El capo colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, uno de los ex líderes del Cártel del Norte del Valle, continuó su testimonio este lunes durante el juicio que se lleva a cabo contra el narcotraficante sinaloense Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el Chapo, en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York.
Chupeta, testigo del Gobierno de Estados Unidos y que testificó este día para la Fiscalía de Nueva York, aseguró que durante la década de los 90 del Siglo pasado, llegaban tantos aviones con cocaína, que parecía que Colombia “invadía” a México.
El capo colombiano, quien suministró droga al Cártel de Sinaloa entre 1990 y 1996, recordó, también, que una vez visitó en prisión -acompañado por un comandante de la policía- al sinaloense Juan José Esparragoza Moreno, alias el Azul, a quien se refirió como “un padrino” para los narcotraficantes.
Según Ramírez Abadía, en la reunión participó el Chapo, y lo que ambos buscaban era la autorización de Esparragoza Moreno para cambiar la ruta de envío de la droga desde aviones a barcos camaroneros, a través del Pacífico. En la celda, que el Azul compartía con otros miembros del Cártel de Sinaloa recluidos en la misma cárcel, había bebida, marihuana y todo tipo de comida, afirmó Chupeta.
“El Azul me dijo a modo de chiste: ‘mi compadre [Guillermo González] Calderoni [comandante de la extinta Policía Judicial Federal) me dijo que están llegando tantos aviones con coca de Colombia que los gabachos [funcionarios estadounidenses) dicen que parece que están invadiendo México’, de tantos que estaban llegando en la madrugada”, recordó Chupeta.
El capo colombiano aseguró que el Azul le dijo que “había mucha presión” del Gobierno estadounidense sobre su homólogo mexicano en ese momento, también por los pagos que supuestamente Guzmán Loera hacía a la policía para poder recibir los cargamentos de droga, que le suplían varios cárteles de Colombia.
El pasado 29 de noviembre, Ramírez Abadía reveló que mandó matar a “aproximadamente 150 personas”, incluido uno que mató él mismo a balazos -en la cabeza y la cara-, en 2004, y que las autoridades colombianas le incautaron mil millones de dólares.
Ese mismo día, los fiscales de Nueva York, colocaron 10 kilogramos de cocaína sobre la mesa frente al jurado. Luego llamaron a Ramírez Abadía para explicar cómo sus “cocineros” hacían la droga en laboratorios, agregando a la base de la pasta gasolina, éter y acetona, entre otros químicos.
La droga colocada sobre la mesa fue, según la Fiscalía neoyorquina, “una muestra representativa” de una inmensa incautación de cocaína colombiana en altamar, relatada este jueves por otros dos testigos, un agente de la guardia costera estadounidense y otro de la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés).
El Chupeta, de 55 años de edad y cuyo apodo se debe a su obsesión hacia las paletas dulces, conocidas en Colombia como “chupetas”, aseguró que desde 1990, el Chapo era uno de sus socios principales en el negocio de transportar cocaína a Estados Unidos.
Entre los grupos criminales con los que colaboró, Ramírez Abadía testificó que el Cártel de Sinaloa era el principal. Sin embargo, también trabajó en lo individual con los hermanos Beltrán Leyva, así como con Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal, los hermanos Zambada García, los hermanos Carrillo Fuentes y Hector “El Güero” Luis Palma Salazar.
En total, fueron cerca de 400 mil kilos de cocaína los que Ramírez Abadía trasladó desde Colombia hasta Estados Unidos ayudado por cárteles mexicanos, hasta 2007 cuando fue capturado por agentes de la Administración para el Control de Drogas estadounidense.
Chupeta relató que a pesar de que Guzmán Loera se quedaba con un porcentaje más alto de su cocaína que otros traficantes (el 40 por ciento), el Chapo tardaba mucho menos que otros en transportarla. “Me dijo: ‘yo soy el más rápido’”, aseguró el colombiano cuando explicó la primera reunión de ambos en la recepción de un hotel de Ciudad de México, en 1990.
El Chapo también le dijo que sus rutas eran “las más seguras”, porque tenía comprados a muchos funcionarios mexicanos. Todo eso fue suficiente para convencer a Chupeta, que pactó con el Chapo -cuatro meses después- el envío de cinco de sus aviones con los primeros 4 mil kilos de cocaína, mismos que llegaron a una pista cercana a Los Mochis, Sinaloa, en tan sólo una semana.
Llevar la droga con el sinaloense era un 3 por ciento más de lo que cobraban otros, pero el traslado “era super rápido, menos de una semana”, cuando los competidores tardaban un mes o más, señaló Chupeta. Ramírez Abadía contó, además, que el Chapo le pedía que le enviara la mayor cantidad de “cocaína 100 por ciento pura y de óptima calidad”
Asimismo, el capo colombiano aseguró que podía cargar en sus aviones hacia México entre 600 a mil 300 kilogramos de cocaína, dependiendo de la ubicación de las pistas clandestinas, situadas en los estados Nayarit, Durango, Sinaloa y Sonora. “Cuanto más corta era la distancia, más cocaína podía cargar en el avión desde Colombia a México porque se necesitaba cargar menos combustible. Había menos peso en el avión”, explicó Ramírez Abadía.
“Chupeta quedó muy satisfecho con lo que sus pilotos le contaron: la pista estaba muy bien iluminada, la descarga fue rápida, se reabastecieron enseguida los aviones con combustible, la protección de la policía federal, presente en el lugar, fue magnífica”, indicó en su relato la agencia EFE, uno de los pocos medios con acceso a la Corte neoyorquina.
El capo colombiano aseguró, además, que llegó a cocinar durante unos meses la droga en moldes cilíndricos para que Guzmán Loera luego la colocara dentro de latas de japaleños para traficarlas a Los Ángeles. El Chupeta la vendería luego en las calles de Nueva York.
Con el rostro deforme, debido a las numerosas cirugías plásticas a las que se sometió para cambiar de apariencia, Chupeta fue capturado en 2007, en Sao Paulo, Brasil, y luego extraditado a EE.UU., donde lleva 10 años preso y ha testificado en varios juicios en los que se ha declarado culpable.
El Chupeta -quien espera reducir en cinco años su sentencia de al menos 25 años por colaborar con la Fiscalía- fue uno de los principales capos en Colombia, lo que inspiró un personaje (John Mario Martínez, alias Pirulito) en la serie de televisión colombiana ‘El Cártel de Los Sapos’, basada en el libro homónimo escrito por el ex narcotraficante Andrés López López, alias Florecita.
“El Chapo le miró serio, pero quizás no le reconoció pese a que se han reunido ‘más de 10 veces’, según el testigo: el Chupeta dijo que se sometió a cirugía plástica en el rostro tres o cuatro veces en Brasil, donde estaba prófugo, pero seguía dirigiendo su cartel. Modificó su mandíbula, los ojos, la nariz, los pómulos, las orejas…”, indicó la agencia EFE.
-Con información de EFE.