Se murió Don Sergio Luna
lo que digo es de a deveras,
el que vivía en la Tecate
y que escribía calaveras.
Por ser tan irreverente
porque así era su costumbre,
si decirle ni “agua vía”
lo aventaron a la lumbre.
Pero sucedió algo extraño
un ángel llegó al infierno
y le dijo al chaparrito:
“te quiere hablar el eterno”
El ángel se lo llevó,
volando por el espacio,
y por una puerta de oro
entraron a un palacio.
Asombrado quedó el hombre
lanzó un suspiro profundo
pensó para sus adentros:
“esto sí es de ‘primer mundo’”.
Había arroyos cristalinos
había jardines de rosas,
no había baches ni basura
no había comadres chismosas,
no había malos gobernantes,
ni policías ni soldados,
ni cobradores de Coppel
ni siquiera diputados.
Le preguntó el mero jefe
¿Qué te parece el lugar?
si escribes mi calavera,
aquí te puedes quedar.
Te diré una calavera,
mas te la diré en secreto
y se la dijo al oído
(si no, no sería secreto).
El señor oyó la rima
y soltó una carcajada,
¡abran de nuevo la puerta
Que se vaya pa´la tierra!
este relato no es falso
es “de deveras, deveras”
y aquí me tienen de nuevo
escribiendo calaveras.
P.D. la calavera “secreta”
por la que señor riera,
seguirá siendo secreta
la sabrán cuando me muera.
Sergio Luna García.