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martes, octubre 1, 2024
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El alma de Nueva Orleans

A la memoria de los esclavos.

 

Esta ciudad petrolera, puerto turístico y paradigma del mestizaje de culturas hispana, francesa e inglesa es la meca de la cultura del jazz, de extraordinarios músicos y cantantes. Además de terreno fértil de atractivos múltiples como escultura, antigüedades, modas, gastronomía, museos, iglesias y catedrales, edificios históricos, paseos en barco, boutiques y diversión nocturna de carnaval para turismo de todas las clases, desde la clase media alta internacional hasta los hippies.

La ciudad que fue cruelmente atacada por el huracán Katrina es segura, con gente educada y amable. Tranvías que hacen singular su movilidad en su calle Canal, caminar por las calles Decatour, Bourbon, Royal, Chartres, entre otras famosas por ser el barrio de los colonizadores franceses a la sombra de Napoleón Bonaparte.

La ciudad de nueva Orleans (NO) es un río de fiesta, bares, restaurantes con piano, música en vivo con potentes voces acompañadas con bongo, guitarra, saxofón, trompetas, bajo, flauta, baterías, pandero e instrumentos innovadores del nuevo talento.

Pero no es la única veta rica en emociones y sentimientos, están los artistas blancos y afroamericanos, la imaginación, la industria creativa, el teatro, los espectáculos, la extraordinaria gastronomía, el misticismo teológico, recorridos por los pantanos y manglares para admirar la fauna de cocodrilos y la naturaleza prodiga en vegetación; bosques, canales, lagos y el espectacular Río Misisipi. Y en la calle con excelentes artistas.

El Río Misisipi, regalo de la naturaleza a la ciudad, navegable enorme que le da vida a la marina mercante y una de las tres actividades económicas fundamentales del puerto de NO. El puente por donde cruza el ferrocarril es una estructura imponente, y desde su altura se toman las mejores imágenes de la ciudad.

Es de las 10 ciudades más visitadas de los Estados Unidos y conocida internacionalmente por símbolos y leyendas como Louis Armstrong y Un Tranvía llamado Deseo de Tennessee Williams, la aclamada obra de teatro fue incubada y escrita ahí.

Esta es una ciudad con estrella, alma y luz propia en la opinión de muchos amigos y amigas que en curso del viaje me recomendaron conocerla. Primero porque es un modelo social de convivencia armónica y amorosa de etnias de las más diversas geografías, de hecho todo Estados Unidos lo es, pero aquí se da una relación sui generis entre la raza europea y africana.

Los bares son un ambiente de gozo, baile, derraman alegría y euforia por la inspiración de artistas de piano o grupo musical, los alcoholes y especialmente escuchar y cantar a coro. Destaca la admiración y pasión que se tiene por la música, el canto y el espíritu del jazz que cautiva y embriaga los sentidos de una audiencia blanca y rompe las barreras raciales.

Se establece una fusión de emociones donde el sentir de esa música y las vibraciones de sus voces privilegiadas, que une a blancos y africanos que se entregan y rinden culto al sentimiento y capacidad interpretativa de los y las artistas de color. Podría afirmar sin duda que les rinden culto, que hay una enorme simpatía por su calidad humana y las interpretaciones de temas coreados por la audiencia.

En uno de esos bares vi cómo un trío de africanos cantaban y divertían a lo grande hasta altas horas de la madrugada. Una audiencia que los seguía y acompañaba y que parecía una reunión de grandes y viejos amigos que se extrañan y quieren de verdad.

Hay mucho que decir, pero va una estampa que retrata las contradicciones de la humanidad. Restaurante caro, elegante, vitrinas de pared a pared, donde 25 personas cenaban platillos refinados. Mujeres, la mayoría de comensales. Las personas sin casa (homeless) ahí están. Uno atrevido e irreverente rubio alto de pelo largo se detiene frente a la gran ventana del restaurante y empieza a manotear clamando compartir el alimento y retando al grupo. “Quiero comer y atención”, su cuerpo gritaba, algunos de los que disfrutaban de la cena se percataron, lo saludaron, pero solamente eso. El personaje irruptor continuaba manoteando y al no ser sensibles de su reclamo, incrementa su desafío incluyendo a los meseros del restaurante que lo ignoraban. El homeless, se inclina al piso y ve las piernas de las damas debajo de la mesa. Esto descompone, altera y enfurece la feliz tertulia.

Continuará…

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.

Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

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Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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