Estaban unos señores
en un lujoso salón,
y con micrófono en mano
expresaron su opinión.
Había un alto de bigotes
que gritó de buena gana:
“Pues yo he votado que en mi rancho
pueda sembrar marihuana,
y exijo libertad para consumir
mis plantas sin distinciones de edad.
Habitantes y habitantas,
profesores y profesoras
estudiantes y estudiantas”.
Después siguió uno con lentes,
de apellido Calderón:
“Yo sólo quiero a mis guardias
como si fuera emperador,
y como segunda parte
que me den mi pensión”.
Después siguió un chaparrito
muy peinado de copete:
“Yo quiero que me recuerden
como el mejor presidente.
La compra de la casa blanca
que -no se siga contando.
Y si logré unos ahorritos
yo -los seguiré contando”.
Y dando sus peticiones,
estos que fueron Gobierno,
pues llegó el diablo en persona
y todos para el infierno.
Calavera de Sergio Luna García