El verdadero respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas llegó en gran medida cuando Ernesto Ruffo ganó la gubernatura por el PAN en un lejano 1989. Políticos y analistas atribuyeron ese triunfo a una supuesta concertacesión donde el autor intelectual sería el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, con el afán de legitimarse en todo el territorio nacional y el mundo.
Es verdad que el gobierno de Salinas atravesada por momentos muy complicados ya que la elección por la cual asumió el poder no la ganó él sino Cuauhtémoc Cárdenas, por consiguiente, iniciaba su mandato con grandes cuestionamientos y una imagen deplorable. Lo anterior no significó que, en su afán de mandar señales de pluralismo a todos los rincones de nuestro país, haya sido el factor del triunfo para el PAN en Baja California.
Que quede claro, Carlos Salinas y sus operadores no regalaron nada, lo único que sí tuvieron que hacer fue reconocer la victoria de la oposición y no robarse la elección. Los que vivimos de cerca ese histórico momento sabíamos que si el gobierno de la República no aceptaba el resultado se generaría tal descontento social que hubiera significado probablemente la caída del recién llegado a la silla presidencial.
En esos momentos era imposible detener la voluntad ciudadana y máxime con un gobierno débil como el de Salinas de Gortari, de ahí que el mismo PRI reconoció a través del extinto Luis Donaldo Colosio que las tendencias no les favorecían en Baja California.
Después de esas palabras en México se vivieron tiempos políticos diferentes, poco a poco los partidos empezaron a ocupar mayores espacios, lo que ayudó sin duda a tener un país más democrático y, en algunos, casos la alternancia logró que en varios estados se viviera mejor.
Con el triunfo de Ernesto Ruffo en la gubernatura vino una cascada de victorias en municipios del estado con la cual el PAN construyó una fortaleza política por muchos años, máxime que las cosas se estaban haciendo bien. Pero con el paso del tiempo se vino el desgaste de sus gobiernos. En todos los municipios se ha presentado alternancia entre el PAN y el PRI, mas no así para la gubernatura.
El tema a resaltar es que en la pasada elección surgió un nuevo competidor: Morena. Este instituto político simple y sencillamente ganó todo, desde la Presidencia de la República con Andrés Manuel López Obrador hasta la regiduría más recóndita en el país.
Baja California no fue la excepción y ahí Morena obtuvo el triunfo con la fórmula para la senaduría y los 8 distritos federales.
Con estos antecedentes inmediatos se llega a la elección del 2019. Por un lado, Morena tratará de “estirar la liga” del contundente triunfo de López Obrador para que se mantenga una espiral positiva en el 2019. Muchos le apuestan al fracaso del nuevo gobierno, pero está comprobado que la famosa “luna de miel” dura como mínimo un año. La de Enrique Peña Nieto fue año con meses.
Por su lado, el PAN llega en condiciones críticas, primero la derrota en este 2018, además no se percibe un candidato(a) sólido(a) para esta mini-gubernatura. Los aspirantes posibles prefieren esperar –inteligentemente– a la siguiente. Además, el factor “Kiko” Vega jugará definitivamente en contra. Quien pretenda ganar tendría que deslindarse del Gobernador lo cual parece poco probable.
Por su parte el PRI está hundido y no veo al valiente que intente dar un salto al vacío.
De esta manera el panorama para el PAN en estos momentos luce poco prometedor, pero en política como en la vida misma nada está escrito.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
