Jazmín Lozada todos los jueves de agosto en el CEART Tijuana, como parte de las actividades de la Coordinación de Literatura a cargo de Karina Balderrábano en la institución tijuanense dependiente del Instituto de Cultura de Baja California (ICBC)
El argumento de “El niño telescopio” es sencillo: había un niño con telescopios en lugar de ojos. Su actividad favorita era observar peces en el mar y, durante los fines de semana, trabajaba en un observatorio ayudando a científicos y astrónomos a cazar asteroides. Pero, un día, el niño telescopio vio algo que no debía ver. En un arranque de desesperación, tropezó y sus telescopios se llenaron de lodo. Inesperadamente, se encontró con otro niño telescopio que había pasado por lo mismo que él. En ese momento volvió a ver con claridad.
Con la participación de una docena de niños y algunos de sus familiares, Ochoa García refirió que su principal intención al escribir “El niño telescopio” fue crear una historia que permitiera trabajar con temáticas que otras obras de literatura infantil no cubrían.
“Yo escribí ‘El niño telescopio’ pensando en ‘Los devoralibros’, para ningún otro público ni nada, yo solamente lo escribí porque necesitaba un cuento que hablara de ciertas temáticas que usualmente en otros cuentos no había. Jazmín y yo utilizamos usualmente libros de Oliver Jeffers (Australia, 1977) y libros de literatura juvenil que son muy famosos; pero ‘El niño telescopio’ se ofrece para hablar de muchas temáticas”, expresó Ochoa.
Asimismo, el también cofundador de Lapicero Rojo Editorial compartió algunos trucos literarios que utilizó para la construcción de su cuento: “A ‘El niño telescopio’, como cuento, le faltan algunos detalles que lo hacen un cuento rompecabezas o lo hacen un cuento multiusos: Falta qué es lo que miró el niño telescopio, por qué el niño telescopio tiene telescopios en lugar de ojos y cómo es que hizo para que el otro niño telescopio con el que se encontró se le quitara el lodo”.
Por otro lado, Ángel Castellanos, ilustrador del cuento, reveló cómo fue su proceso para construir al protagonista de la historia y a sus acompañantes:
“Miguel me pasó el texto. Él me dijo: ‘aquí está un cuento que escribí, léelo, dime qué te parece e inventamos algo’. Miguel dibujó este niño en una hoja que yo le presté. Le dije: ‘dime más o menos como qué quieres para que nos podamos guiar más’, y él dibujó algo que era la idea del niño y ya se lo dibujé enfrente y dijo: ‘así como lo hiciste, así lo queremos’”, contó Castellanos.
Además, el ilustrador señaló un detalle del diseño del libro que hace referencia a la historia misma: “Si ponen atención, hay una figura que se repite mucho: Un círculo, eso es porque estamos viendo a través de los ojos del niño telescopio, es como si estuviéramos usando los telescopios del niño. Por eso es que tenemos un círculo en cada página”.
Finalmente, Miguel Ochoa compartió su interés por hacer “cultura activa” por medio de la literatura:
“Pienso que la literatura, es cierto, hay que leerla por el gusto de leerla. Como le llaman en griego, ars pers ars, el arte por la gracia del arte, es cierto; yo estoy súper de acuerdo con eso, pero estamos en un mundo donde cada vez es mucho más violento y eso no lo podemos negar… si podemos hacer un poquito más de paz con la literatura, con los cuentos, aunque no sea el arte por el arte, aunque tenga una funcionalidad, yo creo que está bien, porque es algo de cultura activa, no cultura pasiva”, finalizó.
Para adquirir el cuento “El niño telescopio” y otros títulos, visitar la página de Lapicero Rojo Editorial: http://lapicerorojo.com/ (Laura Elvira Díaz).