La fiesta brava es aquella que se enmarca en una tarde de toros y es una combinación de olores, sonidos y sabores con arte, belleza, derroche de valentía, puntualidad, polvo y fuerza animal. Esta fiesta ha estado presente en Tijuana desde hace más de 100 años y es parte de una de las tradiciones más arraigadas en México.
Se tiene registro que en Tijuana se instaló en 1906 una pequeña plaza de toros de madera por allá cerca de la línea internacional, donde hoy está el Costco. Se puede decir que es la primera de las cinco que ha tenido la ciudad.
En el Balboa Park de San Diego se realizó de 1915 a 1917 la exposición internacional Panamá-California para celebrar la apertura del canal de Panamá, era una especie de feria para posicionar al puerto de San Diego como punto de distribución de las mercancías que cruzarían dicho canal. Para aprovechar a los miles de turistas y atraerlos a Tijuana, varios empresarios armaron la Feria Típica de Tijuana en los predios donde antes fue el Palacio Municipal de Tijuana, en el mero centro. Se les otorgó permiso para instalar mesas de juego. Como atractivo adicional armaron una plaza de toros, donde se realizaron varias corridas de toros, cuyos espectadores, extranjeros en su gran mayoría, disfrutaban algo sumamente novedoso y diferente para ellos. No olvidemos que en California se promovió a Tijuana como “Old México” y las corridas eran un gran atractivo turístico que no podía faltar.
Al ver que eran concurridas las corridas de toros y que les gustaba a los americanos, un grupo de empresarios, encabezados por Claudio Bress, decidió construir algo mejor y con mayor capacidad. Así, el domingo 3 de julio de 1938 se inaugura el Toreo de Tijuana, el que estaba sobre el bulevar Agua Caliente. Seguramente se hizo en esa fecha para aprovechar el puente en Estados Unidos con motivo de la celebración del 4 de julio, día de la independencia en ese país, ya que nuestros vecinos del norte habían demostrado ser asiduos a la fiesta brava. El cartel de la primera corrida en ese coso fue un mano a mano entre el famoso Fermín Espinoza “Armillita” y Alberto Balderas, quienes lidiaron seis toros de la ganadería de Piedras Negras, Tlaxcala.
El empresario de Ciudad Juárez, Salvador López Hurtado, el famoso Mayor, al ver que Tijuana era muy buen punto para los eventos taurinos, no se quiso quedar atrás y mandó construir la Plaza Monumental en Playas de Tijuana, las obras iniciaron el 10 de febrero de 1960. En solo 119 días la terminaron y el 26 de junio del mismo año se inauguró. Por estar a solo 30 metros del Océano Pacifico la ha convertido en la única plaza de toros del mundo a la orilla del mar. Algunos de ustedes han de recordar que las corridas se promocionaban en unos carteles muy coloridos que pegaban en la entrada de las tiendas y decían “Bullring by the Sea”. Por tener capacidad para 21,621 personas sentadas, se consideró la cuarta plaza taurina más grande de todo el mundo.
Estas dos últimas plazas de toros eran lugares multifacéticos, ya que fueron, en el caso del Toreo y siguen siendo en la Plaza Monumental, escenarios de conciertos, peleas de box -varias de campeonato mundial-, espectáculos diversos -como exhibición de acrobacias y piruetas del cuerpo de policías y de bomberos- y hasta eventos religiosos y políticos. La mayoría de los tijuanenses tenemos muy buenos recuerdos en cada uno de esos dos cosos taurinos.
La quinta plaza de Tijuana es la de Caliente Plaza de Toros, lugar donde se han estado montando corridas desde hace un par de años. De hecho, el primer festejo taurino fue el 29 de octubre del 2016, y fue la despedida de los ruedos del rejoneador mexicano Gastón Santos. Desde entonces ahí es donde se reúnen los amantes de la tauromaquia de ambos lados de la frontera para disfrutar la fiesta de origen español.
Otra fuerte conexión entre Tijuana y la fiesta es que nuestra ciudad es la tierra natal de varios matadores, nueve hombres y una mujer, Raquel Martínez. Abundaremos más de cada uno de ellos en la siguiente entrega.
Como pueden ver, Tijuana es casa productora de arte y valor. Pero también es de mucho valor montar una corrida de toros en la actualidad, ya que no es nada fácil y mucho menos barato. Los matadores de renombre cobran su buen dinero, viajan con todo y su cuadrilla, y eso también cuesta, pero trasladar el encierro desde su lugar de origen, que es en el centro del país, tiene un gasto adicional, entre muchos otros rubros. Que aún haya empresarios arrojados en montar la fiesta de los toros en Tijuana es de aplaudirse. Deben saber que el espectáculo genera empleos y muchas familias se benefician. A la ciudad le genera un buen número de visitantes y, por tanto, derrama económica.
Porque la fiesta brava está íntimamente ligada a la historia de Tijuana como ciudad y porque es parte de la cultura mexicana, es la razón por la que los invito a disfrutar una tarde de toros. Aprovechen que aún hay corridas de toros en Tijuana. Tomen en cuenta que es el único lugar en todo el noroeste de México que podemos contar con la opción de acudir a presenciarlas.
Álvaro Montaño Rubio.
Autor de “Welcome to Tijuana”.