Aquella casa de adobe
se pierde en la distancia
y una lágrima resbala
que oprime al corazón
haciendo un nudo en la garganta.
En los zapatos se lleva el polvo
del viejo camino de su infancia
en donde tantas veces corrió,
deseando alzar el vuelo
como el águila real.
Se marcha en busca de otro cielo
con un azul más brillante,
donde el sol sea mejor abrigo
y donde haya un camino sin polvo,
pero al alejarse quiere regresar.
Muchos los momentos vividos
en la tierra vio la luz primera
y en su piel los lleva tatuados.
El viento le trae los perfumes
de mirasoles, geranios y pinos.
La distancia embellece los recuerdos
y como aguijón se clava en el pecho,
los aromas despiertan los sentidos
y el corazón se viste de nostalgia
al recordar la casa de adobe.
Ya pasaron muchos años
que en su rostro dejan huella,
el cielo no es más azul
y el polvo cubre los caminos.
Otra lágrima resbala en su rostro.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California