El escritor entregó el título a la editorial Planeta, donde narra el temor de una periodista de investigación antes de enviar un reportaje sobre trata de mujeres que compromete a políticos. “Es un exhorto también al Estado de hacer un trabajo mucho más exhaustivo de protección al periodista, porque no va a haber realmente una democracia fuerte en México hasta que no protejamos al periodismo independiente y al periodismo de investigación”, expresó el autor a ZETA
El terror que durante veinte horas enfrenta la periodista Daniela Real, previo a la entrega de un trabajo de investigación que compromete a un subprocurador de justicia con la trata de mujeres, es lo que narra Pedro Ángel Palou en “Todos los miedos”, novela negra publicada este año por Editorial Planeta.
“Entre los tantos temas de violencia en la cotidianidad mexicana, el asesinato de periodistas es probablemente uno de los más punzantes”, expresó a ZETA Pedro Ángel Palou sobre su interés de abordar en “Todos los miedos”, el asesinato de periodistas en México, agudizado en los últimos sexenios.
Cabe destacar que Pedro Ángel Palou publica “Todos los miedos” en un contexto en que, de acuerdo con Artículo 19, de 2000 hasta septiembre de 2018, por lo menos 119 comunicadores han sido privados de la vida en México (110 hombres y 9 mujeres), de los cuales 46 han sucedido durante el sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018).
“UN HOMENAJE A PERIODISTAS MUY VALIENTES”
Aunque no está basada en algún caso en específico, Pedro Ángel Palou manifestó que su novela reconoce la trayectoria de la periodista de investigación Daniela Rea, primera ganadora del Premio Breach/Valdez de Periodismo y Derechos Humanos en 2018.
“Hay un guiño de un homenaje a la homonimia con la periodista que justo se ha dedicado a investigar feminicidios, Daniela Rea; yo de hecho le mandé la novela cuando estaba terminada porque, por supuesto, no es una novela sobre ella, es una novela donde yo hago un homenaje a periodistas muy valientes en México, particularmente con el tema de la trata de mujeres y desapariciones forzadas, pero creo que de alguna manera son un reflejo de lo que pasa en el país”, expresó Palou a este Semanario.
“Hay otras periodistas, por supuesto; está Lydia Cacho o Lydiette Carrión, que va a aparecer su libro sobre feminicidios en el Estado de México, el Estado donde más feminicidios hay; y qué curioso que todas estas periodistas se hayan enfrentado con dos problemas que a mí me parecieron centrales antes de construir el personaje: medios que las habían expulsado por hacer reportaje de fondo por meterse con los factores fácticos y que habían terminado publicando sus historias en forma de libro porque ahí no hay intermediario, no hay un dueño del medio. Algunas de ellas publicando en medios digitales que de pronto aparecen y de pronto desaparecen, pero que tampoco les aseguran la subsistencia”, complementó el autor.
“Por horas, por minutos, va creciendo esta novela que empieza de madrugada y termina en la noche del mismo día. Veinte horas como un cable de alta tensión entre el autor y sus personajes. El ritmo de la prosa de Palou es el de un thriller y la indignación el motor de una trama que jamás desmaya. Una novela necesaria en este México que se cae a pedazos”, escribió Elena Poniatoswka, encargada de reseñar la obra en la contraportada.
NARRAR EL MIEDO
En veinte horas en que transcurre la novela “Todos los miedos”, Pedro Ángel Palou logra transmitir al lector el terror que siente la periodista Daniela Real, justo antes de entregar un reportaje de investigación con testimonios, fotografías y video que involucra en la trata de mujeres a Gerardo Careaga, subprocurador especial contra la delincuencia organizada en México.
Capítulo tras capítulo y hora tras hora, el suspenso aprehende al lector mientras Daniela trata de entregar su reportaje y, por lo tanto, también de salvar su vida; mientras Fausto Letona, ex policía federal con cáncer terminal, intentará ayudar a la periodista que desconoce las intenciones del justiciero.
Sobre la forma efectiva y de suspenso al narrar el miedo, Pedro Ángel Palou confesó a ZETA sobre la escuela de la novela negra que prefiere:
“En el género negro hay dos grandes vertientes: por un lado tenemos una gran escuela que se basa en la acción y, por lo tanto, todo el énfasis está en el argumento narrativo; y una corriente que es más sutil, que es la de Patricia Highsmith, que yo considero mi maestra, que más que el misterio, trabaja el suspense.
“En el misterio siempre hay una actividad intelectual, por parte del lector, porque está intentando saber qué va a pasar; en cambio como en el suspense, como bien dice Patricia Highsmith, no sabes qué va a pasar. Entonces, en vez de operar intelectualmente, el lector opera emocionalmente, y creo que para mí esa fue la clave que le dio la novela, la sustancia o la médula que tiene. Si hubiera sido una novela de acción, se hubiera perdido en sí misma, hubiera sido una novela sobre el presente que no puede ser leída dentro unos años”.
Con capítulos vertiginosos de entre tres y seis páginas, párrafos con frases donde abunda el punto y seguido, Pedro Ángel Palou mantiene al lector al límite del suspenso por saber si Daniela Real alcanzará a entregar su reportaje o salvará su vida.
“Es jugar con la estructura narrativa, creo que uno de los grandes retos de esta novela es haber trabajado todos los temas policíacos no del misterio, sino del suspense, haberlos puesto en once horas de la vida de los personajes; entonces, no se trata sólo de un artilugio narrativo, sino de intentar condensar la historia para producir un efecto concreto en el lector”, advierte.
LA NOVELA NEGRA EN TIEMPOS DE IMPUNIDAD
Autor de novelas históricas, como la trilogía integrada por “Morelos: Morir es nada” (Planeta, 2008), “Cuauhtémoc” (Planeta, 2008) y “Zapata” (Planeta, 2010); y obras como “Pobre Patria mía” (Planeta, 2011) sobre Porfirio Díaz, “No me dejen morir así” (Planeta, 2014) en torno a Pancho Villa y “Tierra Roja” (Planeta, 2016) referente a Lázaro Cárdenas, Pedro Ángel Palou entrega la novela negra “Todos los miedos” en un contexto donde el género negro ha sido recurrente tanto en México como en Colombia, a propósito de la violencia y la impunidad.
— ¿Por qué quisiste abordar el tema de asesinato de periodistas en México a través de la novela negra?
“Hay gente que ha hecho muy buenos libros de investigación que han tenido su función. En Colombia, que vivió fenómenos como los nuestros unos años antes, fueron novelistas también colombianos los que ayudaron a que hubiera una conciencia colectiva de lo que estaba pasando; lo mismo Fernando Vallejo con ‘La Virgen de los Sicarios’; Mario Mendoza con ‘Satanás’, el propio Jorge Franco con ‘Rosario Tijeras’ y con una novela que es muy superior que se llama ‘Melodrama’, hicieron que la sociedad tuviera una conciencia colectiva de lo que estaba pasando.
“La función de la novela es distinta a la del ensayo, que la de la investigación, porque está basada en personajes con los que el lector empatiza; la novela tiene otra función, no sustituye a la investigación periodística, no sustituye al ensayo, pero tiene una dimensión que también es central: la literatura también puede ser útil, que aquí sería la más grande de las preguntas: ¿el arte está llamado a la estética pura y a no tener utilidad o el arte puede tener una utilidad? Una novela como ésta o las novelas colombianas a las que he hecho referencia, explican exactamente lo contrario.
“Por supuesto, la novela negra en México tiene una larga tradición que -por lo menos en calidad absoluta- se remonta a Rafael Bernal con ‘El complot mongol’, pero que ha seguido con Paco Ignacio Taibo II y Martín Solares; uno de los indiscutibles es Élmer Mendoza.
“Élmer Mendoza ha hecho algo que es fundamental: escribir sobre la violencia desde la vida cotidiana, ‘El Zurdo’ Mendieta es un personaje central ya no de nuestra literatura, sino de nuestra realidad; a diferencia de mucha gente que ha utilizado la novela negra como una especie de catapulta comercial, izando la violencia, normalizándola o incluso heroificando al narcotraficante, algo que nunca verás en una novela de Élmer Mendoza o Martín Solares”.
— Pero la novela negra a veces es considerada un género menor…
“Yo siempre he trabajado en esos géneros que la gente considera menores, como la novela histórica que también está considerada como un subgénero, pero creo que en particular la novela negra históricamente es uno de los vehículos más importantes para hacer crítica social.
“Incluso, la novela negra tradicional norteamericana de Chandler, Hammet, Chester Himes, es absolutamente un vehículo de crítica social; la mejor novela social, en este momento en el mundo, se está escribiendo en tinta negra, de forma negra: Peter Robinson, George Pelecanos, Richard Price, en Estados Unidos.
“Hay muchísimos ejemplos de grandes novelistas negros que están intentando revelarnos algo de la realidad, por un lado parece una crítica frontal al sistema que viene sobre un tema central que es la impunidad. Entonces, como ‘Todos los miedos’ es una novela sobre la impunidad, pues creo que la novela negra es el vehículo más importante para narrar”.
“ES UN EXHORTO TAMBIÉN AL ESTADO”
Antes de concluir la entrevista con ZETA, Pedro Ángel Palou también se refirió al contexto actual de violencia interminable en que publica “Todos los miedos”, a propósito del asesinato impune de periodistas en la República.
“Creo que México es un país que perdió el rumbo, que dejó de tener un contrato social, que dejó de tener una idea colectiva de por dónde ir; y justamente la novela negra a la que hemos hecho referencia también habla de las comunidades de individuos frente a la violencia”, manifestó.
“Uno de los temas que a mí me preocupa es cómo un número realmente menor de mexicanos se dedican al crimen organizado, tiene secuestrado a un país de 120 millones de mexicanos, y lo tiene secuestrado por algo muy simple: porque son poderosos económicamente, porque están infiltrados en el poder y porque el poder los ha utilizado; entonces, la mayor descripción es justamente negar, como decía en algún momento tontamente el Presidente Enrique Peña Nieto, que ‘la corrupción es cultural’, no es cierto; o es ‘porque somos así’, y con eso justificar cualquier cosa.
“Al contrario, México tiene históricamente ejemplos enormes de cómo se han resuelto situaciones terribles, incluso de más muertos como la Revolución Mexicana a través del contrato social fundamental, eso fue la Constitución de 1917, aunque se haya tardado años en aplicarse hasta que llegó Lázaro Cárdenas, pero eso fue justamente: un nuevo contrato social frente a una realidad que era insoportable”.
Sobre el desafío del Estado de proteger a los periodistas a propósito del cambio de gobierno con Andrés Manuel López Obrador a partir del 1 de diciembre de 2018, el autor sentenció:
“Tenemos en este momento una obligación como Estado de proteger el periodismo, y proteger en concreto como periodista como ser humano; es fundamental que en el cambio de gobierno haya un cambio de relación entre el poder y los medios, y que los periodistas no tengan por qué autocensurarse frente al poder.
“Es una obligación del Estado en particular -en este momento de violencia y de impunidad-, proteger a los periodistas, proteger a los ciudadanos en general, es obvio, pero al periodista también, porque tiene una vulnerabilidad enorme al conocer y poseer información privilegiada que le ha costado años trabajar”.
Para concluir, Palou advirtió: “Es un exhorto también al Estado, de hacer un trabajo mucho más exhaustivo de protección al periodista porque no va a haber realmente una democracia fuerte en México hasta que no protejamos al periodismo independiente y al periodismo de investigación”.