Para muchos la famosa “Tía Juana” es una de las primeras leyendas de la ciudad y sin duda, una leyenda auténticamente tijuanense. Se considera como leyenda porque los historiadores no han encontrado ningún documento que sirva de antecedente histórico, y sin él, concluyen que es un hecho que no se dio y, por tanto, lo enclavan como una especie de mito.
Se dice que ella vivía por los rumbos del Fraccionamiento Murúa y la parte baja de Los Álamos, por ahí a la altura de donde hoy se ubica la central camionera; era una señora que ayudaba a los viajeros que pasaban por la zona y que se acercaban a solicitarle ayuda. Se sabe que era una señora muy buena a la que todos conocían como la “Tía Juana”.
Hay otra versión, se las platico para que ustedes decidan si la “Tía Juana” es leyenda o realidad.
Doña Juana de la Peña, Marquesa de Villapuente, España, era una noble misionera que en el Siglo XVIII se consideró como una de las primeras descendientes de europeos en asentarse en Tijuana. Era sobrina e hija adoptiva de Don José de la Peña y Puente, Marqués de Villapuente, quien a su vez era financiero de la colonización y evangelización por parte de los jesuitas y franciscanos en el Otro México, hoy en día Baja California.
Doña Juana fue educada en el convento de las monjas de la Orden de Clarisas Capuchinas, pero no tomó los votos. Participó como misionera en las Misiones de Loreto y San José del Cabo, Baja California Sur. Ella nunca se casó y al no tener hijos, sus sobrinos y los amigos de éstos la llamaban “Tía Juana”.
En una expedición al norte de la península, su hermano Adolfo de la Peña conoce el Valle de Tijuana al que bautiza como “Ranchería Tía Juana” en honor a su hermana Juana, a quien se lo regaló. A ella le gustó el área y el clima, por lo que se estableció aquí y se dedicó a educar a los indígenas de la zona, también a dar alojamiento a visitantes y viajeros en ruta.
Se dice que la “Tía Juana” falleció en 1769, mismo año en que se funda la Misión de San Diego de Alcalá, primera de 21 misiones fundadas por los franciscanos en la Alta California (hoy California). Recordemos que en esa época San Diego era parte de la Nueva España, y que en las iglesias se llevaba el registro de los nacimientos y fallecimientos de las personas de la región.
El registro de la defunción de Doña Juana y muchos otros, de los que se tenían en los archivos de la Misión de San Diego, se perdieron en el incendio que provocaron los indígenas en el Presidio de San Diego en 1775. Esa es la razón por la cual no se tiene un documento que constate la existencia de la “Tía Juana”.
Entonces, amigo lector, ¿en qué quedamos? ¿“La Tía Juana” es leyenda o realidad?
Álvaro Montaño Rubio
Autor de “Welcome to Tijuana”
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