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martes, octubre 1, 2024
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Una historia que contar, del 68

Corría el año de 1968, el Movimiento Estudiantil en la Ciudad de México estaba en todo su apogeo, influenciando a muchos lugares de la República, y Mexicali no era la excepción. Habíamos ingresado a la prepa del estado en el ciclo lectivo 1968/1969, yo contaba con 18 años de edad, nacido un 6 de enero de 1950, en Mexicali, B.C. Había salido de la Secundaria Nocturna por Cooperación Número 7, ubicada en la Avenida Luis G. Alcerrega de la colonia Orizaba donde había sido presidente de la sociedad de alumnos.

En mi inquietud juvenil, imbuido por la efervescencia estudiantil del momento, me llevó a fundar y dirigir un periódico estudiantil al que llamé “SE” (Sociedad Estudiantil), para ello   formé un equipo de colaboradores que simpatizaban con el Movimiento Estudiantil, entre ellos a Jesús Argüelles Lares, que contaba con 20 años de edad, originario del estado de Zacatecas, cuya familia emigró a Mexicali en busca del sueño americano.

Además, a Eligio Arce Bejarano, que contaba con 17 años de edad, originario del estado de Sinaloa, cuya familia emigró a Mexicali, también con el mismo propósito, aunque éste era estudiante de la prepa federal ubicada en ese entonces en la colonia Prohogar y también simpatizaba con el Movimiento Estudiantil.

Nos dimos a la tarea de buscar patrocinadores, con tan buena fortuna que éstos abundaron, haciendo toda una realidad nuestro periódico, el cual pudimos distribuir sin costo en la mayoría de las escuelas de la UABC que en ese entonces funcionaban. Para ese fin nos hicimos de una camioneta Plymouth 1948, con la carrocería destartalada pero con el motor y trasmisión todavía en condiciones de funcionamiento, que adquirimos a precio de remate en una de las calles de la vecina ciudad de Caléxico, CA, donde el propietario más bien quería desecharla.

Esta camioneta, que tenía amplio espacio en la parte trasera y que circulaba en la ciudad y el valle “enchocolatada”, nos servía a la perfección para nuestros propósitos de distribución del periódico. En este medio de información estudiantil le dábamos cabida a todas las corrientes del pensamiento humano, pero la línea editorial era de izquierda, acorde a la época.

Recuerdo que después de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco los mítines en la prepa se hicieron muy frecuentes. A mediados del mismo mes se realizó un mitin muy virulento en contra del presidente Gustavo Díaz Ordaz; tomaron la tribuna muchos oradores de diferentes escuelas de la UABC, como Pedagogía, Enfermería, Ciencias Políticas y Sociales, y entre ellos Jorge Sánchez Hirales, presidente de la Sociedad de Alumnos de la prepa del estado. Para tal fin se cerró la Avenida Zaragoza entre Justo Sierra y calle 1. Sabíamos que éramos vigilados por agentes de la Dirección General de Seguridad que eran  fáciles de detectar por su porte de pelo tipo militar que se escabullían entre la  muchedumbre; con el tiempo identificamos a dos, a un señor que supimos se  apellidaba Torres Espejo y a otro, de complexión robusta, alto, de apellido Ayón, quienes eran los que más nos frecuentaban en los mítines que se hacían. Al término del mitin abordamos nuestra camioneta con rumbo al poniente de la ciudad, lugar donde residíamos. Argüelles iba al volante y Arce en el asiento del copiloto, yo en el asiento trasero. Transitábamos por esa ruta y al llegar al semáforo de la calle “I”, donde funcionó el Mercado Colonial, volteé hacia atrás, notando que un carro nos seguía, diciéndole a los compañeros “traemos cola”. Al  cerciorarnos que, en efecto, nos seguían, Argüelles aceleró y a la altura de la escuela Benito  Juárez, sobre la misma calle Zaragoza entre “E”  y calle “F” nos empezaron a “aventar” las  luces para que detuviéramos la marcha. En un rápido cabildeo acordamos pararnos pues no nos considerábamos con ningún tipo de culpa, dando vuelta hacia la derecha por la Calle “E” hacia el norte, en contra esquina donde está el edificio histórico de la Cervecería  Mexicali, detuvimos la marcha adelante de donde están actualmente las oficinas distritales del INE. Sobre la acera había escombro de concreto, al bajarme de la camioneta para conocer de qué se trataba el asunto. Rápidamente, con mi mano derecha, tomé un escombro  de concreto por si las dudas. Se bajó del vehículo que nos seguía un tipo de regular  estatura con marcado acento chilango,  diciéndonos que  teníamos que acompañarlos para  hacernos unas preguntas. Respondimos que no los acompañaríamos a ningún lado ya que  no teníamos que contestar a ninguna pregunta y no sentíamos tener delito alguno. Esa respuesta molestó al interlocutor, quien en un tono agresivo mencionó a nuestra progenitora mencionando: “hijos de su p…  m … a huevo nos van a acompañar”. Eso me molestó y le arrojé la piedra de concreto. El tipo instintivamente sacó un arma de entre sus ropas, pero al esquivar la pedrada trastabilló con el escombro y en el inter de la caída accionó el arma. Al escuchar la detonación me arrojé al asiento trasero de la camioneta cuya portezuela la tenía abierta. Arrancamos quemando llanta en trayectoria hacia el norte, cruzando a toda velocidad las calles Lerdo, Obregón, Reforma, Madero, hasta toparnos con la Avenida Colón o Internacional donde está el cerco que divide Mexicali de Caléxico, enfilando hacia el poniente. No medimos el peligro de un accidente pues las calles antes mencionadas corren de Este a Oeste en ambos sentidos de circulación.

Ya en la Avenida Colón (que no tenía altos ni semáforos), sobre el carril derecho, íbamos a toda velocidad hasta llegar a la garita vieja. Torcimos por la Calle Melgar, doblando nuevamente a la derecha para bajar por el puente Miguel Alemán que bifurca con la Calle Cuarta y Baja California, tomando esta última que nos llevaría hacia Calle Once. En el trayecto de la Calle Once, Arce volteó para cerciorarse de que ya no nos siguieran, advirtiendo que mi camisa estaba empapada en sangre que corría hasta el pantalón. Nuestro júbilo al darnos cuenta de que ya no éramos perseguidos se tornó en histeria exclamando mis compañeros: ¡¿te dieron?! Arce de un tirón rompió la camisa para ver de dónde emanaba sangre, notando que era debajo de la tetilla derecha, palpando para cerciorarse que no tuviera fractura la costilla. Al parecer la bala que disparó el agente me tocó de sedal ocasionándome la herida.

En un primer momento se pensó llevarme a un hospital, pero a como estaban las cosas no era conveniente, por lo que al llegar a la casa de Arce, que se localizaba por la Calle Valle Verde, a media cuadra de la Calle Once en la Colonia Baja California, estacionamos la camioneta frente a su casa. Procedió Arce a ingresar al domicilio para traer unos lienzos y medicamentos caseros, una camisa y pantalón, ya que éramos de la misma talla. Ya limpiada la herida procedieron a ponerme polvo de sulfateazol, sobre este algodón con cinta adhesiva de carrocero. Me llevaron a mi casa, que se localizaba a tres calles de ahí, por la Avenida Lázaro Cárdenas, hoy Tierra Blanca de la colonia Orizaba, a una cuadra de la Calle Once, quedándose Argüelles con la camioneta, quien vivía por la Luis G. Alcerrega, a una cuadra de la Calle Once, es decir, éramos vecinos, y escondiendo la camioneta bajo un frondoso árbol.

Mi madre no se enteró de lo sucedido hasta tres días después que se me empezó a inflamar la herida y a llenar de pus. Cuando me preguntó que qué me había ocasionado esa herida, eché una mentira de que unos malandros nos habían querido asaltar, oponiéndonos al asalto y ocasionándome la herida.

La familia de Arce tenía amistad con un doctor de apellido Cortez quien tenía su clínica por la Avenida Zacatecas en la Colonia Nueva Esperanza, que simpatizaba con el Movimiento Estudiantil. Él aceptó curarme, abriendo la herida para sacar la infección y permanecí 48 horas en su clínica.

La herida sanó, pero la cicatriz debajo de la tetilla derecha me quedó de por vida. Dejamos de asistir a la prepa quince días para que se enfriara un poco el terreno, pero al comprobar que nadie se había dado cuenta del incidente y que los agentes -que nunca supimos si eran de Gobernación, Dirección General de Seguridad o de alguna otra corporación- fueron cambiados de adscripción, reanudamos nuestras actividades periodísticas en la prepa del   estado. Hicimos un pacto entre los tres, de que este incidente no se contaría hasta que quedara un sobreviviente, siempre y cuando así lo decidiera.

En 1970 egresamos de la prepa del estado, ingresando posteriormente a la Escuela Superior de Ciencias Agrícolas de la UABC, en la carrera de Ingenieros Agrónomos en la especialidad de Riego y Drenaje Agrícola, localizada en el Ejido Nuevo León del valle de Mexicali. Siguiendo nuestra inquietud periodística fundo y dirijo el Periódico Agril, órgano informativo de la sociedad de alumnos, teniendo como subdirector del periódico a Eligio Arce. En ese mismo año fuimos electos: Argüelles como presidente, Reyes Gasca como secretario de organización, y Eligio Arce como tesorero de prensa y propaganda.

En 1972 participo en un concurso de proyectos agrícolas convocado por Finazuca, obteniendo el primer lugar, con un premio de diez mil pesos. A raíz de haber ganado ese concurso y por recomendación del Lic. Milton Castellanos Everardo, en ese entonces Gobernador del Estado, y quien fuera el primer jurado en el concurso, entro a trabajar a la SRH en las obras de rehabilitación del distrito de riego 014 del valle de Mexicali, con todas las prestaciones habidas y por haber, incluyendo renta de vehículo. En esa situación invito a trabajar a la SRH a Eligio Arce y a Jesús Argüelles con las mismas prestaciones que yo estaba percibiendo, también renta de vehículo, es decir, estábamos en tercer año de la carrera y ya teníamos trabajo como si fuéramos ingenieros titulados y los tres con pick-up del año, gracias a la renta de vehículo.

En 1969, después de trabajar seis años en la Secretaría y donde además daba clases en la  Escuela de Ciencias Agrícolas, se nos presentó un cambio al distrito de riego 041,  quedándose Arce a trabajar en el distrito 014 del  valle de Mexicali. Argüelles y yo nos  fuimos al distrito de riego 041 del Valle del Yaqui en Ciudad Obregón, incluyendo parte  del distrito de riego 038 del Valle del  Mayo en Navojoa, ambos distritos de riego en el sur  de Sonora. Posteriormente pasamos al distrito de riego 101 del Río Tepalcatepec en Apatzingán, Michoacán, de donde Argüelles se regresa a Mexicali y yo me paso al distrito de  riego 043 de Santiago, Nayarit, donde recibo el cargo de gerente estatal de la Promotora  Nacional para la Producción de Granos Alimenticios para el estado de Nayarit y parte  Norte de Jalisco. Posteriormente, me reintegro al sur de Sonora como gerente de producción, un cargo abajo de la gerencia estatal, para finalmente renunciar y junto con mi familia reintegrarme al valle de Mexicali.

 

Ingeniero Reyes Gasca Gutiérrez

Mexicali, B.C.

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Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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