Reagrupados hacia un mismo objetivo, Porter, el cuarteto más influyente de la escena indie de México, dice vivir su mejor momento en quince años. Preparan su cuarto álbum, en el que revisarán con eclecticismo los sentimientos del ser humano
Han sido la banda sonora de una sociedad orientada a escuchar música de nuevos horizontes. Son representantes del nuevo rock en México instaurado en la última generación. Rompieron todos los prejuicios de una ciudad tradicionalista y los estereotipos de la industria de la música en Latinoamérica, convirtiendo lo experimental en el nuevo pop de las masas. Rompieron los límites de las bandas emergentes, impactando desde sus inicios con un sonido que prevalece, evoluciona y es influyente.
Destacando en prestigiosos festivales desde su debut con el EP “Donde los Ponys Pastan”, Porter ha actuado en el Vive Latino, Coachella, Pa’l Norte, entre otros encuentros sonoros, gracias al éxito de temas como “Espiral”, “Daphne”, “No te Encuentro” y “Bipolar”; “Vaquero Galáctico”, “Host of a Ghost”, “Cuervos” y “Xoloitzcuintle Chicloso”, de su disco “Atemahawke”; así como “Palapa”, “Murciélago”, y “Huitzil” de “Moctezuma”, su más reciente producción.
Subrayando las raíces de la cultura mexicana en su última obra, Porter gira por Estados Unidos y México, fue así que el pasado fin de semana se presentó en San Diego, Los Ángeles y Tijuana, donde Diego Rangel (bajo, programaciones y synth) fue abordado por ZETA durante la prueba de sonido en Black Box, lugar en el que el músico charló sobre la historia, presente y objetivos de Porter; así como los preparativos, mensaje y el trasfondo de su próximo álbum, el rock, su industria y el contraste de las ciudades mexicanas. Así como del nuevo álbum de Juan Son, ex vocalista de la banda.
“Puedo afirmar que hoy vivimos una de las mejores etapas de Porter, si no es que la mejor en muchos sentidos, iniciando por aspectos personales de cada integrante, y en conjunto, el grupo ha logrado un nivel técnico impresionante al trabajar en equipo. Estamos reagrupándonos para ir sobre objetivos grandes y toda la maquinaria se mueve hacia allá. En un plano personal, tenemos la oportunidad de vivir de lo que nos gusta hacer, las condiciones de la vida nos permiten continuar y eso es lo más pleno que existe. Y como banda, somos la mejor de México, y nuestro objetivo es mantenernos ahí”, precisó el también comunicólogo de profesión.
— ¿Plenitud como banda después de la salida de Juan Son?
“Como banda nunca vas a encontrar la plenitud, porque es complejo vivir junto a cuatro cabezas e intentar que todos converjan a ser una, también es la magia de la banda, como un caldo con cuatro ingredientes, sin uno de ellos sale desabrido. En ese sentido la banda está como caminando hacia el mismo punto, eso hace más fácil fluir en todos los aspectos. Siento que le faltamos más a Juan Son, que él a nosotros, y no es por soberbia, solo la realidad a nivel de producción. Juan es muy artista, pero se le nublan muchas cosas, sobre todo en una era en la que la gente consume todo de cierta forma, ya no es como en los 60s en los que pones las reglas y todos se adaptan a ti, sino al revés: te tienes que adaptar a la industria, debes mover ciertos hilos para mantenerte.
“Yo soy igual que Juan Son, puedo encerrarme en la casa y no pasa nada, pero se debe entender que hay que salir a hacer relaciones públicas, sumar gente talentosa porque no eres Dios, tú solo no puedes hacer todo”.
— ¿Cómo se debe entender, o cuál fue el contexto en el que se gestó Porter? ¿Cuál es la clave para mantenerse vigentes?
“Teníamos como 16 y 17 años de edad, ahora tengo 31. Ya 15 años como Porter. Y nada, somos güeyes que queríamos crear música, nos juntamos, no conocíamos a nadie, no sabíamos nada de la industria. Escuchaba bandas como Azul Violeta y La Dosis, la avanzada regia nunca me influyó, pero no sé qué tipo de fenómeno en específico se dio en Guadalajara, sin embargo, a nosotros crecer nos hizo dar cuenta que Porter no está dentro de la misma burbujita en la que están la mayoría del rock en México. Nos dimos cuenta que estamos fuera, que nuestros ideales de bandas a seguir llegaron a su tope, y ni ellos se dieron cuenta. La fama y los aplausos los nublaron, cuando para mantenerte vigente siempre debes mejorar, por ejemplo, yo no toco la batería, pero siempre la afino y microfoneo en los conciertos, me preocupo de que mi banda vaya más allá. Es tener disciplina y objetivos.
“Reconocemos que no somos tan buenos músicos, pero sabemos hacer buenas canciones. Compartimos créditos con gente muy talentosa, lo que más nos importa es tocar y provocar que a la gente se le ponga la piel chinita, y que sea un suceso para sus vidas lo que pase en el escenario. No se trata de alimentarse de ego, ni creerse Dios, la música ya no es eso. Los medios de comunicación ya no hacen dioses, entonces tienes que trabajar, y nosotros hacemos música. Ya no puedes hinchar bandas con dinero.
“La clave de Porter es que nunca hemos querido ser como nadie, ni tocar como alguien. Ni yo tengo un ídolo, nadie lo tiene, ni un ejemplo a seguir. Reconozco que nací con esta actitud para hacer música, como cualquier otro oficio. Se basa más en nuestra actitud en eso que, todo el bluff que rodea a la música, lo inocente y genuino de cada integrante es la clave, no sabemos covers de nadie. Hoy el rock es mucha pose, y en general en la sociedad. Las redes sociales hicieron que todos tuvieran una ventana de exposición, y entonces eso causó que ya todos busquen la aceptación por medio de las redes sociales, lo que comes, a dónde vas, ahora las mismas bandas están como… si era un poco el juego de la percepción, ahora es más, el ponerte un traje y camuflajearte, y vender algo que no eres”.
— Se dice que la música es consecuencia del lugar en el que es creada, ¿qué te dicen Tijuana y Guadalajara?
“Tijuana está muy cabrón. Hace dos años vine a producir al grupo Entre Desiertos, me encanta el contraste. Tijuana es el inframundo, una creación de los gringos, le llenan sus calles de heroína, prostitución y alcohol. Guadalajara por su parte es muy rara, la cuna del occidentalismo, una ciudad en la que es difícil crecer por estar rodeado de prejuicios, y eso marca a la gente en su forma de ser. Nosotros, por ejemplo cargamos un lastre de los compañeros de la escuela que ya trabajaban formalmente, y nosotros seguimos en la música, la cual es considerada un entretenimiento. Nos ven como diversión, cuando los artistas tenemos mucho peso en las sociedades, en el desarrollo de las personas, contexto, lugares. La música es una consecuencia del lugar, y siento que el lugar es una consecuencia de la música que se está haciendo en él. Guadalajara me marcó en el sentido que no me gusta la gente que vive ahí, hace que me encierre y busque la explicación de las cosas, y de ahí surgió ‘Moctezuma’, y eso sucede porque vivimos en una ciudad que nos margina, por ello tronamos la burbujita y vamos viendo qué sucede”.
— Hablando de qué sucede, ¿ya hay planes para un nuevo álbum?
“Estamos haciendo un nuevo disco, estamos a punto de terminarlo y de publicar sencillos. Nos gusta hacer las cosas a nuestro tiempo porque para nosotros es muy catártico, como parir un hijo. El agua sin movimiento se estanca y se echa a perder, entonces necesitas que tus aguas se muevan para crear y generar un mensaje. Este nuevo grupo de canciones se relaciona con los sentimiento del ser humano, de que somos diferentes, pero lo que nos une a todos es lo que llevamos dentro, nuestras fibras, sin importar de donde seamos o que nos guste; son las fibras que compartimos las que nos hacen ser humanos, eso es el centro de la temática de este disco, ir al interior de nosotros mismos, y hoy más que nunca eso necesitamos visitar, porque nadie es empático con nadie. Somos individualistas cuando lo único que salva a las especies cuando llegan a atacarlas, es estar juntos, por eso los güeyes que nos gobiernan vienen y nos dan en la madre”.
Por su parte, luego de dos años ausencia, Juan Son reapareció en la industria de la música con un nuevo sencillo, “Siento”, tema con el que rompe el silencio a través de una celebración al amor y lejos de religiosidades, de la mano de su voz aguda y su peculiar extravagancia bajo la producción de Yamil Rezc (colaborador de Zoé, Julieta Venegas, Meme y Hello Seahorse!), con un proyecto audiovisual dirigido por Sol Oosel (miembro de bandas como Zurdok, Quiero Club y She’s a Tease).