Es el primer libro del periodista potosino don Jesús Blancornelas, publicado hacia 1975 por Edamex en varias ediciones de miles de ejemplares. Aunque el personaje central es el político sonorense Carlos Armando Biebrich, prácticamente uno de los héroes de la historia es el recién fallecido Héctor Leyva Castro, ex líder de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en Sonora y diputado local durante el malogrado sexenio del ex gobernador de aquella entidad y “consentido” del ex Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez.
A la distancia de 45 años, la obra de Blancornelas sobre la política sonorense con repercusiones nacionales, describe magistral y sobre todo documentalmente parte de la vida de don Héctor Leyva Castro, compañero de Biebrich en la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y sobre todo amigo leal.
Es en el capítulo XIII, donde Blancornelas plasma aquello que preguntaban los enemigos de Biebrich: Félix Barra, Celestino Salcedo y Porfirio Muñoz Ledo.
Como bien escribe y documenta el fundador de ZETA, se trató de una infamia no de parte del Presidente de la Republica, sino de los que lo rodeaban al final del sexenio y que planearan perversamente el crimen de los campesinos del Valle del Yaqui en San Ignacio Río Muerto; especialmente el comandante judicial de Sonora en el gobierno de Carlos Armando Biebrich Torres, el pseudo General Francisco Arellano Noblecía, que después sería el director de la Policía Federal Preventiva durante el sexenio del licenciado Vicente Fox (2000).
La eterna lealtad del notario público en San Luis Río Colorado, Héctor Leyva Castro, hacia su amigo y compañero Carlos Armando, le haría reunirse con sus amigos en estos días de septiembre de 2018 en Hermosillo; pero la muerte sorprendió a Leyva.
Narra Blancornelas que en 1974, ante la masacre de Río Muerto, alguien conocedor de los campesinos del Valle del Yaqui debía salir a arengar y acusar al entonces gobernador -exigiendo su renuncia- de ser un asesino. Amafiados con Muñoz Ledo, entonces presidente del PRI nacional, Celestino y Félix Barra coincidieron en que fuera Héctor Leyva Castro, líder sonorense entonces de la CNC, el “elegido” para gritar “Biebrich asesino”.
Aquello nunca sucedió, pese a la propuesta de Celestino a Leyva Castro de hacerlo senador de la Republica y líder cenecista nacional: “Aunque me ofrezcas más y lo que quieras. Jamás aceptare traicionar a mi amigo Carlos Armando Biebrich”.
Por “Crónica de una Infamia” del gran Jesús Blancornelas, sabemos que Leyva Castro le expresa a su amigo Biebrich los planes “desde arriba” urdidos por Muñoz Ledo, Félix Barra, Celestino Salcedo Monteón y más nefastos.
Finalmente, Biebrich llama a su amigo Héctor y, tomándolo del hombro, le dice “entiende que él va a ser el sacrificado”, como así fue también durante todo el mal gobierno de Alejandro Carrillo Marcor, quien entre otras cosas, tuvo la desfachatez de incautar todas las propiedades de la esposa de Biebrich, de apellido Gándara.
Don Héctor Leyva Castro falleció el 21 de agosto de 2018 por causas naturales. En su primer libro, “Crónica de una Infamia”, don Jesús Blancornelas ha inmortalizado a este hombre leal a su amigo Carlos Armando: “No, Celestino. Estás loco. Yo no voy a traicionar a mi amigo Carlos Armando Biebrich”. “Los sonorenses no hacemos esas cochinadas que ustedes suelen hacer en Hidalgo o Guerrero”.
Y ese “jamás” ha de estar resonando en las tumbas de Salcedo Monteón, Félix Barra y Hermenegildo Cuenca Díaz, el ex secretario de la Defensa Nacional que para ser candidato al gobierno de Baja California, no tuvo piedad con Arellano Noblecía de asesinar inmisericordemente a los humildes campesinos del Valle del Yaqui, en aquel episodio que se tragó Luis Echeverría y que destruyó la carrera política del ex mandatario de Sonora a sus 30 años de edad. Como dejó consignado Blancornelas: “Aquí tengo los testimonios e investigaciones documentadas de aquella Infamia para quien desee consultarlas”.
Bien haría el Consejo Editorial de Semanario ZETA de Tijuana, herederos de los escritos de don Jesús Blancornelas, en reimprimir su primera obra: “Crónica de una Infamia”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com