El pasado 22 de noviembre del presente, la clase patronal burguesa manifestó, en Tijuana, tener siete mil puestos de trabajo en Baja California y 100 mil en todo México, listos para que los ocupen los refugiados centroamericanos.
No es la primera vez que la burguesía y su gobierno (es decir la dictadura) hacen estos grandilocuentes ofrecimientos.
Por ejemplo, el usurpador priista (hoy muy halagado por López Obrador) Enrique Peña Nieto, semanas atrás hizo lo mismo. Le llamó a su alarde: “Esta es tu casa”.
López Obrador no se quedó atrás. Hasta visas les ofreció.
Y el politicastro de sotana Alejandro Solalinde anda muy diligente haciendo trámites para llevárselos hasta Canadá y Alaska, donde de seguro a los pocos meses enfermarán por el intenso frío y se morirán. Como perros abandonados. Tal y como está sucediendo actualmente en los infectos y nauseabundos “campos de concentración” en que se encuentran prisioneros en Tijuana.
Compiten unos y otros prometiendo trabajo a los integrantes de la caravana migrante para que desistan en su intento de cruzar a Estados Unidos. Buenos contratistas, de Trump, resultaron.
Como podemos ver, la dictadura mexicana es lo que siempre hemos sostenido, un auténtico lacayo del imperialismo norteamericano. El amo yankee ordena y el lacayo cumple las órdenes de sus jefes de la Casa Blanca.
Prueba irrefutable de ello fue la espantosa represión del pasado domingo 25 de noviembre en Tijuana, y el actual estado de sitio en que se encuentran los migrantes, y bajo la amenaza de deportación. Imbéciles aquellos que no vean las orejas del lobo pinochetista.
¿Habrá visto persona honrada diferencia alguna entre los embates represivos del fascista Donald Trump y las furiosas arremetidas de la dictadura de Peña Nieto y López Obrador, que no han cesado desde que inició su recorrido la caravana migrante?
Son Peña Nieto y López Obrador genuinos agentes de la migra (ahora rebautizados como “ICE”) de Donald Trump, quienes custodian el patio trasero del imperialismo estadounidense.
Los testaferros del imperialismo, esto es, la clase patronal mexicana, como vampiros al acecho, ya se frotan las manos con la nueva remesa de esclavos llegada de Centroamérica. Sabiendo que gran parte de los migrantes se quedará en México, calcula los millones de dólares que reportará, a sus amos, los inversionistas extranjeros, los miles de jóvenes centroamericanos recién llegados una vez que éstos sean integrados al proceso de producción en esas ergástulas de explotación y de muerte llamadas maquiladoras.
Fijémonos en lo siguiente: en las grandes potencias (Estados Unidos, Francia, España, Inglaterra. Alemania, etc., etc.) el sector de la clase obrera más explotado y más oprimido son los inmigrantes. Son los que más ganancias proporcionan a los capitalistas. A los que más plusvalía se les extrae. Es este sector el que percibe los peores salarios, el que desarrolla las tareas más pesadas y riesgosas. El estrato social que no cuenta con derecho laboral ni político alguno. Y, el que, cuando aparece la crisis de sobreproducción capitalista de turno, son los primeros en ser desempleados. Lanzados a la calle a pedir limosna o a morirse de hambre. La mayoría de las veces son deportados a sus países de origen. Como quien arroja a la basura un limón después de haberlo chupado. Verbigracia los obreros ecuatorianos que habían emigrado a España y los mexicanos que no hace mucho expulsaron de Estados Unidos.
Barack Obama, ese negro mastín del imperialismo yankee (tan admirado por el partido Morena), deportó, durante su mandato, más de tres millones de inmigrantes mexicanos “superfluos”. No dudaríamos en pensar que el nazifascista Trump lo supere al terminar su período.
Un ejemplo más: hace alrededor de dos años llegaron a México centenares de migrantes haitianos, con el fin de cruzar a Estados Unidos. La gran mayoría no lo logró.
El hipócrita gobierno estadounidense hizo la faramalla de “procesar” su solicitud de asilo y la casi totalidad fueron “reprobados”, es decir, su solicitud de asilo fue rechazada. Acto seguido la migra yankee los encarceló, uno por uno, y posteriormente fueron deportados.
Fue una trampa que les tendió el imperialismo. Los que lograron quedarse en Baja California fueron los que se opusieron a ser “procesados” al darse cuenta que la gran mayoría estaban siendo “reprobados” y deportados a Haití.
¿Y los pocos haitianos que lograron quedarse en México, dónde están? Allí están siendo bárbaramente esquilmados, percibiendo salarios mucho más bajos que los salarios de hambre que perciben los obreros mexicanos, siendo explotados durante largas y extenuantes horas. “Viviendo” en decrépitos tugurios, carentes de salubridad y atención médica. Además, hostigados y extorsionados constantemente por los perros policíacos.
En el mundo capitalista las masas proletarias migrantes pasan del sartén al fuego.
En Estados Unidos los “indocumentados” mexicanos, principalmente, en repetidas crisis han sido utilizados como “chivos expiatorios”, esto es, a ellos se les ha culpado de todo mal social. Se les acusa de ser los responsables del desempleo, de los bajos salarios, de las epidemias y del crimen. Los obreros atrasados y enajenados, blancos norteamericanos, alejados de la política proletaria socialista, se han tragado esta patraña y los ven con recelo, con odio y con ganas de matar.
Todos esos escupitajos venenosos que hoy Trump arroja sobre los proletarios centroamericanos, las masas mexicanas, “indocumentados” o no, las han experimentado y los han sufrido en carne propia. Por décadas.
Veamos un ejemplo: Cierta vez, Harold Hezel, jefe de la migra en California expresó públicamente: “Quien mire a un “indocumentado” (mexicano) lo debe de atrapar, pelar y freírlo en un sartén”. La masa de gringos reaccionarios y chovinistas festejó el escarnio expresado por ese diabólico agente de lamigra. Como podemos ver el nazifascista Trump, no es ni original en su verbo hitleriano, ni el primero que de manera despótica, soez y sin ambages, arremete contra el obrero pobre.
Antes cuando el imperialismo, es decir, la migra norteamericana, reprimía y asesinaba a mexicanos (“indocumentados” y no) la escoria mexicana pro-yankee se quedaba algo quieta y no se mostraba, tan abiertamente, a favor de sus amos, ni se expresaba airada ni con tanta virulencia contra los proletarios agredidos o asesinados. Temía quitarse la máscara y ganarse el odio del pueblo. Alfilereaba a las masas con “guante blanco”, tal y como hoy lo hacen los hipócritas del partido Morena del “amoroso”, López Obrador, y sus secuaces, simulan compasión pero que en realidad fungen como despreciables mastines del gorila norteamericano que hostiga, acosa y asesina a las masas pobres centroamericanas.
Hoy somos testigos cómo todos los insultos, y toda la barbarie desatada por Trump contra la caravana migrante es festejado, abiertamente, por esa escoria de vendepatrias de la clase rica de nuestro país.
Los obreros conscientes de México detestamos a esos “mexicanos” que se ponen del lado del gorila, Donald Trump.
Esa caterva de burgueses son nuestros enemigos jurados.
Los proletarios centroamericanos son nuestros hermanos de clase. Y es un deber ineludible de todo obrero consciente defender a sus hermanos sin importar su nacionalidad.
Los obreros mexicanos somos alrededor de 130 millones; ellos, los reaccionarios burgueses en el poder, con todo su ejército y su maldita policía no pasan de ser un millón. En un levantamiento armado de todo el pueblo las fuerzas represivas de la burguesía serían en pocos días aplastadas. Aniquiladas. Sin duda alguna.
Diez días duraron los obreros bolcheviques, dirigidos por el gran Lenin, para derrocar al zarismo y a la burguesía rusa. Un pueblo unido, organizado, armado y dispuesto a morir por su causa es invencible. Que los fascistas gringos y los pinochetistas de México revisen la historia.
Camaradas: El futuro es luminoso para el pueblo obrero si se lucha combativamente. Y con mucha, pero con mucha fe en el triunfo.
Los capitalistas son la clase más hipócrita, desalmada y asesina que haya existido sobre la faz de la tierra.
Todos los trabajadores, sin importar su nación de origen son hermanos. El pueblo obrero es el que todo crea, con su esfuerzo físico e intelectual. Los burgueses son una clase explotadora y criminal, unos parásitos que viven a expensas del sacrificio de los trabajadores.
Abajo con las ergástulas de explotación llamadas maquiladoras en las cuales se pretende encerrar y uncir al yugo explotador a los refugiados centroamericanos. Al diablo con el intento de crear otro “Valle Nacional” neoporfirista en el cual trata, López Obrador, de encadenar a los migrantes centroamericanos para que con su sudor y su sangre le construyan a los inversionistas extranjeros el “Tren Maya” y el “Ferrocarril Transísmico”. Obras faraónicas que sólo serán para goce y disfrute de la clase rica.
Sin duda alguna, ese “Valle Nacional” del siglo XXI será la tumba de los proletarios que sean llevados a ese lugar. Como en los tiempos de odiado dictador Porfirio Díaz.
La clase obrera no nació para ser esclava de nadie.
Camaradas proletarios: A unirnos, a organizarnos aceradamente, y a luchar con ánimo y con mucha fe en el triunfo, para aplastar a todos los alacranes capitalistas; opresores y explotadores; burgueses y fascistas, sean del país que sean.
Atentamente,
Javier Antuna
Correo: gloriaproletaria@gmail.com
Tijuana, B.C.