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sábado, febrero 17, 2024
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Las generaciones pasadas fuimos mejores

Frecuentemente recibimos pensamientos en nuestro WhatsApp, enviados por familiares y amigos, alardeando de las virtudes y las sanas maneras de las generaciones de antes. Los integrantes de las generaciones pasadas nos sentimos superiores señalando a las actuales, debido que ahora estos “se la pasan pegados a su celular y computadoras, y ya no conversan ni juegan como nosotros lo hacíamos”, como cuando jugábamos a “los quemados”, “las escondidas”, a “la pelota”; o simplemente en alegres tertulias sentados en las banquetas.

Todo mundo discute acerca de la pérdida de la moral y la falta de respeto social que existe en la actualidad: la frivolidad, la indiferencia y principalmente la drogadicción y el alcoholismo juvenil, diciendo con todo y suspiro melodramático, y música triste de violines de fondo: “Nuestros tiempos fueron mejores”, mientras hijos y nietos sonríen burlonamente al escucharnos y continúan indiferentes en sus celulares o tablets. Pero precisamente nosotros, los de las bellas generaciones pasadas, no nos damos cuenta que fuimos el ejemplo de la tan criticada generación actual. Un joven de prepa, internado en un centro de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, me mencionaba amargamente: “Yo crecí viendo a mi padre beber hasta caer, junto con amigos que algunos eran drogos, y ahora me traen y me zambullen dentro de este infierno… Yo vi a mis vecinos hacer lo mismo, y a los padres de mis amigos, así como a los propios maestros de escuela”, amén de las familias disfuncionales.


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Otra realidad que confrontan los jóvenes y que les ocasiona una enorme frustración, es que a pesar de asistir a costosas escuelas, una vez graduados como profesionales, terminan laborando por un sueldo que les es insuficiente e incongruente a su enorme esfuerzo, engañados por la farsa del sistema educativo, palero del gobierno. Un ejemplo palpable al respecto es el de los jóvenes médicos, quienes terminan trabajando fuera de una farmacia “Simi”, Roma u otras, contratados mediante un sueldito y presionados a recetar costosas medicinas que solo benefician a los dueños de las cadenas de farmacias, cobrando estos como gancho, consultas irrisoriamente baratas, aprovechándose de la enorme oferta de médicos en el mercado laboral, debido a que las instituciones de salud y centros de trabajo oficiales, fueron saqueados impunemente a través de los años, cerrándose infinidad de puestos laborales.

Las generaciones actuales han caído en el desánimo, desde cuando los entonces jóvenes, después de lo ocurrido en México, Tlatelolco 68, esperábamos una lucha de los ciudadanos hasta derrocar al gobierno, ante la masacre de sus hijos a manos de estos. O por lo menos suponíamos su final, mediante rechazo generalizado en las siguientes elecciones, pero la respuesta general fue la indiferencia, como también ocurrió con los jóvenes asesinados de Ayotzinapa (que pueden ver en Netflix), provocando este crimen una fuerte respuesta de parte de los padres y ciudadanos del lugar, pero que tristemente, al resto del país le importó muy poco, a pesar de haber identificado plenamente a los responsables por investigadores extranjeros imparciales.

Aquí en Tijuana se han cerrado varias plazas de prepa y universidad debido a la rapiña gubernamental, pero los jóvenes no han salido a las calles a luchar por lo que les pertenece, cayendo en la apatía. En el filme “La Máquina del Tiempo” (Time Machine) se proyecta a un viajero del futuro, quien se encuentra con unos humanoides, “Los Morlocks”, y a otra especie humana, “Los Eloi”, sumergidos estos en un letargo casi hipnótico, dejándose masacrar y devorar sin resistencia por “Los Morlocks”. El viajero, indignado, intenta despertarlos con el fin de unirse y vencer a aquellos.


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Los jóvenes en la actualidad se encuentran en un estado similar. Las religiones, ahora menos que antes les convencen, debido a sus mentiras y crímenes de siglos que continúan a la fecha, junto a las otras sectas y programas basadas en salidas poco realistas de un Dios que promete una vida mejor. Con todo y todo, los jóvenes necesitan despertarse como “Los Eloi”, de tal manera que si acaso nosotros tuvimos una sociedad mejor, es evidente que no supimos transmitirla a nuestros hijos, porque al final, ellos comprobaron que era igual de falsa que la pantallita del celular y terminaron rechazándola, a pesar de nuestros intentos de imposición en ciertos casos.

Por lo cual, para finalizar, tomaré prestadas con todo respeto las palabras de la soberbia Sor Juana Inés de la Cruz, adulterándolas un poco: “Padres necios que acusáis a vuestros hijos sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

 

Daniel Trujillo

Tijuana, BC

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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