Si la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood no se hubiera retractado hace unos días de la decisión de anunciar fuera de transmisión a los ganadores de cuatro de sus ternas, entre ellas la de Mejor Fotografía, no hubiéramos visto en tiempo real a Alfonso Cuarón cuando subió al templete del Teatro Dolby, para recibir el Premio Óscar por la cinematografía de ROMA
Pero gracias a la presión que recibió el organismo de parte de los sindicatos afectados, miembros de la industria y el propio público, pudimos escuchar el discurso del cineasta en el que dijo: ¨Muchas gracias, este es un gran honor, gracias a La Academia.
Para crear un sólo cuadro de cine se requiere mucho tiempo y el trabajo de mucha gente. Quiero agradecer a Yalitza Aparicio y Marina De Tavira, antes que nadie, y a todo el excelente elenco y el crew, a Gabriela Rodríguez y Nicolás Celis, los productores, a Participant y a Netflix, a Technicolor, sí está película se hizo a partir de mis recuerdos fue armada gracias a los grandes maestros que nos han dado a cinematografía. Es bien sabido que en la oficina de Billy Wilder había un letrero que decía ‘¿Qué hubiera hecho Lubitsch?’ para mí hubiera sido qué hubiera hecho ‘Chivo’ Lubezki. Esto es para ti también ‘Chivo, gracias a México, mi familia, a Jonás, Bo y Olmo, gracias”.
¨Este es el proceso en el que más me he acercado a lo que yo considero cine, de alguna manera es mi primera película que es cine¨, diría Alfonso Cuarón en el arranque de promoción del proyecto que produjo Netflix , que significó su regreso al país y tuvo un rodaje sin la angustia de tiempo de una producción tradicional, ya que se registró cronológicamente, no tuvo un guion fijo y tomó su base de la memoria del cineasta.