I. El domingo 7 próximo pasado, nos sorprendió la acusación que, a través de este diario, llevó a cabo un abogado postulante en contra de un expresidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, señalándolo como responsable de diversas conductas criminales, incluyendo el tipo penal de negociaciones ilícitas.
Extraña la publicación referida, porque como todos sabemos, el pueblo mexicalense se inclina más por las decisiones judiciales o resoluciones de arbitraje provenientes de un juez, consensadas y ajenas al escándalo, sabedores los togados, como sacerdotes del derecho, que nuestra profesión está socialmente desacreditada desde hace años y que todos los que de alguna manera profesamos el derecho, tenemos obligación no solo de borrar una mala percepción social de nuestra carrera, sino además de dar el ejemplo a los jóvenes abogados recién egresados, de honradez profesional.
Ante el pantano que es la corrupción y ante los enfrentamientos y desacuerdos públicos, los abogados litigando en defensa de bienes propios o ajenos, generalmente eluden el enfrentamiento con sus homólogos, pues son sabedores de que quien presiona, no por hablar más fuerte tiene la razón, ya que generalmente los jueces actúan conforme a derecho y son excepcionales los casos de mala práctica y de resoluciones en las que intencionalmente se violenta el derecho para satisfacer peticiones contrarias al orden jurídico.
II. Este escrito no debe interpretarse como la solicitud de una renuncia a utilizar las legis artiscomo sucede en todo litigio, obtener un veredicto favorable es parte de la intención que subyace en todo litigante. La búsqueda de la verdad en un encuentro jurídico no es solo de interés privado, cuando se hace justicia se produce un estadio de seguridad, tranquilidad y paz social, condición necesaria para que opere un sistema democrático, en estos momentos en que la fuerza de la delincuencia organizada se encamina a prevalecer sobre el Estado constitucional legalmente establecido.
No solo tiene trascendencia para las partes que utilizan la vía del derecho en la solución de sus conflictos, sino que es consecuencia y además, una enseñanza propia de los países democráticos que es la búsqueda de la verdad y la justicia a través del proceso penal. Con la no evasión del derecho y del ejercicio de la fuerza ilegítima se anula el mensaje del Estado, consistente en que ante la fuerza bruta e ilegitima, debe prevalecer el Estado de derecho, condición para la vigencia de la seguridad, de la paz y de la tranquilidad en estos momentos en que el crimen organizado pretende imponerse sobre el aparato del Estado.
III. En el litigio hay que evitar la prevalencia de la fuerza sobre el Estado de derecho. A través del Estado de derecho se busca aproximarse a la justicia.
IV. Defender la vigencia del Estado de derecho es de interés público, la imparcialidad y autonomía de los juzgadores también lo es, como también que se de el debido proceso, condición para la vigencia de la paz y la seguridad.
Nota: Para que funcione el estado de derecho, el Poder Judicial debe ser autónomo e independiente, ajeno a los intereses político-partidistas, solo así podrán cumplir con su función de hacer justicia.
A los jóvenes abogados y a los no tan jóvenes, les recomendamos reflexionar sobre qué es más importante, ganar un pleito cueste lo que cueste al grado de convertir en cómplice de desviaciones legales a algún juez o magistrado inescrupuloso o dar ejemplo de cumplimiento a los principios que nos enseñó Couture.
“Olvida.- La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota”.- Eduardo Juan Couture.
Dr. Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.