17.9 C
Tijuana
jueves, octubre 3, 2024
Publicidad

Atraco a abuelos y discapacitados

¿A qué niveles se corrompen instituciones y sus operadores? De ciudadanos afectados, denuncian las graves irregularidades en las entidades que operan los pagos en efectivo de programas sociales de la 4T a los adultos mayores y discapacitados. Han sufrido una situación extrema e indignante: se revelan abusos de Bancomer y Telecom, empleados de una inmoralidad miserable. Antes, hago la observación de que -a casi nueve meses de asumir la responsabilidad del engranaje de pagos directos- una parte sustantiva de recursos asistencialistas aún se maneja en efectivo. Con la tecnología bancaria no se concibe este estatus de hacienda porfirista.

Esto es carne fresca para las hienas burocráticas que ahí “prestan sus servicios”. No existe explicación lógica y decente, pero sí la intención del manoseo (y mochadas sin nombre) en perjuicio patrimonial de indefensos. Y es tiempo que no se usan tarjetas de débito al cien por ciento para no ser literalmente robados; todos podrían acudir a las sucursales bancarias o a los cajeros automáticos a retirar 2 mil 551 pesos bimestrales.

Qué estará pasando a los “altos y medios funcionarios” que AMLO les exige el 99 por ciento de honradez, cuando aún abusan de los adultos mayores -y que en no pocos casos son humildes y analfabetas- que han perdido capacidades de defender sus legítimos intereses o verificar si los recursos entregados son los que firman de recibido.

Revelan que a los abuelitos no se les entrega menos de la cantidad correcta, que a los miles y millones de sobres en la República les “pellizcan” por estos empleados de Telecom o Bancomer  (que criminalmente medran con la pobreza de los adultos mayores). Los directamente afectados se lamentan de que les tienen demasiado esperando -y en condiciones inhumanas- a los discapacitados, que se hacen pedazos para moverse en muletas, sillas de ruedas, o la familia lleva penosamente a cobrar, además de pagar transporte, esperar filas por horas a pleno sol, para salir… atracados.

Están involucrados los banqueros; es el caso de la denuncia de Bancomer, el banco español que -dado el número de sucursales en el país- continúa manejando estos programas, saqueando a los beneficiados con depósitos que nunca se ejecutan ni reciben abuelos y abuelas. De Banorte se quejan de que reciben maltrato, desconsideración y falta de respeto a su edad y condición humana.

Se espera la rectificación contundente, el actuar de los directamente responsables de estos programas (en su momento, Jaime Bonilla Valdez y el actual delegado federal Jesús Ruiz Uribe) e investigarse a fondo, sancionarse, corregir y, sobre todo, reponer a los afectados sus pérdidas. Cruzarse de brazos, mirar al monte y guardar silencio es complicidad de este abuso desde arriba. ¿Dónde quedaría la transparencia y supuesto combate a la corrupción ante los más necesitados y vulnerables?

Pero si este escenario de asalto es intolerable, ahí no termina la pesadilla de la pobreza extrema mexicana. Algunos de los ancianos y ancianas se quejan -con lágrimas de dolor- que al interior de su familia los despojan de estos recursos. Existen viciosos que los atropellan y se esfuma el colchón protector de los olvidados. ¿Tendrá conocimiento AMLO de estos cuadros?

Finalmente, la manifestación pacífica de jóvenes y mujeres del viernes 16 de agosto en la Ciudad de México fue una reacción justa, natural y legítima de una población vulnerable, una víctima trágica, creciente y alarmante de feminicidios, abusos y acoso en toda la República (y con hechos civilizados plausibles como reacción necesaria). Pero la violencia la contaminó. El abuso a las mujeres proviene de las raíces de una subcultura patriarcal, aderezadas con golpes machistas y una barbarie de violencia que no respeta a nadie (como a niños y niñas abusadas por sus propios padres o familiares); es una señal salvaje de descomposición e hipocresía de la educación y moral, que inculcan las iglesias, y del colapso de la estructura familiar. En una ciudad tan compleja y enferma con las macro dimensiones urbanas y la densidad de población, aparece la diversidad y los extremos de derecha e izquierda, que coinciden en la barbarie. Las ciudades superpobladas, como Tijuana, rebasan los límites racionales, donde descontrol social, cultural, agua, océanos y aire destruyen salud, seguridad, confianza y calidad de vida.

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas