Hay dudas a las cuales es difícil encontrarles respuesta.
¿Qué es lo que hace que partícipes en un organismo de la sociedad civil? No te pagan, toma tu tiempo libre, no te permite descansar lo suficiente, te quita horas y días que podrías pasar con tu familia, con tus amigos o contigo mismo. Y si resulta que el proyecto es exitoso, quizá se despertarán envidias, odios, críticos destructivos y enemigos gratuitos, además de que probablemente habrá tanto ingratitud -hasta de algunos de los propios beneficiarios de tus acciones- como incomprensión; incluso de tus seres queridos, que te cuestionarán la razón por la cual (en lugar de dedicarte a actividades lucrativas) empleas tu tiempo en ayudar a los demás.
Así, he conocido personas increíbles; como Rosita, del asilo “El Tesoro de Vivir”, cuyo trabajo hace posible que, con unos cuantos pesos, personas de la tercera edad tengan comida caliente y un techo. De no ser por personas como ella, las calles estarían repletas de ancianitos pidiendo caridad, sufriendo hambre, frío y quién sabe cuántas cosas más.
Dedicándoles el tiempo y amor que no les dan ni sus propios parientes, Rosita está al pendiente de cada uno de sus “huéspedes”, haciendo milagros. Aunque de forma eventual hay quien generosamente les lleva donaciones en especie, el dinero es necesario y siempre escasea; de hecho, la semana pasada fuimos el conducto para hacerles llegar una aportación de un benefactor anónimo, de cuya cartera salieron tres mil pesos. Al ponerlos en las manos de Rosita, nos comentó con lágrimas en los ojos que acababa de llegar del mercado y que prácticamente se había quedado sin dinero, puesto que ya tan solo contaban con $70 pesos en efectivo; que justo cuando se encontraba preguntándose cómo le haría para salir adelante en una semana que apenas empezaba, milagrosamente nos aparecimos nosotros con el donativo.
Otro caso especial es el de Fernando, quien está al frente del Centro de Rehabilitación “Fontain of Hope”, cuyo trabajo es la única esperanza de sobrevivencia para los cientos de personas en situación de calle, expuestas a las drogas, hambre, frío, violencia, enfermedades y todo tipo de peligros existentes en El Bordo y en todos los sitios inimaginables del inframundo, en el que caen sin una luz de vida. Si no conoces a Fernando o a los muchachos de su centro, podrías predisponerte en su contra; pero cuando ves su permanente disponibilidad, su actitud siempre cooperativa, la ayuda que brindan a la ciudad (y a cuanta causa está en el límite de sus posibilidades), es cuando te formas la opinión correcta.
Como él, pero en atención a mujeres que necesitan ayuda para luchar contra la terrible enfermedad de las adicciones, está Perla al frente de “Maravilloso Corazón”, así como Martina en el centro “En Busca de una Nueva Esperanza”, nombres de establecimientos que les quedan perfectos, dada su misión.
Para esos y muchos otros centros de rehabilitación hemos gestionado y conseguido toneladas de ropa, zapatos, alimentos y otros donativos que, aunque han ayudado a su tarea, se quedan cortos ante el tamaño de las necesidades de una ciudad que tiene miles de indigentes y personas atrapadas por las drogas y la desesperanza.
Hay muchos otros lugares más, como “Carita de Dios”, que atiende a niños con discapacidad, donde Adalid tiene siempre abiertos los brazos y el corazón. El espacio en esta columna se nos acabó, sin que podamos dar respuesta a los motores que mueven almas y cuerpos para ayudar a los demás; pero, por si alguien más no se los ha agradecido, desde aquí les enviamos un fraternal abrazo y un exhorto a no rendirse a pesar de lo pesado de su tarea.
Todo es cuestión de despejar la incógnita.
Alberto Sandoval es Fundador de Alianza Civil, A.C., Comisionado del ITAIPBC, expresidente del COMOSC y Secretario del CEFAB. Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: www.AlianzaCivil.Org