Política Breve y de Emergencia
El pasado miércoles, cuando se instaló legalmente la LXIV Legislatura de nuestro país, aunque para todos los integrantes del Poder Legislativo se trataba de una celebración, las motivaciones y los sentimientos de sus integrantes fueron definitivamente distintos, lo que para algunos significó la hazaña y el logro, para otros fue el agridulce sabor del reconocimiento oficial de la derrota; contrastes realistas de una democracia que a pesar de todo, se mueve y está más viva que nunca.
Está por supuesto en uno de los extremos, el júbilo triunfante de los 247 diputados de Morena que en conjunto con los 31 del PES y 29 del PT, tendrán la capacidad numérica suficiente para concretar votaciones y aprobar la inmensa mayoría de los dictámenes que la Cámara Baja resuelve con el 50 por ciento más uno de sus integrantes, y dado que los tres partidos que conformaron la coalición “Juntos Haremos Historia”, ahora definieron integrar un frente legislativo, el nuevo Poder Ejecutivo que inicia el 1 de diciembre, no tendrá dificultades para transitar sus iniciativas con los legisladores.
En la Cámara de Senadores la proporción es similar, 58 son los integrantes de la bancada de Morena, que sumados a los seis del PT y cinco del PES, conforman un bloque más que suficiente para todas la aprobaciones de mayoría relativa; quedarán sin embargo, como el caso de la Cámara de Diputados, con necesidad de llegar a acuerdos con las otras bancadas partidistas, cuando pretendan reformas constitucionales que requieren la votación de las dos terceras partes de los integrantes de la Legislatura (y la de las Legislaturas de las entidades federativas).
En el otro extremo de las realidades y sentimientos en el nuevo Poder Legislativo está el PRI, que si bien no es el último de la fila, porque sus bancadas serán de 47 diputados y 15 senadores que lo sitúan en el tercer lugar en número de integrantes por bancada (las bancadas de menores integrantes son la de 16 diputados del Verde y cinco senadores del PES), el tener un fuerza política de tan solo el 9.4% de los diputados y el 11.72% de los senadores, puede ser un rudo golpe a la soberbia política de quienes aún gobiernan el país y que tan acostumbrados como siempre, han estado al poder y a la los recursos en abundancia; está nueva condición bien pudiera ser para el antes invencible partido tricolor, el inicio de su extinción.
Por muchas razones, la derrota más dolorosa es la del PAN y no solo porque su muy distante segundo lugar en las elecciones y en la integración en las Cámaras (16% de los diputados y 18.75% de los senadores), lo ubica en su peor resultado en más de tres décadas, sino porque simplemente no ha asumido su nueva condición en el espectro político nacional, cancelando toda autocrítica a sus dirigencias, continúa en una cruenta guerra interna por el control del poder que le queda. No atinan a convertirse en el nuevo partido de oposición que siempre habían sido, y montado en la soberbia y la arrogancia de la inconciencia política, sigue con sus prácticas de autocomplacencia cual si aún fueran el partido que pudo haber ganado la presidencia (según las encuestas de 2017); Acción Nacional es el primer perdedor de la contienda pasada.
Otro de los que viven un grave y serio proceso de derrota es el PRD, partido que con sus 20 diputados y ocho senadores ha manifestado su profundo arrepentimiento por haber participado con el PAN; la coalición que conformaron junto con MC demostró ser la fórmula del fracaso para todos, tanto electoralmente como ideológicamente y con ello cancelaron una tercera y definitiva participación en la candidatura de López Obrador, craso error, sus militantes emigraron en enormes números, aunque individualmente y con serias molestias a las filas de Morena. Hoy, la del PRD es una opción política muerta en vida.
Habrá que tener toda la atención puesta en esta LXIV Legislatura, la de tantas y tan serias posibilidades, hay que estar pendientes para atestiguar con responsabilidad, quién o quienes estarán a la altura de los nuevos y urgentes tiempos de México, y quién o quienes resuelven convertirse sin querer o con plena conciencia, en el lastre nacional. Ahora sí, el cambio ya comenzó.
Que la historia lo registre.- Con la reunión entre el presidente electo de México, López Obrador, y el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, muchos piensan que se inicia el camino de un liderazgo latinoamericano. Esa sería otra forma de superar nuestras diferencias con Trump y los Estados Unidos.
Botón rojo.- El presidente nacional del PAN, Damián Zepeda, se quita y se pone de la dirigencia como quien se quita los calcetines, seguido, y sucios.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com