Vengo a contarle mi vida
por si quiere conocerla,
y sabrá que muy precisa
es mi historia y muy completa.
Crecí entre los mirasoles
y los barbechos de milpa,
donde escuchaba canciones
de una radio muy antigua.
Sembré maíz en el surco
abierto por el arado,
al que mi padre condujo
con una yunta de machos.
Fui a traer agua del pozo
cuando yo era muy pequeña,
y aquel pozo era muy hondo
espejo de las estrellas.
Me paré en un hormiguero
y la lengua me mordí,
de eso yo no me arrepiento
cual valiente colibrí.
En el arroyo nadé
y lavé mi pelo y cara,
en las rocas me senté
admirando la montaña.
Del campo fui a la ciudad
buscando un mejor futuro,
mas no vi con claridad
y casi perdí mi rumbo.
Hoy al pasar de los años
me recuerdo siendo niña,
mirasoles en los campos
y en mi rostro una sonrisa.
Yo no sé si le interesa
conocer lo que he vivido,
para mí valió la pena
ir por el viejo camino.
Le dejo con estos versos
que han salido de mi pluma,
sin llegar a ser soneto
que alabe la blanca luna.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California