Así como salimos a votar este primero de julio de 2018, más de 53 millones de electores y le dimos uso inédito y real a la credencial de elector, así deberíamos imitar tal gesto de mexicanidad, responsabilidad, valores, obligaciones y coraje. Imitar lo bueno y excelente es sinónimo de mejora y ser más responsables.
De esos 53 millones de mexicanos, cuántos tiran basura, cuántos se pasan los altos, cuántos traen carros chocolates; cuántos no cuidan el medio ambiente, cuántos son honestos, cuántos tienen malas mañas; cuántos generan corrupción, cuántos no cumplen como buenos ciudadanos, cuántos evaden impues6tos; cuántos hacen caso omiso a artículos de la Constitución, cuántos no aman a su patria; sin duda, muchos millones.
Si todo eso fuera positivo, así como acudieron a votar esos 53 millones de mexicanos, sería muy diferente, se estaría mejor y la patria se vería diferente, más ordenada y justa. Pero tristemente, muchos salieron a votar y no imitarán más las obligaciones, tan solo votaron y lo demás lo ignoraron y así será difícil hacer mancuerna, jalar para el mismo lado y sacar a este país que se nos escapa de las manos a los que queremos algo diferente y nuevo.
Hubo abstencionismo y esos que no votaron quizá vieron que el país no merece su apoyo. Pero sí hace falta cambiar las mentes, desde el hogar, las relaciones laborales, la sociedad, el trabajo, sinceridad y hablar de que sí podemos cambiar y ser mejores en muchísimos aspectos y situaciones. Imitemos, pues, lo bueno y lo que da buenos resultados, para ver una patria ansiosa de diferenciarla de la que hoy rige y que es penosa para los que ayudamos a México, y ojalá que no necesitemos otra revuelta revolucionaria para transformar a México.
Se necesita la participación de buenos y malos si queremos cambiar, son aceptados e insertados a la sociedad laboriosa. Juntos. México necesita, junto con la democracia plena.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B.C.