En momentos de reflexión me cuestiono qué tan orgulloso se sienten los habitantes de cada país sobre su nación. No es una pregunta fácil de responder habría que ponernos en los zapatos de los demás.
Pero en lo que investigamos lo anterior puedo afirmar sin temor a equivocarme que los mexicanos nos sentimos muy orgullosos de nuestras raíces y su gente. No hay cultura tan enriquecedora como la nuestra, la gastronomía es única y sus tradiciones gozan de un colorido espectacular. En lo personal me siento afortunado de haber nacido en esta tierra. Soy de los que se les hincha el pecho cuando hay que gritar “Viva México”.
Así como hay infinidad de cosas que me hacen vibrar también hay otras que me llenan de desilusión y vergüenza, la corrupción es una de ellas.
Hace tan solo unos días Transparencia Internacional publicó sus resultados anuales sobre la evolución en el mundo de la corrupción, es decir en qué país ha crecido este flagelo o en su caso disminuido.
Una vez más nos encontramos con muy malas noticias ya que México cayó en el Índice de Percepción de la Corrupción que elabora Transparencia Internacional. En el 2018 todavía bajo el mandato y responsabilidad de Enrique Peña Nieto nuestro país pasó del lugar número 135 al 138. El dato más significativo es que en el 2012 cuando Peña Nieto asumió el poder nos encontrábamos en la posición 105. Con el gobierno federal anterior nos rezagamos 33 sitios.
México es la nación más corrupta entre los países de la OCDE (Organización para la Corrupción y Desarrollo Económico). Es importante resaltar que desde la administración del Presidente Felipe Calderón la caída era constante, la corrupción en estos gobiernos no se controló sino que creció exponencialmente.
Los datos por más discursos y palabras huecas que los políticos nos quieran decir son contundentes, por ejemplo, en América Latina nos encontramos al fondo de la tabla solo por encima de países como Guatemala y Nicaragua, ambos con profundas crisis de gobernabilidad.
Para ponerlo en perspectiva mundial compartimos lugar con Irán, Guinea, Papúa (¿?), Líbano y Rusia.
Las causas principales que Transparencia Internacional señalan en su estudio es que en México no hay política anticorrupción efectiva y duradera que brinde resultados, solo se tienen algunas medidas preventivas e ineficaces.
La corrupción viene acompañada de impunidad ya que no hay sanción para quien comenta actos de corrupción, no existe la recuperación de activos robados ni reparación del daño. Los corruptos –dice Transparencia Internacional– saben que no serán sentenciados y lo más lamentable es que mantendrán los recursos desviados.
Este importante ejercicio no solo queda en el señalamiento sino que propone acciones concretas para México como por ejemplo desmantelar las redes de corrupción arraigadas en las instituciones y el debido regreso a las arcas gubernamentales de los recursos desviados.
De este tamaño es el reto para el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno. Me parece que inició bien en el apartado de intentar desvanecer mecanismos de corrupción establecidos como el de la gasolina (huachicoleros) pero se queda muy corto en el renglón de castigar a los responsables y por consiguiente que se devuelva a los mexicanos los recursos obtenidos a través de este ilícito.
La expectativa en esta asignatura es muy grande máxime que fue una bandera poderosa de campaña que fructificó para López Obrador en millones de votos.
La corrupción es un mal arraigado que va requerir de decisiones trascendentales y también de tiempo. Ojalá y se ataque con tenacidad e inteligencia, si no, Transparencia Internacional nos lo hará saber dentro de un año.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro